(+ 18) Sexy Estalín

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Como somos muy quisquillosos; volvimos al circo de Víctor the estropajo y registramos su despacho.
Había un montón de cosas sexys y excitantes en sus cajones, entre ellas, encontramos las bolas de Dragón.
-¡Qué bien! ¡A la mierda ser presidente! ¡Con las bolas de dragón obtendremos el retrete! -exclamé.
Nos fuimos a un sitio tranquilo y las frotamos, en vez de salir un dragón, salió un subnormal disfrazado de lagartija.
-Soy el genio de la lámpar... Digo, de mis bolas, como estoy en crisis, un concedo un solo deseo.
¿Puede ser un deseo y que vayamos añadiendo cosas cada uno? -pregunté.
-Weno, pero solo uno por cabeza.
¡Queremos el retrete dorado! -exclamamos.
Eso no pode sé -respondió- esa cosa se perdió por la U.R.S.S.
-Vale, queremos una máquina del tiempo -dije.
-¡Que sea excitante! -añadió Vince.
-¡Que tenga un dispensador de cervezas! -añadió Hank.
-Bueno, yo... Que sea resistente -añadió Desastrus.
-¡Y que cogtruya mugos! -añadió Trump.
El subnormal de las bolas las cogió y se las metió en sus partes; se fue a la parada del autobús y ahí se perdió.
Apareció delante nuestra un DeLodemear, el famoso coche de regreso al Instituto.
-Great Scott! -exclamé sin ninguna razón mientras lo encendía.
-¡Adelante, doctor! -dijo Hank.
-Actually, if you don't mind, its just the doctor -dijo uno que había detrás nuestra.
-Tiramos por la ventana al palurdo ese y su cabina telefónica azul, pillamos velocidad y nos teletransportamos.
Curiosamente, sin programarla ni nada, llegamos a un puesto fronterizo de la U.R.S.S. (Unión Ramera Sexista Subnormaliosa)
En la frontera estaba Estalín acicalándose el mostacho, mientras hablaba por teléfono:
-...no boludo, tu calva es más sensual, ¡oh! ¡No me digas eso! ¡Preciosón! ¡Mi mostacho no es nada comparado con tu calva! Por no hablar de ese culito...
Nos quedamos mirando con cara de pene.
-Wenas, queríamos entrar en su excitante país -dijo Vince.
-Adiós guapetón... -dijo mientras colgaba- ¿A QUÉ HABÉIS VENIDO? ¿QUÉ QUERÉIS?
-Queríamos entrar en su país para robarle el retrete, destruir su nación de mierda y hacernos ricos gracias al capitalismo -dijo Hank.
-Me gusta vuestra sinceridad, ahora seréis mis nuevos ministros -dijo- pero, ¿sois comunistas de corazón?
-Y de pulmón -respondí- ignore que vamos disfrazados del Tío Sam.
Entramos y una escolta que salió de la nada nos llevó hacia la pedazo mansión de Estalín.
Ahí, antes de jurar el juramento que teníamos que jurar, devíamos leer el juramento que íbamos a jurar para poder jurarlo, pero antes de jurar el juramento, debíamos tragarnos un discurso de Estalín antes de jurar el juramento...
...que teníamos que jurar.
-Aquí estoy con mi MeLenín desnudos... Aquí con mi MeLenín rozándonos mutuamente... Aquí los dos en la ducha... Aquí el que está leyendo esto, pensando en qué cojones se habrá fumao el autor... Aquí...
Todos estábamos muy aburridos, así que ayudamos a Trump a construir un muro por todo el pasillo.
Al principio funcionaba, pero su pandero meneón nos acechaba constantemente.
Se terminaron los cuadros comunistas y pasaron a las esculturas comunistas.
Todas eran estatuas de él desnudo o abrazado a MeLenín, sin duda, tenía un nombre muy raro.
Por la noche, nos había preparado la cena.
Tomad, mi amores -dijo- como decía en la anterior oración, os he hecho la cena; tortitas con exceso de nata.
-La nata era muy blanca, viscosa y transparente, no me atreví ni a tocarla con el tenedor.
Nuestro primer bocado era un trozo sin "nata", al probarlo, cada uno potamos 2566 litros de vómito.
-Tiramos los platos por la ventana, lástima que la ventana estaba pintada en el suelo.
Estalín no se dio cuenta y nos fuimos a dormir.
Sacamos nuestras tiendas de acampadas y dormimos/durmimos como un tronco.
No pasó ni una hora y Estalín llamó a nuestra puerta, entró con un látigo y lencería roja.
Dimos el chillido de nuestras vidas.
Si esta historia fuera inventada, me preocuparía gravemente por la salud mental y sexual del autor.

Razvan y el retrete doradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora