AU Favorito.

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WELCOME TO HELL

Ambos costales pesaban demasiado.

Nunca creí que fuese tan difícil cargar a mis padres. Antes podía levantar a mi madre con gran facilidad. A ella le gustaba que la saludara con un beso en la mejilla y un giro en el aire mientras la sostenía en mis brazos. A papá nunca lo pesé, pero siempre fue un hombre delgado y alto. Como yo.

Sus cuerpos inertes pesaban, y el viaje hasta el panteón era endemoniado. La noche sí que es fría. Pero no tan fría que la muerte.

Cavé dos hoyos, y metí a mis padres en ellos. Mamá al lado izquierdo y a papá del lado derecho, dejando un espacio hueco entre los dos. Sí. Los enterré.

Me presento; Hola, soy Freddy Leyva, y acabo de matar a mis padres... mientras dormía.

En esta situación la mayoría de la gente estaría, quizá, algo aturdida después de asesinar a sus padres mientras está dormido, pero yo no era parte de la mayoría de la gente.

Verán, yo había estado luchando contra mi deseo imparable de matar cosas toda mi vida, puede decirse que tengo ligeras tendencias homicidas. Pero mi diagnostico jamás fue una inquietud para mí. No. Lo que me inquietaba era lo que iba hacer a continuación...

—Bueno, amigo —saque mi cuchillo de veinte centímetros y de punta afilada del borde de mi pantalón—, nunca pensé que te encontraría al final de tu camino.

Lo vi con una sonrisa, la cual se podía reflejar en su reluciente material pulido.

—Mmm, ¿últimas palabras?, ¿un discurso? —me cuestioné, pero pretendía matar el tiempo (solía ser mi terapia, pues "matar el tiempo" sonaba muy literal para mí, y evitaba que asesinara algo de verdad). —Supongo que no importa. No es como si alguien me estuviera viendo o escuchando.

Clavé el afilado cuchillo sobre mi estómago y lo rodé varías veces dentro de mí. Me apuñale unas cinco veces antes de perder el conocimiento. Fue maravilloso. Nunca antes había sentido el dolor. Morir ha sido gratificante. Dolor, agonía, terror, sufrimiento. Increíble.

—¡Bienvenido al infierno! ¿Te doy una mano?

Abrí mis ojos.

—Ah... Claro. Muchas gracias, señor.

Su mano tomó la mía. El hombre dio un giro de 180º por el aire, como si volara, y me levantó del suelo. Luego de parpadear me encontraba en una clase de dirección empresarial con escritorio, sillas de piel, una puerta con su respectiva cortina y la típica computadora dinosaurio con la portada del inframundo y flameantes demonios hembras mostrando el trasero. Parecía un lugar común y corriente al del mundo humano. Pero aquel archivero que hacía ilusión a ser infinito (y creo que lo es), me recordaba y recalcaba que no me encontraba en la tierra como aparenta.

—¡Ésta es mi oficina! —dijo el sujeto. —Toma asiento.

Me acerqué a las sillas de piel. El sujeto de aspecto relajado y fresco, parecido a un ruso, delgado, alto, cabello rojizo-naranja y barba al estilo santa, se colocó sobre el escritorio.

—¿Sabes por qué esta aquí, señor Pacheco Leyva?

Sentí mis mejillas arder.

—Aaammm, porque yo maté a mis padres... y me suicide. —Había sonado más como una pregunta. Era como si mi cabeza esperara a que aquel sujeto me contradijera.

—Si, bueno, yo también mataría a mis padres si me apellidará Pacheco. —dijo mientras se veía las uñas vanidosamente y sonreía para sí.

—¿Y dónde está toda la gente, la sangre y el fuego? ¿Por qué no estoy siendo torturado mientras hablamos sufriendo toooda la eternidad?

A-M-I-G-O-S (Breddy Meyva) | #BreddyWeek |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora