Capítulo 8

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Natsu

Me desperté en un sofá que no me sonaba y con los brazos alrededor de una persona con el cabello negro.

Tuve un momento de pánico en el que pensé que estaba abrazando a la hielera andante, pero después caí en la cuenta de que era Luce.

Espera.

Era Luce.

Sonreí aletargado y la estrujé como para asegurarme de que era real. Ella soltó un quejido en respuesta y abrió los ojos de golpe. Volvían a ser marrones.

- ¡Me estás... ahogando! -Jadeó, y yo aflojé mi agarre. En cuanto pudo volver a moverse se puso en pie de un salto y retrocedió un par de pasos. Bajó la vista al suelo.- Tienes que irte.

- ¿Qué?- Pregunté desconcertado.- ¿Por qué?

- Tú... no puedes estar aquí.- Giró la cabeza bruscamente, sacudiendo la corta melena.

- ¿Y ya está? ¿Piensas que después de buscarte por todo este tiempo te voy a dejar aquí como si nada? ¿Sin siquiera una explicación?

- Si hubieras leído esa estúpida carta, me habrías ahorrado muchos problemas.- Bufó.- Aunque conociéndote, habrías venido de todos modos.

Sonreí.

- No lo dudes.

Soltó una carcajada sarcástica y me miró a los ojos.

- Probablemente ya lo notes, ¿no es cierto? ¿No estás como cansado? ¿Sin fuerzas?

Negué, desconcertado. Me encontraba bien. Aunque, ahora que lo mencionaba, estaba un poco demasiado soñoliento. Pero no tenía ni idea de qué tenía que ver eso.

- ¡Que tenga sueño no tiene nada que ver, Luce! Sólo...

- ¡TE HE DICHO QUE NO ME LLAMES ASÍ! -Gritó.

Me quedé inmóvil, mirándola atónito. Ella no me gritaba. No así.

- Lo siento...- Murmuré.- Bien, eh, Lucy. ¿Podrías darme ahora una razón válida para que me vaya de aquí y no vuelva?

Tomó aire. Yo también. Aquella era la explicación que tanto había esperado, que tanto había temido.

- Bien, Natsu. Lo primero que quiero es que me prometas que no vas a destruir mi casa cuando te lo cuente.- Asentí, dubitativo.- Lo segundo es que te sientes. Y que no me interrumpas.- Volví a asentir.- Y lo último que quiero que me prometas es que no vas a volver a buscarme. Nunca. Cuando acabe con esto, tú te marcharás y yo seguiré con mi vida. No nos volveremos a ver. ¿Está claro?

Empecé a protestar, pero ella me calló con una mirada que, aún sabiendo que no poseía sus llaves, me hizo cerrar la boca. Pero por tanto tampoco le había prometido nada, así que...

- ¡Argh, eres un idiota! Pero bueno, supongo que solo trataba de retrasar esto.- Inspiró hondo.-  Y te repito que no quiero ni una interrupción.

>> Supongo que recuerdas cuando en la batalla de Tártaros quedasteis todos petrificados, ¿no es cierto? -Asentí, aunque no tenía ni idea de a dónde quería ir a parar.- Y ¿no te preguntas cómo hice para defenderme de todos los demonios sin ninguno de vosotros? -Volví a asentir.- Invoqué al rey Celestial.

Hubo una pausa en la que solo pude mirarla con los ojos como platos. Es decir, yo sabía que Luce era poderosa, pero de ahí a invocar al rey Celestial... Iba a decir algo, pero recordé a tiempo mi promesa de no interrumpir y solo la miré, expectante.

- Bien, eh... bueno... -Se pasó la mano por el flequillo, nerviosa, y la manga de su camiseta bajó un poco dejándome ver una delatoria línea blanca en el interior de su muñeca. La miré en silencio, nada más.- Para eso... tuve que... romper una llave. Y... eh... pues eso.

Recordé que a Yukino le faltaba la llave de Aquarious. Recordé lo que había dicho Loke. Y todas las piezas encajaron por fin.

Por eso Aquarious quería una llave nueva. Por eso.

Y yo la dejé sola.

- Lucy, yo...

- Dije que nada de interrupciones. Rompí la llave de Aquarious. Después de eso, cuando te fuiste y el gremio se disolvió, yo... me... deprimí un poco. Pero después me mudé a Crocus y empecé a trabajar en la Sorecer Magazine, y en verdad no estaba mal, ¿sabes? Pero os echaba mucho de menos. Así que aproveché mi trabajo como reportera para recabar información sobre todos. Y conseguí encontrarlos. Mi mapa te ayudó, ¿no es cierto? -Estaba en shock. No podía responder. Mi cabeza daba vueltas. Pero ella entendió mi silencio como un sí y continuó.- Me alegro.

>> Yo estaba feliz. Sabía dónde estaban todos. Podía ir a visitarlos cuando quisiese. Aunque nunca me atreví a hacerlo, de algún modo eso me hacía sentir mejor.

>> Un día me di cuenta de que mi pelo había crecido demasiado, así que llamé a Cáncer para que me lo cortase.- Su tono de voz no cambió, pero su mirada se iba endureciendo por momentos.- Cuando llegó, empezó a sentirse mal. Tanto que tuvo que desaparecer. Yo tampoco me encontraba demasiado bien, y me costaba hacer magia, pero de todos modos llamé a Crux para que me dijese qué le pasaba. Él tampoco se encontraba bien, pero en el tiempo que consiguió permanecer conmigo, me dijo un par de palabras que me preocuparon: Ellos están bien, pero tú... -Tragó saliva.- Al parecer, todos mis espíritus se encontraban mal en el mundo espiritual, por lo que pude averiguar, y yo me sentía peor cada día, así que fui al médico.

>> Al parecer, cuando un mago sobrepasa sus habilidades de una manera excesiva, crea una especie de repulsión hacia el Ethernano. El Ethernano y yo somos como dos polos iguales de un imán: nos repelemos.

>> Mis espíritus se sentían mal porque yo repelía su magia. Los magos a mi alrededor emprzaban a sentirse mal. No había magia a su alrededor. Puede llegar a ser... bueno... incómodo...

>> Estaba desesperada, así que les hice jurar a mis espíritus que no contarían nada sobre mi paradero, borré sus recuerdos de los malestares de las semanas anteriores y...

Me enseñó las muñecas. Y quise gritar. Romper cosas.

Pero había prometido no hacerlo y yo sabía cuan importantes eran las promesas para los magos celestiales.

- No... no quería suicidarme. En verdad ni siquiera sé por qué lo hice. El caso es, que aunque haya dejado la magia, sigo repeliendo el Ethernano. Y sigo siendo maga. ¿Sabes lo que eso significa?

Negué con la cabeza, aturdido.

- El síndrome de deficiencia mágica puede llegar a matar a un mago. Lo sabes. No hacer magia solo lo retrasa, pero al final... al final...

La miré a los ojos. Estaba llorando, pero aún así, sonreía.

- Al final moriré.

Tears ~ Fairy Tail NaLuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora