Llegada
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.Un castaño de orbes azul grisáceo caminaba alegremente por los pasillos de la mansión en la que vivía, buscando algo con lo que entretenerse, o más bien, buscando a Natsu. ¡Había desaparecido, y él quería seguir jugando!
Seguro que estaba con Leon, Roll y Hibird, siempre que huía iba con ellos.
Suspiró mientras abría una de las múltiples habitaciones de su casa, llamando al pequeño león que pertenecía a su mamá —por ende, a él—, y descubriendo que el cuarto en el que se encontraba era uno de los laboratorios de investigación.
—¡Giannini-san! — su exclamación pareció asustar al aludido, quien dio un pequeño salto en su asiento antes de girar en la silla para verle.
Pese a haber nacido en Italia, sus padres le habían inculcado las costumbres japonesas, por ello no podía evitar añadir el honorífico. Muchos externos a su familia le han preguntado anteriormente la razón, y como le molestaba tener que explicarlo cada vez, lo decía con desgana o directamente ignoraba la pregunta. Se había llevado unas cuantas charlas por ello.
—Pequeño, no me asustes así —sonrió nervioso el adulto, y el castaño notó como escondía algo tras suya.
Lo comprobó cuando movió su cabeza de un lado para el otro intentando ver lo que era, siendo impedida su visión por el mayor desplazándose según su mirada.
—¿Qué tienes ahí? ¿Un juguete nuevo? —dijo con curiosidad—. Justo ahora estaba aburrido.
—N-no... No es un juguete, Sora... —negó, pero el niño no quedó satisfecho con esa respuesta.
De un par de ágiles saltos, se puso encima de la mesa para ver lo que era el objeto, sorprendiéndose al descubrirlo.
—Esto es del tío Lambo —dijo tomando lo que, si no recordaba mal, se llamaba "Bazooka". El menor de sus tíos siempre le decía que no debía cogerlo, y nunca solía prestárselo—. ¡Seguro lo está buscando! Se lo devolveré si me da un dulce.
«Y de paso veré para qué sirve» pensó con diversión.
Con esa convicción, se bajó de la mesa con el objeto entre sus brazos.
—¡Espera, no puedes devolvérsela aún! —volteó para mirar al ingeniero con curiosidad, arqueando una ceja.
—¿Por qué no? —preguntó, sacándole una risa nerviosa.
—Porque... ¡no está aún reparada! —inventó, y Sora entrecerró los ojos ante su mentira.
—Mientes —Giannini pasó saliva al ver la mirada afilada del menor, dándose una palmada mental.
El pequeño Sora era conocido por ser muy sensible a las mentiras pese a tener tan solo cinco años, y una personalidad... muy cambiante.
Tan pronto como puede estar sonriendo cálidamente y parecer un dulce ángel, puede cambiar a su «modo enfadado» y parecer el mismísimo demonio, sobretodo cuando no le decían la verdad o se metían con algún miembro de su familia.
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Intertemporal
FanfictionCuando la Bazooka modificada por Giannini cae sobre Sora, un pequeño castaño de orbes azul grisáceo, es enviado al pasado repentinamente, sin saber cómo o cuándo podría volver. Claro que lo que tampoco sabía era que se encontraría con sus padres cu...