OBLIGADO.
Mi vida es horrible.
Me encuentro ahora yendo a una cita con Bryan. ¡Una cita con Bryan Mouque! El chico que preparó todo un espectáculo para mí y yo simplemente esquive ingeniosamente cada uno de sus movimientos es ahora con quien deberé encontrarme. Aja, con ese voy. Todavía no puedo creer que acepté salir con Bryan, y que yo haya sido quien lo invitó. Pero en mi defensa diré que todo fue culpa de tres personitas que no paraban de fastidiarme toda la bendita semana.
Mientras yo me encontraba coqueteando con cualquier chica que encontré –cabe recalcar que era preciosa–, Alonso y Jos vinieron a mí y, llevándome como su rehén, fui reunido con Alan en el salón de artes. Los tres impidieron que saliera del aula sin antes escucharlos, pero estaba más ocupado en recuperar la atención de aquella morena que en sus patéticos discursos morales, sociales y sentimentales. Estaba desesperado, la chica era de intercambio, no pienso perder mi oportunidad con una brasileña como Chantal. Sin embargo, tuve que permanecer callado y sentarme en uno de los pupitres, pues fui amenazado por Alonso, quien prometió azotarme con su látigo. Ese rubio tiene un gran fetiche que deberá solucionar o ninguna chica querrá salir con él.
—Bien, ya estoy aquí. ¿Qué es lo que quieren? —pregunte exasperado, deseando con todas mis fuerzas salir del recinto.
—Cierra la boca y escucha lo que tiene que decir Alan —masculló el de ojos grandes—. Es una propuesta.
—La única propuesta que quiero escuchar es la de Chantal suplicando un revolcón conmigo.
Recibí un tremendo golpe en el brazo, cortesía de Jos, y luego un latigazo en la pierna derecha que dolía como el infierno. Grité tan fuerte que creo haber reventado los oídos de mis amigos.
—¡¿Eso que fue?! —chillé adolorido, pasando mis manos por la pierna.
—Para qué calles y nos dejes hablar a nosotros —sonrió Alonso, enredando su látigo como si el objeto fuese un útil tan habitual en la escuela—. Alan, ya díselo.
Alan, que permanecía sentado en el escritorio con su expresión seria –como siempre–, me miró detenidamente mientras levantaba los brazos hasta dejar reposar los codos sobre la mesa y unir los dedos de sus manos. Respiró profundo y luego lo soltó, relajando los hombros. Se levantó bruscamente y golpea la mesa con la palma de sus manos. No cambió de gesto, parecía amargado la mayoría del tiempo y serio con cualquier tema, y esta no era la excepción.
—Freddy, tendrás una cita con Bryan.
—¡¿Qué?! ¡Por supuesto que no! –protesté, levantándome de mi asiento. Me cruce de brazos y voltee la cabeza hacia otro sitio— De ninguna manera, no soy homosexual. Además, tengo citas más importantes... ¡Ahaha!
Alonso me soltó otro latigazo ahora en la espalda que me mandó de rodillas al suelo inmediatamente.
—¿Esto es legal? ¿Golpear a tu mejor amigo con un látigo es legal?
El menor del grupo sonríe con gracia y sus mejillas se ponen levemente rojas.
—Imagina que estas en una sesión sadomasoquista, te parecerá placentera una vez que te acostumbres —de pronto sus ojos cambiaron a un verde oscuro y una sonrisa maliciosa apareció en sus labios—. A menos que te portes mal y tenga que tomar medidas drásticas.
Su timbre de voz paso de aguda y tierna a una ronca y baja, algo que me puso los pelos de punta. Me incorporé con un poco de dificultad del suelo, alejando de mis pensamientos el dolor punzante en la espina dorsal, y una vez de pie regresé con Alan.
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A-M-I-G-O-S (Breddy Meyva) | #BreddyWeek |
FanfictionNo importa cuántas veces tenga que intentarlo, seré más que un simple amigo para ti. -Bryan Mouque. | Publicada: 13/Febrero/2017 | | Terminada: 19/Febrero/2017 | || PROHIBIDA LA ADAPTACIÓN Y/O PLAGIO || || Basada en la GolddyWeek/Parsica ||