Sabía que Norma no se iba a quedar de brazos cruzados y la vi introducirse también en la propiedad.
Dentro todo era quietud. Las plantas se estaban secando, parecía que nadie las regaba. Caminábamos agachados y cautelosos para que nadie nos viera.
--Tengo miedo, Ev -decía Norma casi tratando de contener la respiración.
--¡Sshhhhtttt, -le dije poniéndome un dedo sobre los labios y luego a señas le indiqué que siga caminando.
Decidí caminar al lado opuesto de la mansión, llegamos a las caballerizas donde no había nada ni nadie, ni una sola vida se encontraba en ese lugar. A excepción de nosotros dos. Todo estaba en el abandono.
Estuvimos por un rato mirando de lejos la casa pero no percibí movimiento alguno.
Comenzamos a andar por el lugar como "Juan por su casa"; llegamos hasta la parte trasera de la casona. Norma miraba por una ventana el interior, al parecer era la cocina lo que alcanzaba a distinguir, todo era muy lujoso.
Yo buscaba algo con qué poder abrir una puerta pero nada de lo que veía me servía; en eso mi hermana se recogió el cabello y sacó de la bolsa de su pantalón una liga y un pasador. Hacía calor y supongo que se disponía a recogerse el cabello.
--Oye, dame eso -le dije, quitándole el pasador.
Lo introduje por el orificio de la cerradura y comencé a manipularla hasta que cedió.
Nos quedamos mirando por unos segundos como pensando en lo fácil que había sido.
--¿Y ahora qué, hermanito? -me pregunta Norma.
--Entraremos -contesé.
--Tú por delante, por favor -suplica ella.
Normalmente yo no le tengo miedo a nada y siempre trato de resolver mis problemas pero en esta ocasión sentía una opresión en el pecho pero eso no me impidió seguir adelante. Nada me detendría para encontrar a Noelia. Casi podía oír los latidos de mi corazón y juro que el de Norma latía como locomotora.
Noté que una de las hornillas de la estufa estaba encendida. Algo se cocinaba en una olla.
Norma quitó la tapa, vio una pierna de pollo y unas cuantas verduras cociéndose. Se despidió un aroma agradable.
--Sabes una cosa, Ever, nos tenemos que ir de aquí. Esta casa no está abandonada como parece. Alguien vive aquí -me ordenó en voz baja y dirigiéndose a la puerta que minutos antes yo abrí clandestinamente.
--Si quieres te puedes ir, pero yo me quedo. Debo encontrar a Noelia. Además ese pollo cocinándose me dice que ella está aquí -le respondí.
--¿Y si no es ella la que está cocinando esta comida? ¿Y si la tienen secuestrada? ¿Y si esta comida la está haciendo su verdugo? -insistía ella impaciente. En el fondo sabía que por nada del mundo me dejaría solo en una situación como esa.
--Ok. Solamente vamos a ver un poco más y nos vamos.
--Está bien. En serio que eres terco, Ev.
Cruzamos la cocina y llegamos a un largo pasillo oscuro. Caminamos lento y casi sosteniendo la respiración.
Al terminar el pasillo, el cual medía alrededor de 5 o 6 metros, había una puerta la cual no tenía cerradura; la empujé y se dejó ver una luz color violeta que invadía la habitación. De repente la luz ya no era violeta, sino roja, y luego amarilla, después se tornó verde.
La habitación no tenía ventanas. Nos adentramos en ella y nos causaba risa ver cómo nos cambiaba el color del cabello conforme cambiaba el color de las luces.
De pronto oí que sonaba un celular y recriminé a Norma.
--Ssssttthhh..... Apaga tu móvil, Norma -le dijo Ever en voz baja.
--No soy yo. No me traje mi celular.
--Oh, no! entonces tenemos que escondernos.
Buscamos rápidamente algún lugar donde meternos y lo único que encontramos fue una caja grande de cartón. Los dos cupimos bien. Aunque ahí olía a perro, nos aguantamos ahora sí, casi literalmente, la respiración.
Escuché pasos y luego la voz de un hombre:
--Ya te dije que la vieja no quiere hablar.
Silencio....
--Que siiiiiii. He hecho todo lo que me has dicho pero no canta.
Silencio...
--Es que me da pena electrocutarla. Imagino de repente que es mi madre o mi abuela.
Silencio...
Silencio...
Silencio...
--Está bien, yo me encargo. No es necesario que vengas. Por ahora le daré algo de comer. Ya tiene 3 días sin probar bocado.
Silencio...
--Recuerda que tengo que seguir buscando a Noelia. La última vez que la vieron estaba en el hospital acompañando a un chico.
Silencio...
--Que no, Rodrigo, ya te dije que no sé quién es ese chico.
Silencio...
--Averiguaré todo, no te preocupes.
Silencio...
--La vieja estará sola toda la tarde. Volveré a eso de las 8. Adiós.
Silencio...
--Es que si no le doy de comer se va a morir y así no nos servirá de nada.
Silencio...
--Ya te voy a colgar y no me trates como a un tarado. Yo sé muy bien hacer mi trabajo.
Cortó la llamada y se abrió la puerta; se oyeron pasos, caminó muy cerca de donde estabamos escondidos pero pasó de largo. Luego se escuchó que sacó unas llaves y abrió una cerradura. Después el rechinido de una puerta al abrirse. Luego al cerrarse.
Estuvo ahí alrededor de 10 minutos y luego salió.
Nosotros permanecimos inmóviles hasta que ya no percibimos un solo ruido.
Luego salimos de la caja.
--Ese hombre abrió una puerta con una llave -dijo Norma.
--Sí, pero ¿dónde está la puerta? No veo nada. Estas luces ya me marean.
Buscamos por toda la habitación hasta que ella recorrió una cortina y dio con una puerta cerrada con llave. Se quitó el pasador del cabello y me lo dio invitándome a abrir.
Hice lo propio y en menos de 30 segundos ya teníamos acceso. Entramos. La habitación tenía la luz encendida y tampoco tenía ventanas. Había una cama y una mujer estaba acostada en ella. A un lado de la cama había una mesita y encima de ella había un plato hondo con la comida que se cocinaba en el fuego cuando entramos a la casa. Eso supuse.
--¿Quién es usted, señora? -le pregunté, acercándome y tomándole una mano para checarle el pulso.
La mujer tenía los ojos cerrados y al instante los abrió.
ESTÁS LEYENDO
DIARIO DE UNA EX-PRESIDIARIA
RandomQUÍEN IBA A DECIRME QUE UN PEQUEÑO ATROPELLO A MI PERSONA IBA A TERMINAR EN UNA HISTORIA BASTANTE CRUEL, TRISTE, DESGARRADORA...PERO A LA VEZ TAN EMOCIONANTE