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Isaak corría, corría, corría. No entendía que pasaba, solo que el terror de las extremidades se desvanecía a cada paso que se acercaba a la fuente de los gritos.

Sus pies redujeron solos la velocidad al llegar al oscuro almacén, su corazón agitado.

Dean casi tropieza con el moreno, deteniéndose justo a tiempo. Le alcanzó la katana, e Isaak la hizo suya al tomarla.

Se detuvieron de a poco. Daemon blandia dagas, Sam aferraba su pistola. Castiel había aparecido a su lado, el peligro en el cuerpo, el cuchillo de ángel firmemente agarrado. Dean había optado por su mata demonios, Blanche por la vieja espada. Christianne afirmaba la Colt con dos manos. Wade y Demi tenían más miedo que armas.

Dean le pegó una patada a la reja, y las cosas se voltearon. Angie estaba aterrada sobre unos botes, y los miró todavía más confundida.

Uno de los caminantes avanzó al grupo, casi olfateando. Entonces esbozó una sonrisa.

Sus ojos brillaron negros.

Ya no eran solo zombies. Eran demonios poseyendo zombies.

Soltó un grito, se abalanzó sobre el.

Esto iba a estar bueno.

..

-Wade!-el grito desgarrador de Angie reactivo los sentidos de la castaña. Al verla se le partió el alma, tan pequeña e indefensa entre todos esos monstruos.

Podia sentir la furia correr por las venas. Nadie lastimaba a su novia.

Al momento de abalanzarse, fue frenada por un par de brazos fuertes. Sam la agarraba con dificultad, sorprendido por la fuerza que emanaba de ese cuerpo pequeño.

-¡La van a matar! ¡Suéltame, idiota!

-¿Estas loca? No son solo zombies, ¡son demonios! ¡Te van a matar en menos de un segundo!

Wade relajó los músculos, mas no el cerebro. Esas cosas los miraban sonrientes, esperando su movimiento. Solo tenían un cuchillo que podía matar demonios, y como los recipientes de estos ya estaban muertos, no era tan fácil deshacerse de ellos.

"Joder Wade, piensa. Tú puedes. Eres mejor que esos idiotas."

Necesitaban algo para poder neutralizar a los demonios, para debilitarlos a ellos y a su sangre negra.

Sangre.

Ahí solo había una cosa que podía ser opuesta a la sangre de esas criaturas.

-Castiel, mueve tu culo hasta aquí.

Al Ángel alzó la vista confundido. Miró a la chica, y luego a Dean, quien tras dudarlo asintió con suavidad.

Los pasos del ángel resonaron en el suelo, hasta detenerse junto a ella.

-¿Wade?

-Daemon, dame una daga. Cas, dame tu brazo.

El ángel no dudó esta vez. Había algo en la voz de Wade que lo advertía de no hacerlo.

La chica tomó el brazo con suavidad, analizándolo. Es como si se hubiese olvidado del arma blanca que sujetaba con la otra mano.

Fue un simple movimiento. En menos de un segundo, Castiel se agarraba el brazo con fuerza, y Wade blandia un cuchillo empapado.

Dean corrió a agarrar al ángel y la miró con odio y temor.

-¿Que mierda te pasa, idiota?

-En cinco minutos tu novio va a estar bien, pero la mía no. Los demonios son acidos, y la única forma de contrarrestar los ácidos es con una base, que es su contrario.

-Castiel es la base.  Castiel es el contrario.-susurró Demi comprendiendo, nerviosa.

-Castiel es la luz. Castiel es un ángel. Y su sangre es lo único que va a poder neutralizarlos.-murmuró con voz queda, y entonces, se abalanzó sobre ellos.

Nadie perdió más tiempo. A su pesar, e ignorando los gritos de Dean, Cas reabrió su herida. Todos fueror a mojar la punta de sus armas en aquel líquido espeso.

Tan pronto como Wade tocó a uno, despertaron. Demi no sabría definir que era más horrible: el ruido del filo en las carnes o los gritos de odio podridos.

Angie miraba aterrada. No por las cosas esas, sino por el hecho de que podía verse a si misma masacrando a los cuerpos malditos.

Los cuerpos caían y los humos se desvanecían. Los zombies sólo necesitaban ser rematados con un tiro en la cabeza, cortesía de Christianne y su bella pistola.

En medio de la confusión, Daemon estaba exasperado. Le gustaba sentirlos morir, sentirlos esfumarse. Por culpa de ellos lo había perdido todo. Se lo merecían.

Tras degollar a una cosa a la que le faltaba un brazo, acertó un cuchillazo a la pierna de otro caminante. El humo salió por el corte y la boca del adolescente, dándole tiempo a pararse para acertarle un golpe que le destruyera el cerebro.

Pero tan pronto como el humo se esfumó, resonó en el espacio un grito. Daemon miró confundido. Eso era una persona, no un caminante.

Entonces, le vio el rostro. Los cuchillos golpearon el suelo, y con desesperación alzó al joven en brazos.

El terror se alzaba en su rostro, mientras corría fuera del disturbio. Necesitaba llegar al internado. Necesitaba curarlo.

-¿Que está haciendo? ¿Daemon? ¿A donde vas?

Él ya estaba muy lejos para contestarle, pero Isaak habia logrado alcanzarlo.

-Hacia tres meses que estaba perdido Dean, tres meses. Alguien se lo había llevado.

-¿De que estás hablando?-le preguntó Sam, alterado por el esfuerzo físico. Las cosas ya se habían eliminado.

-No puede ser.-susurró Demi, consciente de lo que hablaba el bajista.

-¿Isaak?

Isaak se mordió el labio. Daemon ya se había perdido de vista.

-Del hermano de Niko. Gael Vólkov. Hace tres meses que lo estamos buscando.

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