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A las tres horas sonó el despertador y me levanté, 5 minutos sentado en la cama mirando a nada esperando que mi cuerpo reaccione. Bajé y agarré mi celular, me senté en el sillón y leí su mensaje:

"Hola, yo no quería lastimarte, las cosas se me fueron de las manos. Sos muy lindo y mereces a alguien mejor. Yo no soy buena para vos, necesito que salgas adelante, pero sin mí. Seguí tu vida como si fuera que nunca pasó nada acá. Yo no te amo, no te amé."

Las lágrimas empezaron a salir, me fui al baño para lavarme la cara, cepillarme los dientes y hacer mis necesidades. Me vestí agarré mi mochila y salí sin desayunar.

El día anterior me había comprado un paquete de cigarros mentolados, pero nunca había fumado, me parecía asqueroso hasta el olor.
Pero hoy estoy tan destrozado que eso es lo que menos me importa. Mientras iba caminando prendí uno. No tosí, era como si lo hubiera hecho desde siempre. Me sentía mejor, ya no lloraba y sentía que mis problemas se iban junto con el humo que soltaba.
Uno tras otro, en el camino me terminé tres cigarros. Llegué al colegio y mientras esperaba que abran prendí otro.

Estaba en la esquina apoyado en el muro de una casa. Vi llegar la camioneta del padre y en la parte del acompañante estaban Sofía y su hermano. Me miró, solté el humo, tiré el cigarro y lo aplasté con el pié mirando para otro lado.

Abrieron las puertas del colegio y entré.

Soberbia, amor y locura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora