CAPITULO 2

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Al fin llegó a casa de sus padres, tenía unas ganas inmensas de desahogarse. Allí estaba su hermana, la cual habría ido a visitar a sus padres.

-¡Oh! Daniela, que bien que estas aquí. Llevo varias semanas sin saber nada de ti.-dijo Adriana, su hermana mayor, mientras le daba un fuerte abrazo.

-Menos mal que estáis todos aquí, tengo que contaros algo.-dijo Daniela mientras de sus ojos caían unas cuantas de lágrimas.

-Hija, ¿qué te pasa?-dijo preocupada la madre al ver que Daniela comenzó a llorar.

-Eso digo yo, ¿qué te ocurrió?-dijo el padre también muy preocupado.

-Sentaros, os contaré.-dijo Daniela mientras se intentaba secar algunas lágrimas, pero era imposible puesto que la situación tampoco era para menos.

-Bien, cuéntanos.-dijo Adriana a la vez que se iban sentando.

-Pues.. Nicolás me dejó.-dijo mientras se derrumbaba ante los brazos de su hermana.

-Lo siento hija, pero no te puedes poner así, la vida sigue y da muchas vueltas, tienes que aprender a salir de cada palo que te dé, sino nunca sabrás realmente lo que es vivir.-dijo su padre intentando calmarla.

-Hazle caso a papá, dice toda la verdad cariño.-dijo su madre realmente preocupada.

-Vamos, la vida sigue, no te puedes hundir ahora, con tan solo veintitrés años. Ya has terminado tu carrera y pronto podrás ejercer de maestra, lo que tanto te ha gustado desde pequeñita, tienes que seguir como hasta ahora, no te dejes hundir por nadie y si sabes lo que realmente vales, busca lo que te mereces.-dijo su hermana mientras le daba otro gran y efusivo abrazo.

Después de un par de horas, Daniela salió de casa de sus padres un poco más tranquila, y a la vez muy agradecida por el gran apoyo que le habían brindado.

Se montó en el coche, y le dio de nuevo las gracias a su familia por todo.

-Mañana te vienes a comer, comeremos todos juntos, hace tiempo que ya no hacemos una comida familiar.-dijo la madre con una pequeña sonrisa.

-Está bien, estaré aquí cerca de las dos, un beso a todos.-arranco el coche y salió de allí.

Mientras iba en el coche, a pesar de que en su cabeza solo estaba Nicolás, dejó este tema a un lado y empezó a pensar en la verdadera suerte que tenía de tener una familia como la suya. La verdad es que lo mejor en la vida no son cosas, son personas, y ella se sentía muy afortunada de estar rodeada de los suyos, de su familia. Este momento de reflexión se vio interrumpido por el sonido de su teléfono móvil. Era su amiga Marta

-Dime marta.-dijo intentado disimular la preocupación que rondaba por su cabeza en ese momento.

-¿Qué tal Daniela?-le dijo su amiga.

-Bueno, se puede decir que regular, iba ya para casa.-dijo algo desganada.

-¿Regular? Bueno, yo te llamaba por si querías quedar esta noche y dar una vuelta, así de paso ya me cuentas qué tal todo y qué es eso que te hace estar regular. -le dijo la amiga intentando que la joven le dijese que sí.

-No sé si es el mejor momento para salir.-le dijo algo apenada.

-Pero, ¿qué es lo que te sucede? ¿Has quedado con Nicolás y no puedes?, si es así dímelo y lo dejamos para otro día.-dijo la amiga insistiéndole.

-No, no es nada de eso.- respondió cabizbaja.

-Está bien, no te insistiré más, si quieres quedar me lo dices y quedamos, sino lo dejamos para otro día, no pasa absolutamente nada.-dijo la amiga intentado quitarle algo de hierro al asunto, ya que estaba notando que Daniela no estaba bien.

-Bueno vale, quedamos hoy, no creo que venga nada mal quedar con una amiga de toda la vida, me hará sentir bien.-dijo suspirando.

-Claro que sí. Nos vemos a las nueve en la puerta del centro comercial, ¿te parece? -le dijo contenta.

-Está bien, allí estaré, un beso.

A pesar de haber aceptado la invitación a salir esa noche, Daniela no estaba muy segura de ello ya que ella y su ánimo no estaban en el mejor momento.

Algo más que un simple amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora