EL ACCIDENTE

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Era sábado por la tarde y aun no terminaba la tarea de Patología y Terapéutica Dental II. Fácilmente me llevaría hasta el domingo con ese trabajo.  De repente hubo un corto de luz en la casa y puuufffff...  cero internet... y ya no pude seguir con la tarea.

Agarro rápidamente lo necesario para ir a un cibercafé que está a dos cuadras de mi casa y salgo de mi habitación. 

--Heyyyy,  ¿a dónde vas tan deprisa? -me pregunta Norma, quien iba subiendo las escaleras mientras yo bajaba.

No le contesté y seguí mi carrera hacia la puerta.

--Te estoy hablando, Ever -continúa mi hermana pero yo solo giro la cabeza y mirándola a los ojos le digo:

--Hablaré contigo ahora que vuelva, ¿entiendes?

--¿De qué? -interroga ella pero yo no le contesto y salgo de casa a toda prisa.

Mis pies casi no tocaban el suelo. Quería que me salieran alas. Deseaba volar para llegar lo antes posible y seguir con mi trabajo.

En mi loca carrera crucé la calle sin precaución y de pronto... nada.  Sólo oscuridad y silencio.

Desperté en la sala de urgencias de un hospital.  Recostado en una camilla una enfermera me estaba checando la presión. Me habían atropellado.

Me llovieron preguntas de ella y de el doctor que me estaba atendiendo.

Al ver que no tenía nada grave me dieron de alta.

--Tuviste mucha suerte de que tu novia condujera a velocidad lenta -me dijo el médico.

--¿Mmi.. mi novia? -contesté aturdido.

--Sí, tu novia -me lo repite y luego agrega- ya te puedes ir a casa muchacho. Cuídate.

--Oiga, doctor. y... emmmm. ¿dónde está mi novia? -le pregunto desorientado.

--Ahí -dice el doctor apuntando con una pluma hacia unas sillas.

Miro hacia donde me dijo el médico pero en ese lugar había dos chicas; una vestía una blusa verde con un escote tan grande que dejaba ver la mitad de sus pechos. Y unos vaqueros despintados y rotos.  El cabello rubio ondulado le caía sensualmente por encima de sus pechos. Los labios rojos me hicieron imaginar mil cosas deliciosas con ella. 

De pronto se levanta de su silla y camina hacia mí.   Los pechos se le movían y mi corazón latió a mil por hora que casi creí que me daba un infarto... no podía respirar.... ¡Oh, Dios.... esa chica es mi... mi... ¿mi novia?

Estuve a punto de extender la mano para saludarla y agradecerle por haberme llevado al hospital, pero...

DIARIO DE UNA EX-PRESIDIARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora