Primera Cita.

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OTRA VEZ

Somos grandes idiotas por naturaleza, pero hay días en los que nos volvemos muy estúpidos. En mi caso no debería haber más razones justificadas para que mi pierna acabe hundida en cualquier hoyo. Asemeja a que soy quien abusa de mi propia torpeza.

¿Que qué fue lo que hice? Mmm... Les contaré.

Bryan puede ser la persona más dulce de todo el universo. El más carismático. El más listo. El más atento. El más romántico. El más de todos los atributos que se le pueden dar a una persona. Bryan los tiene todos. Desde un organismo reproductor dotado a un corazón puro, honesto y fiel. Todo absolutamente.

Pero hay una cosa... Es pequeñísima y casi no se le ve. Pequeña.

Bryan puede ser el ser humano más crédulo del mundo. Y lo digo verdaderamente enserio. Crédulo a morir. Y celoso. Pero ese tema ya lo mencione anteriormente acerca de la pelea que tuvieron Bryan y Enrique.

Crédulo, de verdad, podría confiar hasta de los diputados de este país. Así de crédulo es Bryan Mouque.

Y no lo culpó. No. Toda su vida ha sido más que perfecta. Repleta de hipócritas promesas que fueron cumplidas obligatoriamente. Y siendo tan pequeño, fácilmente te las podrías creer; A medida de los años te das cuenta de lo mierda que fueron cada una de ellas.

—¿Quieres sándwich o una torta? —me pregunta Bryan, su mano sobre mi espalda y el rostro a sólo unos cuantos centímetros de mi rostro.

—Como me encanta el sándwich de esta cafetería. —dije.

—Bien. Sándwich será.

¿Ven lo que les digo?

—No, Bryan. Cambié de opinión. Prefiero la torta. —le digo antes de que cometa la tontería de comprarme un sándwich. Volqueó los ojos y regreso mi gesto aburrido a la mesa mientras raspo un pedazo descarapelado de pintura.

Bryan se va con una pequeña sonrisa divertida en los labios y me deja unos cuantos minutos solo. Levantó la vista y veo pasar a un par de chicas que –sí todavía fuera soltero– me habría tirado. Sin embargo, en vez de su típica rutina (guiño y sonrisa coqueta), ambas me miran con repulsión. Baje de nuevo la mirada, pues sabía que el contacto visual las invitaría a acercarse, es la primera regla de un gilipollas profesional. Le rece a todos los santos: "Por favor. Que se vayan".

—Así que vos sos la pareja de Bryan Mouque.

Alce de nuevo la vista, y como si Dios me hubiese desamparado, las dos chicas de hace unos segundos ya hacían enfrente de mí con las manos a la cintura y viéndome con ojos fulminantes. Una de ellas es argentina, o española, no sé diferenciar el lenguaje, y parecía realmente furiosa.

—¡Responde!

—Sí. —, ¿por qué? ¿Algún problema, maldita perra malnacida?

Claro que lo culo no es gripa. Siempre seré un miedoso. Así que sólo respondí. Pero mi cara se veía serena, segura, sin un rastro de intimidación.

—Claro. Quién lo diría. Alfredo Leyva hace una de las suyas. —el tono agudo y venenoso de la chica morena con su acento brasileño no me hacía tanta gracia como a ellas.

—Ajá. —exclame, indicándoles de la forma más educada posible que esto ya se había terminado.

—¿No te bastaba con jugar con los corazones de las chicas? —inquiere la rubia. —¿No tenéis ni un poco de dignidad?

—No sé de qué están hablando...

—¡Fred! ¡Ya vine!

Los tres vimos en dirección a Bryan, tenía puesta una gran sonrisa en los labios y cargaba con dos lonches recién cocinados de la cafetería en cada mano. Él dejo de sonreír durante una milésima de segundo cuando vio a las dos intrusas, pero recobró el ánimo y las saludó.

A-M-I-G-O-S (Breddy Meyva) | #BreddyWeek |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora