5

746 76 44
                                    

Todo se vino abajo en junio, cuando comencé a pasar mis días en la embajada Fontaine. Abigail se mostraba más distante, ya no venía a dormir conmigo. Pero lo que más me atormentaba era la falta del cariño al que me había acostumbrado, solo intercambiábamos unas conversaciones al día y pensé que era mi imaginación el que evadiera mis ideas de pasar tiempo juntas, pero algo dentro de mí ya sabía lo que ocurriría.

Los paseos con Sir William me distraían al menos por unas horas al día donde no me carcomía la cabeza por Abby. También comencé a leer aquel libro del que tanto hablaba el duque, no voy a mentir, se lo recomendaría a todo el continente si pudiera. Como toda persona ilusionada, me identificaba con la forma en la que el autor, anónimo por cierto, relataba el enamoramiento con pequeños pasos hasta llegar a la pendiente y caer sin retroceso.

Todos los escritos de amor trataban sobre Abigail Dalton ante mis ojos, estaba completamente intoxicada de su amargo cariño, qué tonta fui.

Ese día estaba feliz, danzando por aquella bonita residencia, encaramelada con los preciosos jardines, el duque pisándome los talones. Solo se encontraba él, sus padres habían regresado a Versalles para ver a sus hermanas.

Ya me había aprendido de memoria los pasillos y el nombre de sus flores. Hasta los vigilantes me saludaban, quiero creer que se entristecieron al enterarse de que solo se trataba de una visita rápida para dejarle mi poemario favorito a Sir William.

Me despidió con un beso en la mejilla y yo sentía que resplandecía, no por él, sino porque planeaba burlarme con Abby de la cantidad innecesaria de objetos y adornos que poseían para cumplir los deseos de su madre. Tal vez era un mecanismo de defensa para esconder mi envidia, uno solo de esos adornos podría sacarnos de la situación que nos venía persiguiendo.

Tenía planeadas las palabras "Acabo de ver una estatua de un gato con delantal, lo juro...". Junto a ideas para llamar su atención y que todo fuese como hace unas semanas otra vez. Pero no pude recitar mi discurso porque a penas llegué a mi alcoba, Abby mordía sus uñas observando por la ventana.


- ¿Qué sucede? - se apartó cuando intenté acercarme.

- Necesitamos hablar, cielo.- yo deliraba cuando me llamaba de ese modo, pero en esa ocasión sonaba apagado. - tenemos que terminar con esto.

Comencé a temblar, mi voz se rompió.

- ¿Ya no me quieres?

- No es eso.

- ¿Qué hice mal?

- No hiciste nada. - intentó tocar mi rostro, me aparté abruptamente mientras los ojos me picaban con lágrimas que retenía para no verme más débil de lo que ya demostraban mis palabras. - Soy yo quien ya no siente lo mismo.

Me rompí en mil pedazos, habría caído de rodillas de no haber estado sentada en mi cama, así de mucho dolía.

- ¿Desde cuando?

- Hace poco...

Quería gritar, quería que intercambiáramos lugares para que el dejarme le doliera tanto como a mí.

- Ya entiendo todo. - Apunté y disparé.- ¿Por eso no querías pasar tiempo conmigo?

Sus cejas se alzaron y su mirada viajó a sus pies.

「 𝘪𝘳𝘳𝘦𝘢𝘭 」❲ 𝘸𝘭𝘸 ❳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora