viii.

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  Nikolai nunca había disparado un arma. Nunca había tocado una. Nunca había querido verlas.

Nunca las había escuchado.

La explosión del gatillo todavía sonaba en sus tímpanos. Estaban tan, pero tan confundido.

Le costó pararse. Su sentido del equilibrio había sido afectado. Miró a quienes lo rodeaban, todavía atontados por lo sucedido.

Los más afectados parecían ser Sam y Dean. No había manera de expresar con palabras a alarma en los rostros, la desfiguración que le provocaba a sus facciones. Pero cuando miraba hacia Castiel, lo que le deformaba el rostro al pelinegro era el terror con el que observaba a Kala.

Kala.

Ese fue su impulso para pararse. La chica seguía en la misma posición, los dedos agarrotados en el mango de la pistola. Niko no podría darle un diagnóstico médico cien por ciento seguro, pero se convencía de que la teñida estaba en shock.

Acercándose con cuidado, con miedo, la llamo una, dos tres veces. Los ojos de ella se apretaban fuerte al oirlo, más no los abría. Niko estaba aterrado: no podía saber si el arma tenía más de una bala.

Arriesgándose a tantas cosas, tomó el revólver con rapidez, sacándoselo de las manos.

Ella lo dejó ir, junto con toda su compostura.

Un grito desgarró la garganta, cayendo ella al suelo, sujetándose las rodillas. Nikolai tiró el arma a un costado, lejos, se tiró a su lado.

Cada vez que intentaba acercarse, algo lo empuja fuera de su alcance. No entendía que estaba sucediendo.

Dean si lo entendió.

Apartando al chico del camino, se arrodilló frente a ella y comenzó a murmurar algo. Los hombros de Kala se relajaban, se distendían, se iban reconstruyendo. Su sollozo era más leve, hasta que fue casi inaudible.

Solo entonces, Dean la tomó en sus brazos. Ella parecía una muñeca rota, tan pálida como la nieve, con la herida punzante y brillantemente roja.

Sam, con esfuerzo, alzó a Vas, sosteniéndolo por la cintura. El ángel seguía asustado.

-Todos afuera. Vamos a casa.

.

En el camino de vuelta, no se fueron hacía la fortaleza de las afueras. Dean, junto a William e Isak se habían encargado de llevar sus pocas pertenencias, y muchas provisiones, al pequeño internado que Sam había localizado.

El lugar, mucho más amplio, tenía espacio para cada uno de ellos, cocina, aulas, jardín, y enfermería.

Ahí estaba Nikolai, tres de la mañana, leyendo un libro en silencio. De vez en cuando alejaba los ojos de las páginas, mirando el perfil de la chica que descansaba.

Kala, por primera vez en días, estaba teniendo un buen descanso. Su pecho subía y bajaba con suavidad, las costillas ya no le dolían tanto. Habían encontrado un analgésico, se lo habian aplicado, y ella había caído dormida.

Un par de pasos lo alertaron, y poniéndose en la posición más incómoda posible cerró los ojos. El libro se deslizó al suelo, y maldijo por no haber marcado la página.

-¿Estas seguro de que no hay nadie?-la ronca voz de Castiel sonaba lejana
-Kala está en el quinto sueño, y por lo que veo, Nikolai la está acompañando.-le contestó Dean
-Estupendo. Directo al grano, entonces.
-Espera-respondió el ojiazul, cerrando la puerta.

Niko oyó el rechinar de los alambres cuando se sentaron en las camas contiguas. Aguzó el oído, buscando interpretar los murmullos.

-No puedo creer que Gabriel este muerto-agregó voz de Sam estaba algo perdida, como siempre le estuviese ausente.
-No lo sabemos con certeza Sammy.
-No, no lo sabemos, pero yo lo sentí. Si Gabriel sobrevivió, va a pasar mucho antes de que pueda volver a considerar un cuerpo. Su esencia estaba brutalmente destrozada.

A las palabras de Castiel las siguió un silencio. ¿Gabriel? ¿Esencia? ¿De qué estaban hablando?

-No lo entiendo.-Sam alzó un poco la voz, rechinaron los alambres. Se eataba acomodando.- Tiene que haber un motivo. Ella no es nada más que un humano, pero entonces formó un arma y destrozó a Gabriel. ¿Es posible, Cas, que haya algo que no estemos sintiendo?

-Mas que algo, alguien. Es muy difícil que la tal Kala sea algo y que ninguno de nosotros lo sepa todavía. Gabriel... el hizo referencia a que éramos necesarios. Yo y "mis mascotas", por citarlo de alguna manera. Que teníamos que entrenarnos para luchar.

-¿Pero contra qué? ¿Contra quién?

-No sé Dean. Ahí fue cuando lo ofendi y comenzó a golpearme.-suspiró el ángel, agotado.

Niko fingió acomodarse, para tener un mejor ángulo de escucha. Ellos aguardaron un momento en silencio, pero al ver que se quedaba quiero, retomaron los susurros.

-Esto quiere decir que esto no es real.
-Hay una gran posibilidad de que no lo sea. No es la primera vez que Gabriel planea algo como esto.
-El problema es que, si Gabriel está muerto, ¿cómo es que seguimos aquí? ¿Cómo podremos salir algún día de aquí?
-No es tan difícil Sam. Gabriel no era tonto. Si el nos puso acá, es para que cumplamos algo en concreto. Alguien. Y cuandonlo logremos... bueno, ese va a ser el boleto de salida.
-Joder.
-Joder.

Los escuchó pararse, comentar algo. El cerebro de Nikolai estaba confuso. No entendía nada en lo absoluto. Dean carraspeó, volvió a atraer su atención.

-¿Entonces?
-¿Entonces, qué?
-Que vamos a hacer. Con ellos.
-Ya lo dijo Cass. Si Gabriel nos hizo llegar a este grupo, es por algo. Vamos a dividirnos. Dean, vigila a William, Isak, Oliver, y Daemon. Cass, Angie, Demi y Wade son tuyas. Yo me encargo de Nikolai y Kala.
-¿Que hay de Blanche?
-Oh. Blanche. No te preocupes. Esa también es mía.-murmuró el castaño.

Segundos después, oyó que retomaban los pasos. La puerta se abría, y ellos salían. Nikolai abrió los ojos tan pronto como se sintió a salvo. Temblaba de frío, sudaba del miedo. El libro, todavía en el suelo, era ahora el menor de sus problemas.

¿Que mierda estaba pasando?  

indigo heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora