Infierno Helado © [Libro 1]

Capítulo 13

El viaje al instituto con Natalia transcurrió en silencio. A pesar de que le dije que olvidara el tema de lo sobrenatural no lo hizo. Pero era mejor estar en silencio que escuchar sus preguntas y sentir remordimiento de conciencia por no poder responder con la verdad. Cuando llegamos, ella bajó primero y no me esperó así que me dirigí sola a mi casillero. Al llegar al salón me encontré con Jesse, decidí contarle lo de Natalia.

Él me escuchó atento, bajé la voz cuando empezaron a llegar los primeros estudiantes.

–...Y no sé qué hacer ¿Qué harías tú?

–Bueno, yo pasé por lo mismo.

– ¿En serio?

–Sí, tenía un amigo en Bretder, se llamaba Sebastian y es como mi hermano.

– ¿Le contaste la verdad?

–Bueno... no pensaba hacerlo pero me vio usando mi poder.

– ¿Es en serio? ¿Cómo actuó?

–Primeramente, no fue mi culpa. Habían pasado unos cuantos días desde que había cambiado, no podía controlarlo por completo –se queda en silencio y mira hacia otra parte–. Mi padre me ayudaba a entender cómo funcionaba todo, ese día estaba en mi habitación practicando como congelar los objetos pero con moderación pero se salió de control y mi habitación quedó congelada.

–Algunas cosas nunca cambian –bromeo por la vez en que entré a su cuarto y todo estaba hecho hielo, el rie.

–Supongo que sí –sonríe siguiéndome la corriente–. La cuestión es que él llegó justo en ese momento, al ver mi habitación en ese estado claramente se sorprendió. No pude darle una buena excusa pero, ¿qué podía decir? mi habitación estaba congelada. Así que le conté la verdad.

– ¿Te aceptó así? ¿Actuó bien?

–Sí, pero le costó aceptar que su mejor amigo no era humano.

–Espera ¿qué edad tenían?

–Doce –tuerce el gesto ante mi pregunta.

–Entonces cambiaste a los doce... Yo tengo diecisiete y no veo ni el asomo.

–Sabes que eso pasa, podrías cambiar incluso a los sesenta.

–Lo sé pero me imagino que entre mayor, peor. Más complicado –hago una pausa recordando el tema principal–. Pero lo que quiero saber ahora es... ¿podré decirle la verdad a Natalia?

–¿Confías en ella?

–Sí, confío en ella.

– ¿Entonces qué es lo que te ha detenido de decirle la verdad?

–Lo que me detiene es que también hay riesgos, los cazadores asesinan a los orígenes pero también a los que saben de ellos.

–Puedes advertirle sobre eso también. Hay una cosa más...

– ¿Y si no me acepta? ¿Y si le doy miedo y se aleja?

–Si en verdad es tu amiga y te quiere te aceptará tal y como seas.

Le sonrío, agradecida por sus palabras.

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Contesto las preguntas, reviso el siguiente párrafo en el libro y luego lo apunto en el cuaderno.

–Williams –me llama el profesor, levanto la cabeza al escuchar mi nombre–. Ve a la biblioteca y tráeme dos libros de historia, dos de tus compañeros no trajeron su libro.