Espectáculo

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Espectáculo

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Tsuna solo podía pensar en una cosa en esos instantes.

Sus más sinceras y profundas condolencias para su versión futura.

¿Cómo sobrevivía diariamente con esos huracanes que se escondían bajo la apariencia de niños?

Definitivamente, no quería crecer.

—Será mejor que no te acerques, tío Tsuna —advirtió Miu al ver sus intenciones, esquivando un nuevo ataque de Ame—. Es peligroso.

Kyoya sonrió ante la advertencia, y sin esperar mucho más, tomó al castaño y lo cargó, dispuesto a irse de ahí con él. A los pocos segundos, esquivó un tridente y una bola de fuego que lo obligaron a frenar.

—¿A dónde creías que ibas? —el azabache miró la dirección de donde provenían los ataques y las dos voces unísonas, descubriendo a una niña de orbes rojizos y cabello negro junto a Mukuro.

—Otra cría no, por favor —ya empezaba a hartarse seriamente de los niños. ¡Estaban en todas partes!

—Kufufu, ave-kun, me temo que los niños van a seguir apareciendo —rió el de cabello piña—. Y no te van a dejar en paz.

—Cállate —le fulminó con la mirada.

—A estas alturas, ya deberías saber que solo te prestamos a tío Yoshi —amenazó la niña, con una llama desarrollándose en su mano—. Que yo sepa, nadie te ha dado permiso para llevártelo.

—¿Tío Yoshi? —preguntó Tsuna confuso desde los brazos de Kyoya. La verdad era que no estaba por la labor de decirle que le bajara—. ¿Cuántos nombres tengo?

—Muchos —rió Miu, con los dos niños a sus lados, encerrados en una especie de jaulas que ambos golpeaban para liberarse, sin éxito.

—Ya veo, ya —sonrió el castaño.

—Oye, ¿no están como todos más pequeños? —apuntó Akemi—. Me parece que antes eran más altos...

—Ahora que lo dices, tienes razón —apoyó Ame, apoyándose en la pared de su jaula con los brazos cruzados. Al menos había encontrado a Akemi, con eso le servía.

—¿Qué está pasando aquí?—Akemi miró a Miu, quien se encogió de hombros con una sonrisa, al igual que Kei.

—Resulta que habéis hecho un pequeño viaje —habló Byakuran, comiendo unos malvaviscos que sabe Dios de dónde había sacado.

—¿Viaje? —hablaron Ame y Akemi al unísono.

—Exactamente —sonrió el albino.

—¿Y Riku? —preguntó la azabache.

—¿Riku? ¿Ha venido con vosotros? —cuestionó Kei.

—Sí, estaba con nosotros cuando esa explosión ocurrió —afirmó Ame.

—¿Quién es Riku? —se atrevió a preguntar Tsuna.

—El hijo de tío Enma y tío Dino —respondió Miu.

—¿En serio? —se alegró el castaño—. Me alegro por ellos.

—¿Te alegras? —el azabache arqueó una ceja.

—Sí, Enma-kun lleva bastante tiempo enamorado de Dino-san, solo que no quiere admitirlo —explicó—. Y viceversa.

—¿Entonces no sabéis nada de él? —preguntó Kei, intrigado.

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