Cada que subía las escaleras, los ruidos se hacían mas fuertes. Lo que poco a poco fue escuchándose con claridad.
Eran gemidos.
Y una voz conocida. Jos.
Mis ojos se humedecieron, no quería pensar lo peor, pero era evidente que esa era la voz de Jos y de una chica. Abrí la puerta de mi habitación con demasiada precaución.
-J-Jos...
Susurré, ambos se me quedaron viendo. Solté un sollozo y salí corriendo.
Cruce la calle y no me detuve, aumente mi velocidad cada vez que oía los gritos de Jos.
Llegue a aquel parque. En donde nos conocimos. Y me senté en una banca, confundiéndome entre la gente.