Primer día de exámenes. Emma estaba tan nerviosa como siempre, nunca había conseguido dominar los nervios de los exámenes a pesar de los años que llevaba estudiando. Aún así no le fue mal, los nervios desaparecían en el momento en el que le daba la vuelta al hoja de examen y echaba un vistazo rápido al contenido, si se sabía las respuestas se tranquilizaba. Esa semana no tenía que ir a trabajar, su jefa se la había dado libre juntos a los 3 días previos porque algunos de sus exámenes eran por la tarde coincidiendo con su horario laboral. Aún así, la Ajumma no era tan generosa y para obtener esa semana libre, Emma había tenido que prometerle que a la siguiente doblaría el turno, aunque tuviera que faltar a clase. No le hacía mucha gracia pero Liu y Dara ya le pasarían los apuntes de las clases.
Su primer examen fue por la mañana. Al finalizar el examen Emma se encontró con sus amigas.
- ¿Qué tal chicas?- les preguntó.
- Bueno, bien, al ser el primer examen lo llevaba más preparado, ahora a ver qué pasa con los otros 5 que quedan por hacer- contestó Liu.
- Me pasa exactamente igual- añadió Da Ra- por cierto, ¿es que Jason no va a dejar de mirarte?- comentó mientras hacía un gesto con la mirada dirigiéndola al otro lado del pasillo donde Jason estaba apoyado contra la pared mirando a las chicas, pero especialmente a Emma.
El hecho de girarse las 3 hacia él hizo que Jason diera el paso de acercarse a ellas.
- ¿Cómo os ha ido? No era muy difícil ¿verdad?- dijo para poder romper el hielo, pero Liu y Da Ra ya habían comenzado a andar hacia la puerta del campus dejándolo atrás. Emma en cambio permaneció un momento allí, ya que no quería ser maleducada, al fin y al cabo sólo le estaba preguntando por su examen.
- Sí, estoy de acuerdo, no ha sido muy difícil. Me alegro de que te haya ido bien- le contestó Emma a modo de despedida e inició el camino seguido por sus amigas.
- ¡Espera Emma!- le dijo mientras la cogía del brazo suavemente- Emm, te echo de menos- y se le quedó mirando a los ojos con cara de cachorrito abandonado.
En realidad Emma también lo echaba de menos, no a Jason en sí, sino a alguien en quien apoyarse, a quien llamar cuando se encontraba decaída y con quien compartir también buenos momentos. Estaba pensando en eso cuando se dio cuenta de que no quería flaquear en su decisión y de que además, el apoyo que en esos momentos añoraba no tenía que ver con una relación amorosa y también lo encontraba en sus amigas, aunque de una manera diferente.
- Déjalo Jason, ya te lo dije, algún día, no sé cuando, hablaremos y quizás podamos llegar a tener una amistad como la que tuvimos, pero ahora no es el momento- e intentó zafarse de la mano que cogía su brazo para seguir su camino.
-Dime que no me echas de menos Emma- le dijo Jason sin dejarla marchar.
- No, me hiciste daño y eso hace que ahora mismo no te pueda echar en falta- mintió Emma para escapar de la situación. Sus palabras surtieron efecto e hicieron que Jason finalmente la soltara y ella salió corriendo tras sus amigas.
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Joong Ki grababa ese día por la tarde, así que decidió dar una vuelta por el barrio para desconectar. No sabía si lo conseguiría, pues muchas veces por muchos complementos de camuflaje que utilizara, acababa siendo reconocido por alguien en algún lugar. Si sólo fuera una persona quien lo reconociera no habría problema, ya que él solía ser bastante considerado con los fans y no le importaba pararse a charlar con ellos o tomarse unas fotos. El problema era que cuando alguien se daba cuenta de que él era la estrella televisiva, nunca reaccionaba con discreción y acababa señalándolo en mitad de la calle y gritando su nombre, lo que actuaba de efecto llamada y hacía que muchas otras personas se unieran y se acercaran a él haciéndole fotos e intentando tocarlo. Una vez llegado a ese extremo, la situación ser convertía en agobiante y a veces hasta peligrosa.
Por eso Jonng Ki solía llevar guardaespaldas a los grandes eventos, porque eran sitios donde de antemano los fans sabían que iba a estar y por tanto la cantidad de gente que se aglomeraba para verlo podía ser enorme. Así, en salidas y llegadas a aeropuertos, conciertos, programas televisivos, etc Joong Ki siempre iba acompañado de los guardaespaldas que su compañía ponía para él. Sus jefes le habían incluso comentado que sería conveniente que esos guardaespaldas se encargasen de protegerlo incluso en su vida privada, ya que la fama del actor crecía por momentos y eso hacía que los fans lo hicieran en la misma proporción, pero también los denominados "antifans".
Los ciudadanos coreanos no se contentaban con elogiar a sus actores, cantantes y artistas favoritos sino que si alguna de esas personas les caía mal o no les gustaba por los motivos que fuesen también creaban grupos de antifans para insultarle, criticar su trabajo y en algunos casos hasta intentar agredirles. La sociedad coreana era realmente extraña en ese sentido ya que ese fenómeno no se daba, al menos de forma tan organizada, en otros países del mundo.
A pesar de todo eso, Joong Ki nunca permitió a su compañía ponerle guardaespaldas en su vida privada. Le parecía que eso coartaría demasiado su libertad y no le dejaría actuar con naturalidad. Si alguna vez se encontraba con algún antifan, ya vería como reaccionaría.
Por el momento, esa mañana pudo pasear tranquilamente por el distrito Gwangjin-Gu, había pensado ir hacia el Río Han, pero estaba muy lejos para ir a pie. En Seúl las distancias eran muy grandes ya que se trataba de una de las principales áreas metropolitanas del mundo, en la que vivían casi 11 millones de personas.
Tuvo una mañana tranquila y consiguió la paz que buscaba. Por un momento se sintió de nuevo anónimo, un chico de 27 años con una vida normal que le permitía hacer cosas comunes que la gran mayoría de las personas no valoran. "Las cosas se valoran cuando las pierdes, qué gran verdad esconde esa frase", pensó, y su imaginación voló a épocas y momentos anteriores y una sonrisa se le dibujó en la cara.
- ¡Mirad, es Jang Joon Ki!- gritó de repente alguien en la calle mientras le señalaba.
Joong Ki casi no pudo reaccionar, cuando quiso darse cuenta un gran grupo de gente ya se dirigía hacia él, entre ellos muchas mujeres que gritaban y se tapaban la cara muertas de excitación y nervios al sentirse afortunadas de poder ver a su ídolo tan cerca. Joong Ki se puso a correr todo lo rápido que pudo para escapar de elllos.
Llevaba corriendo ya 10 minutos hacia su casa cuando se dio cuenta de que no podía entrar en ella delante de toda esa gente. Si lo hacía descubrirían donde vivía y al día siguiente toda la calle estaría llena de paparazzis. Necesitaba pensar en algo rápido ya que la gente pisaba los talones, además aún estaba lejos de casa. De repente el claxon de un coche sonó.
- ¡Ehh! ¿Te preparas para maratón o que?- dijo Emma desde la ventanilla de su coche. Volvía de su primer examen y había disminuido la velocidad al ver la situación en la que se encontraba su vecino. Lo había reconocido incluso en su versión de camuflaje, pero tampoco había sido muy complicado saber que era él al ver toda la gente que le seguía.
- ¡Calla y sálvame de esta situación!, me lo debes- gritó Joong Ki acercándose al coche- pero Emma no paraba para dejarle subir.
_ ¿Cómo que te lo debo?- gritó Emma mientras se reía de él.
- ¿Te recuerdo que te presentaste en mi casa vestida de oso gigante? Si no llega a ser por mi ayuda aún estarías metida dentro de ese disfraz ¡Maldita sea! ¡abre la puerta!- gritó el actor enfadado.
Emma paró el coche en seco al ver que estaba realmente enfadado. Cuando vio que la cantidad de gente que seguía a su vecino había crecido porque personas nuevas se habían ido incorporando a la carrera, se dio cuenta de lo serio de la situación. Así que abrió la puerta del coche.
- ¡Sube, rápido!- gritó- y Joong Ki lo hizo.
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Más Soju, por favor (Lee Jun Ki)
FanfictionEmma es una joven española de 23 años que se traslada a Corea con una beca de estudios. Las cosas no son tan fáciles en Seúl como ella pensaba y sólo le faltaba tener como vecino al famoso actor coreano Hang Joong Ki, con quien no se llevará especia...