Epílogo

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Escucho al joven que está en frente, sin prestar atención. Entiendo lo que dice, pero está dando muchas largas al tema. Es inteligente pero cree que con palabras huecas va a convencerme. Suspiro, me aburrí. La pantalla de mi celular se ilumina sobre la gran mesa. Lo tomo sin ningún disimulo mientras todos en la sala de conferencia sí prestan atención. Es un mensaje de Elizabeth.

"Nos haces falta en casa"

Sonrío al leerlo. Yo también extraño la calidez de mi hogar. Por un momento recuerdo aquella etapa de su embarazo. No fue complicado, Elizabeth nunca se quejó por nada pero yo la prevenía de todo. Era muy cuidadoso, no quería que nada le sucediera a ella ni a mi hijo. Pero sin duda una de las cosas más espectaculares fue la primera ecografía, cuando pude escuchar por primera vez su corazón fue... hermoso. Lo recuerdo muy bien, mi pecho se llenó de alegría y cada uno de los vellos en mi piel se erizaron al escuchar su latido. Los ojos de mi mujer se llenaron de lágrimas cuando tomé su mano. Cómo olvidar sus primeras pataditas, ella se veía hermosa cargando en su vientre a nuestro hijo.

-Háblale -me dijo acariciando su barriga-.

-¿Qué quieres que le diga?

-Algo que le haga saber que su papá está aquí.

Me acerqué a su vientre, riendo. No estaba muy seguro de lo que iba a hacer, no me parecía lógico que pudiera oírme aún estando dentro. Pero con lo que había leído...

-Muy bien -aclaré mi garganta-. Amm... Hijo, debo confesarte que a veces creo que tu mamá está algo loca, ¿tú lo crees?

Al parecer me había escuchado, pues respondió a mí con una patadita en mi mano. Escuché a Elizabeth reír.

Suspiro ante los recuerdos. Muy buenos recuerdos. El muchacho continúa hablando mientras yo respondo el mensaje.

"Espero llegar pronto"

Coloco nuevamente el celular en la mesa y tomo el lápiz a su lado para jugar con él cuando el expositor empieza a hablar sobre la economía del país. Quiero pedirle que pare, decirle que su discurso me está provocando sueño, pero no lo voy a hacer, de alguna manera está entusiasmado con su exposición y prefiero dejar que termine con ella. Ya me he tenido reuniones similares, la última fue muy peculiar. Fue cuando Elizabeth dio a luz.

¿Cómo olvidarlo? Ese día estaba en la sala de conferencias junto a una mujer que subía su falda por cada dos palabras. El hombre que estaba exponiendo no dejaba de caminar de un lado a otro, así como no dejaba de hablar. En un momento, mi celular empezó a sonar en mi bolsillo, interrumpiendo la reunión. Lo retiré para revisarlo, era Alex. Colgué y le pedí al muchacho que continuara. ¿Por qué tengo a Alex en mis contactos? Pues... alguna que otra vez llamaba para molestarlo. No, no miento. Nuevamente mi celular sonó, y allí pedí disculpas para tomar la llamada fuera.

-Alex, estoy ocupado. ¿Qué quieres?

-¿Tu reunión es más importante que tu hijo? -abrí mis ojos-.

-¿Qué le pasó? ¿Dónde está Elizabeth?

-Empezó el trabajo de parto, vamos al hospital -mi sangre se heló y mis manos sudaron-.

-Voy para allá -dije rápidamente-.

Le dije a la recepcionista que informara de mi ausencia. Salí a toda prisa hacia el hospital, no quería perderme ni un minuto. Al llegar me informaron que mi mujer había entrado al quirófano, claro que la acompañé. Allí a su lado, tomé su mano y la apretó con fuerza, pero nunca dejé de ver sus hermosos ojos llenos de dolor. Fueron algunas eternas horas de sufrimiento, sus gritos de dolor desgarraban mi alma, pero yo no podía hacer nada más que esperar y darle fuerza. Cuando finalmente pude oír su llanto que acalló la sala.

Corazón Recargado (CA #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora