Bajó del auto con una gran sonrisa de victoria dibujada en su rostro y se acercó a mí. Ella era la ganadora, y obviamente había ganado la apuesta. Tendría que pasar con ella la noche.
-¿Me crees ahora? -dijo-.
-Sí, ganaste por poco.
Su sonrisa no dejaba de deslumbrarme, era perfecta.
De repente se escuchó un disparo. Elizabeth se pegó a mí en cuanto se oyó el segundo. El público empezó a correr hacia el lado opuesto del ruido y mi escolta me obligó a agacharme.
-¿Qué sucede? -dije-.
Elizabeth se asomó y observé como su mandíbula se tensaba. Lo que sea que pasara era malo.
-Un enfrentamiento de bandas -se escucharon varios disparos-. Se están acercando, debemos irnos.
Inmediatamente nos dirigimos al auto. Entré en el asiento del copiloto y escuché a Elizabeth quejarse en la puerta del auto. Finalmente subió en el momento que los hombres armados se acercaban, y enseguida aceleró a toda velocidad. Esquivando a las personas que aún estaban cerca llegamos a una de las carreteras principales. Estábamos a salvo.
Varios minutos después llegamos al departamento de Elizabeth, con el corazón a mil entramos. Cerré la puerta y observé como se apoyaba en la barra de la cocina, su camisa blanca tenía una mancha roja. Era sangre, la habían herido. Escuché como se quejaba nuevamente y me acerqué a ella.
-Elizabeth, tenemos que llevarte a un hospital.
-No, no es necesario.
-¿No es necesario? -levanté la voz-. Te acaban de herir.
-Tony -me observó-, sólo necesito que vayas por el botiquín del baño.
Seguí sus órdenes y busqué aquella caja en la habitación indicada. Cuando regresé estaba sentada en uno de los taburetes, sin camisa ni sujetador. Tenía su espalda hacia mí, justamente allí estaba la herida, en su hombro y debajo de ella un par de cicatrices. ¿Cómo se las había hecho?
Me acerqué a ella y me observó.
-Voy a necesitar que desinfectes la herida.
Tomé el alcohol para colocar un poco en algodón, lentamente lo pasé por la zona afectada. Elizabeth se retorció y varias veces ahogó un grito mientras contenía la respiración.
-¿Estas segura que no quieres ir a un hospital?
-La bala sólo me rozó, hizo un corte nada más.
Continué con lo mío, y cuando terminé con ello me indicó lo siguiente que debía hacer. Coloqué algo parecido a un parche en su herida, con cuidado de no hacerle más daño. El contacto con su piel era desconcertante, incluso en esa situación. Lo que me tenía a mil no era el hecho de haber estado en una pelea de bandas, sino el estar con Elizabeth tan cerca, despojada de parte de su ropa, en un espacio donde nadie nos interrumpiría.
Recordé el asunto inconcluso en la oficina. Era hora de pagarle con la misma moneda. Me acerqué aún más a ella y con mis labios rocé su nuca para susurrarle al oído.
-¿Así está bien?
Asintió. Continué recorriendo cada una de las cicatrices, siguiendo con mis dedos una que llegaba hasta su abdomen. Dejó escapar un suspiro. La excitación empezaba a apoderase de mi cuerpo con el simple hecho de tocarla.
Inesperadamente se dio la vuelta. Me observó, con sus labios entreabiertos y sus pupilas dilatadas. Examiné su cuerpo a detalle, posé mis ojos en sus pechos tan perfectos como siempre. Esa peculiar oleada de calor me invadió de nuevo. Sus labios se unieron a los míos en un casto beso y después en uno apasionado, exigía más. Quería más. Mi lengua danzaba con la suya mientras masajeaba sus muslos sobre el pantalón. Abrió mi camisa con destreza para dejarla caer. Acarició lentamente mi pecho para depositar un beso allí, solté un gruñido involuntario y ella pegó nuevamente sus labios a los míos.
Besé lentamente su cuello, dejando un mordisco en su hombro que provocó que gimiera. Cada uno de sus besos, el tacto de sus manos recorrer mi espalda, los sonidos de placer que dejaba escapar, absolutamente todo me excitaba. Me besaba con mucha más pasión que aquella ocasión, sabía perfectamente que aquí nadie podría interrumpirnos. Mientras la besaba jugueteaba con uno de sus pechos, extrañaba tenerla así, enteramente para mí y sólo para mí. Repentinamente tomó mi pantalón para acercarme a ella y enredó sus piernas en mi cintura mientras trataba de desabrochar el botón. Definitivamente este momento era mucho más intenso que en la oficina.
Despegó sus labios y tomó mi rostro entre sus manos para observarme. Tenía el cabello revuelto, el verde en sus ojos casi se había perdido, sudor empapaba su frente y sus mejillas estaban tan encendidas como el labio que ahora se estaba mordiendo. Acarició mi cabello con sus manos y pegó su frente a la mía.
-No dejes de abrazarme -me suplicó-.
¿Y cómo podría dejar de hacerlo? ¿Cómo dejarla si cada parte de mi ser gritaba por ella? La necesitaba, Elizabeth era todo lo que quería. Mi mujer. Aspiré su aroma mientras acariciaba su cintura sintiendo como arruñaba mi espalda. Era imposible resistir a aquel deseo, pero justo cuando empezaba a despojarla de lo último de su ropa un sentimiento de culpa atravesó mi pecho. Detuve mi viaje y retrocedí de inmediato. Mi cuerpo la deseaba pero mi cabeza decía lo contrario, que la alejara ya que el dolor seguía pellizcando mi alma. Ningún corazón sana de la noche a la mañana, y el mío ni siquiera estaba intentándolo.
Elizabeth me observaba fijamente sin ninguna expresión, ni extrañeza ni desconsuelo. Pasó su mano por su nuca para llegar hasta el hombro donde tenía una marca de mis besos. Me sonrió y después mordió su labio, ese simple gesto provocó que algo se removiera allí abajo.
-Tengo que irme -le dije con mi voz ronca-.
Tomé mi camisa del suelo dispuesto a salir de allí, sin embargo Elizabeth estaba de pie frente a la puerta con los pechos al aire, el pantalón más abajo de sus caderas y la respiración aún agitada.
-Una apuesta es una apuesta, Tony -me dijo sonriendo-.
Nota del autor: Ahora me cae mal Tony, dejó todo en plena acción 😂✋ Como siempre no olviden votar y dejar su disgusto por Tony en los comentarios
❤️❄️
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Corazón Recargado (CA #3)
RomanceDespués de un trágico accidente Tony recibe una visita especial, alguien a quien nunca esperó volver a ver en su vida. Gracias a ello sus planes cambian, su vida se vuelve aún más agitada, y cientos de dudas y pensamientos rondan su cabeza. Es ho...