10. Veterinario

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Después de afeitarme, y ocultar los chupetones con el maquillaje de Allison, bajé para ver a mi cachorro. Estaba entretenido mordisqueando algo. Era un destructor. Al observarlo detenidamente me percaté de que el objeto brillaba, era de plata. Un anillo. Rápidamente se lo quité, era aquel anillo que había comprado para Elizabeth, un anillo de compromiso, ahora lleno de babas.

Escuché como la puerta principal se abría y al instante guardé el anillo en mi pantalón.

-Buen día Tony, ¿listo para irnos?

Me di la vuelta para observar sus verdes ojos.

-Quiero llevar al cachorro con el veterinario.

-Me parece bien, conozco uno muy bueno, es amigo mío.

Tomé a Friday en mis brazos.

-Entonces vamos.

***

El lugar era pequeño y por suerte no había gente allí. Elizabeth estaba sentada a mi lado ojeando algo en su celular mientras yo jugaba con el pequeño can. Recordé por un momento el anillo en mi pantalón, ese pequeño aro quemaba allí como un recordatorio de lo que antes había tenido con Elizabeth, algo que ya no existía. ¿Cómo lo había encontrado Friday? De seguro en uno de esos ataques de ira lo arrojé por la casa. Debía desecharlo, definitivamente lo tiraría.

Una mujer salió con un gran dálmata y su correa mientras el médico le daba ciertas indicaciones. En cuanto ella se fue, mi escolta se puso de pie y el hombre la reconoció al instante.

-Elizabeth, cuanto tiempo.

Él le dio un fuerte abrazo y ella se lo devolvió.

-Ha pasado mucho -le dijo sonriendo-. La última vez dejaste tu reloj en mi casa.

El médico rió.

-Sí, y creo que me llevé algo de tu ropa cuando me fui esa noche.

Estos dos tenían una historia, era seguro. No era un amigo, era un ex. Ahora me sentía invisible, ellos se observaban pero ninguno prestaba atención a mí. Más que invisible, molesto. ¿Por qué debía verla así? Aclaré mi garganta sonoramente y Elizabeth volteó a verme.

-Edward, él es Tony Steele -me observó un segundo-, mi jefe.

En otro tiempo, no me hubiera presentado como su jefe.

-Mucho gusto señor Steele, soy el doctor Edward Lawrence -me dio la mano-. Pasen por favor.

Ambos entramos al consultorio. El olor a alcohol llegó a mí rápidamente, incluso Friday lo percibió pues empezó a impacientarse. Ya suponía lo que le esperaba. Lo coloqué sobre la pequeña mesa de metal mientras el médico escribía algo sobre ella.

-¿Cuál es el nombre del cachorro?

Esperé a que Elizabeth contestara, después de todo ella fue quien le dio el nombre. No respondió y la observé, ella también me veía. Esperaba a que yo respondiera. ¿Es que acaso ganaba algo si el perro llevaba el nombre que ella propuso?

-Friday -respondí de mala gana-.

-Muy bien.

Dejó los papeles de lado y empezó a revisarlo. El perro estaba sano pero necesitaba sus vacunas, o eso había entendido. Mientras lo inyectaba, Elizabeth me observó un momento y luego a él.

-¿Que ha sido de tu vida, Edward?

-Pues nada interesante, dejé las fiestas a las que me llevabas y me dediqué a estudiar -ambos rieron-. ¿Qué hay de ti? Lo último que supe fue lo de tu secuestro. Me preocupé.

Corazón Recargado (CA #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora