Capítulo 12

51 8 0
                                    

Me quedé parado observando las imágenes, la cabeza no me dolía como yo creí que me iba a doler, por primera vez en mi vida después de una borrachera estaba bien.

Seguí caminando por la casa hasta que llegué a la sala de estar donde había un señora ya grande que acomodaba unas galletas en una charola.

—Hola, señora —me acerqué a ella.

Sin embargo todo fue en vano, porque comenzó a hablarme de una manera muy extraña.

Hablaba en ruso.

—¿Habla inglés? —pregunté y tomé una de las galletas.

De inmediato la señora me golpeó la mano haciendo que la galleta se me cayera. Murmuró unas cosas más en ruso y se escuchaba un poco molesta.

—Poquito —respondió al final.

—Bien... ¿Dónde estoy? —me incliné y ella me miró con el ceño fruncido.

—Señor ¿café? —habló y siguió caminando ignorando por completo mi pregunta, corrí tras ella hasta la cocina.

—Por favor, dígame en donde estoy —le volví a rogar.

La señora no me contestaba, me quedé ahí hasta que me sirvió un café y por fin se digno a hablarme.

—Abroche la camisa —me dijo y señaló mi pecho, mi camisa estaba completamente abierta dejando al descubierto los tatuajes, un poco apenado me abroche la camisa y volví a hacerle la misma pregunta que le había hecho al principio.

De nuevo volvió a ignorarme, así que decidí ya no preguntar más a esa señora y esperar a que las dos chicas que estaban desnudas en la cama despertaran.
Tomé la taza de café y me fui a la sala, tomé el control remoto y encendí el televisor. No había nada interesante por más veces que le cambiaba de canal, todo era la misma mierda.

Después de poco más de cuarenta minutos una de las chicas se dignó a salir, estaba envuelta en una sabana.
De inmediato apagué el televisor y me puse de pie.

—¿Dónde carajos estoy y cómo llegué aquí? —pregunté.

—Tranquilo bebé —dijo con voz tranquila lo cual me desespero.

—¡Nada de tranquilo! —grité y de inmediato la otra chica salió de la habitación con ropa interior nada más.

—Tranquilo —dijo ella y me abrazo por detrás.

¿A caso soy el único que no sabe que carajos sucede?

—Bueno, estoy tranquilo pero yo tengo que saber dónde estoy y cómo llegué aquí —volví a insistir.

—Estás en mi casa —habló la pelirroja.

—No te reconoce —le dijo la rubia.

—Ya me di cuenta de eso —giró los ojos la pelirroja y de inmediato comenzaron a hablar en ruso.

No me jodan.

Me alejé de las dos chicas y jalé mis cabellos y golpeé mi cabeza contra un muro mentalmente.

Mientras esas dos chicas discutían, salí de la mansión.

Realmente era impresionante, por fuera se veía igual de enorme que por dentro, había palmeras que adornaban la piscina y un gran jardín que estaba repleto de flores amarillas.
Me rasqué la nuca a modo de confusión, seguí uno de los caminos hasta el portón, donde había una especie de guardia. Le pedí que me abriera de favor, sin chistar y sin hablarme en el jodido ruso me dejó salir de la casa.
Me di cuenta de que la casa estaba rodeada de más casas así, por lo que supuse que era un lugar de gente rica.
Caminé una cuadra exactamente y me detuve a verme en un espejo de un coche, estaba desaliñado y mi cabello era un desastre a pesar de que era corto.
Seguí mi camino y justo al dar la vuelta en la primera esquina unos hombres con cámaras comenzaron a atacarme.

Enamorarte una vez más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora