Capítulo 19

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Me fijo en la pizarra que Elías trajo para que viera. Hay fotografías, recortes de periódicos y notas. Todos estos están unidos por un cordón rojo. De alguna manera una cosa lleva a la otra.
—Lo que hemos aprendido de los cazadores es que se dividen en grupos y siempre hay un líder en ellos.— Dice Elías lentamente.
Yo escucho cada palabra al igual que todos en la sala, me incomoda el hecho de que todos me observan como si fuese a escapar.— Esos líderes se reúnen una vez al mes, suponemos que es para reunir datos de dónde hay más grupos de orígenes, en otras palabras cuál es el próximo lugar a visitar.— Asiento, entendiendo todo hasta ahora.— Ese es nuestro plan, atacar a los líderes y así poder dominar al resto.
Frunzo el ceño— ¿Dominar?
— No es lo que piensas, digo dominar refiriéndome a que los haremos caer, perder el mando.
—¿Y cómo piensan saber en qué parte del mundo se reunirán próximamente?
Elías mira a Caín y yo hago lo mismo.
Él es el próximo en hablar.
— Queríamos atraerlos, si uno de los grupos venían, significaba que un líder también lo haría y así podríamos sacar información. Por eso las muertes, queríamos atraerlos.
Sus ojos se mantienen fijos en los míos mientras me explica.
No puedo perdonarlo, a pesar de que todo era un plan. Al mirarlo siento repulsión, siento odio. A pesar de saber que tuvo un pasado doloroso, a pesar de saber lo que le pasó a su madre, a pesar de saber que sus intenciones no son del todo malas, a pesar de saber que su belleza es exótica y atraería a cualquiera. A pesar de todo eso no puedo evitar odiarlo.
—Y ahora que los planes han cambiado... ¿Cómo los atraeremos?— Pregunto.
—Buscaremos más opciones pronto.

Pienso en una opción, James podría ser la clave. No sabía si él era un líder pero seguro sabía algo. Claramente no iba a hablarles sobre James, aún no. Pero esa información podía usarla con mi grupo.
—Abby.— Me llama Caín con voz suave. Lo miro.
—Dime.
—Te tenemos una propuesta.
Y con esas palabras hace que mi pulso se acelere por los nervios.
—¿Cuál propuesta?
—Debes pensarlo antes... Mi propuesta es que tus poderes se enciendan.
—¿Qué? Yo... Yo no puedo hacerlo, no sé cómo.
—Nosotros lo haremos, te ayudaremos a acelerar el proceso.
—¿C –cómo?
¿Eso es siquiera posible? Y si lo es..
No, no estoy preparada para eso, tanto poder se activará en mí, es posible que ni siquiera lo controle.
—No... No estoy lista.
—Lo entiendo, por eso te dije que lo pensaras.— Mi rostro debe demostrar preocupación porque prosigue.— Ya lo hemos hecho antes.
—¿Enserio?— Pregunto.—¿Con muchos orígenes?
Asiente.— Sí, lo hicimos recientemente con un chico del pueblo, estaba a punto de morir, su poder es de hielo y ni siquiera sabía lo que era hasta que probé salvarlo.
—¿Por qué lo harías? ¿Por qué lo salvarías?
Me mira.— Porque... Sabía que no estaba listo para morir y vi en él potencial. Así que si quieres, podemos acelerar el proceso. Podemos ayudarte a controlarlo y entrenarte para la guerra, tu participarías no te quedarías atrás.
Pienso en el chico, pienso en cómo habrá sido para él estar muriendo y luego haber despertado descubriendo un nuevo mundo, uno que antes no conocía. También pienso en la opción que Caín me da en estos momentos. Ser un origen de fuego, ser entrenada junto con las mujeres afuera. Podría controlarme...
—Lo pensaré, prometí hacerlo pero no me presiones con eso.
—Lo comprendo.— Dice.— Si cambias de opinión...
Asiento.
Quiero volver a casa, quiero saber si mis amigos y familia están bien. Deben estar preocupados, deben estar buscándome.
—¿Puedes llevarme a casa?— Pregunto.
No debería ni preguntarlo siquiera.
Natasha me mira mal, bueno, no es que eso fuese algo nuevo.
—¿Vas a irte? No me mal intérpretes, odio tu presencia pero se supone que te quedes y nos ayudes a...
—No.— Digo.— Yo tengo que volver a casa.
—No nos sirves.— Dice ella y mira a Caín.— y lo sabes.
Este aparta la mirada de ella.— Nos vamos.— Dice en mi dirección.
Empieza a caminar a la salida.
Miro al grupo y no sé qué hacer, se me ocurre lo más humano. Despedirme.
—Bueno... Adiós.
Natasha y Jordy me miran como bicho raro, Elías es el único que me sonríe.
—Adiós Abby.
Acompaño a Caín a la salida. Escucho la puerta cerrarse y suelto aire aliviada de que no hubieran más ojos viéndome.
—¿Estamos muy lejos?— Le pregunto.
Sus pasos son rápidos y largos así que me cuesta un poco seguirlo. El cielo ya estaba bastante oscuro, lo que demuestra que nos hemos dilatado demasiado.
—No, te haré aparecer en tu casa.— Dice con voz indiferente.
Nos mantenemos en silencio mientras salimos. Los niños ya no estaban fuera. De hecho, ya no había nadie fuera.
—¿Dónde están todos?— Pregunto observando el lugar vacío.
No todas las cabañas tenían las luces encendidas.
—Hacen guardia.
Él vuelve hacer lo que hizo al principio. Coloca la mano en la barrera invisible y entonces estamos del otro lado.
Caín se gira bruscamente.— Antes de que regreses tengo que preguntarte algo.
Asiento.
—¿Cómo lograste encontrarme?— Pregunta.—¿Cómo... Supiste lo de mi madre?
Me mira serio, hay inseguridad en su mirada.
—No estoy segura de que deba decírtelo.
—Ahora estamos juntos en esto, no pueden haber secretos porque algunas cosas pueden ser claves para el plan.
No creo que esto lo sea, no le creo eso en absoluto pero decido decirlo de todas formas.
—El collar. Lograba verte de alguna forma, al principio no sabía lo que pasaba hasta que poco a poco lo fui descifrando. Pude verte en el acantilado, pensando en las muertes que sucederían, lo vi en modo de un sueño y cuando desperté lo olvidé, luego me golpeé la cabeza y me vino a la cabeza de pronto. Es algo extraño, puedo ver lo que está a tu alrededor, es como si fuera tú por un momento, puedo sentir lo que sientes y ver lo que tú ves.
Está frunciendo el ceño.— No sabía que el collar fuera capaz de hacer eso.— Admite. Por un momento su mirada se pierde, como si analizara todo lo dicho.— Necesito que me lo devuelvan.
—Lo tiene Sebastian pero ¿Por qué es tan importante para ti?
Su mirada se oscurece de nuevo y aprieta con fuerza la mandíbula.
Está claro que no quiere hablar del tema.— No es tu problema. Ahora acércate, te enviaré de nuevo a casa.
Me paro frente a él y alargo las manos a las suyas.
Antes de cerrar los ojos me dice.— Sabes cuál es tu parte. No lo olvides.
Empieza a entablar el hechizo y luego desaparezco, siento como nuestro agarre desaparece y como me envía al vacío.
Mi trasero choca con el suelo de madera de mi casa.
Jadeo.
Estoy en la sala, me pongo de pie rápidamente y miro a mi alrededor.
Por lo menos había cumplido con traerme de vuelta.
Corro hacia el sótano y bajo las escaleras corriendo, no hay nadie.
¿Dónde están todos?
Miro mi celular en el piso y me arrodillo para llamar.
Marco el número de Jesse y lo escucho repicar.
—Abby.— Dice sin aliento.— Gracias a Dios.— Susurra.— Dime que estás bien ¿dónde estás?
—Estoy en casa, por favor dime que estás bien, que todos lo están.
Lo escucho soltar aire. Mi corazón late rápidamente por la adrenalina.
—Te buscamos por todas partes, no pudimos sentir tu esencia. Vamos de regreso, por el amor de Dios, no te muevas de ahí.
Su voz está llena de angustia.
—Te espero.— Digo y cuelgo.
Vuelvo a subir las escaleras.

Infierno Helado © [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora