Capítulo I "Conocerla"

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Conocerla

De repente abro los ojos, taciturna, anonadada por la muchedumbre que escucho fuera de la habitación. Es cerca de mediodía y mi cuerpo está de lo más relajado. Es extraño despertar de forma natural, sin presiones,  relojes o alarmas; fuera de mi habitación, en el jardín que es a donde dá mi ventana, se prepara la comilona que mi abuelo ha pedido.

En un ademán de ligereza, me levanto de la cama y abro la pequeña puerta del servibar que está en mi habitación, por suerte me ha tocado la más grande de la casa. Tomo una cerveza  y hago desbordarla sobre la superficie de la lata, comienzo a beberla. Justo al frente de la cama, se encuentra un ventanal con puerta corrediza que dá a un balcón; y éste al jardín antes mencionado.

A la derecha se encuentra un espejo amplio, en la pared perpendicular a ésta se encuentra una ventana, aunque es más bien oscilante. La habitación en general está muy iluminada.

A unos metros a la izquierda de mi ahora lecho, se encuentra una puerta que conduce al sanitario, y de ahí le sigue la pequeña barra donde está el frigo en que ahora reposan mis brazos.

Ni siquiera había tenido tiempo de observar a detalle la habitación: con piso, paredes y detalles en madera.

Deposito la lata en el cesto que está al lado del frigo y camino en dirección al cuarto de baño; al abrir la puerta descubro con admiración la belleza que está detrás de la habitación. A mi ahora izquierda se encuentra un amplio cristal esmerilado que ilumina la habitación, un pequeño pasillo en el que hay espacio para ropa, cajones y una pequeña barra; el vestidor perfecto. A mi derecha, hasta el fondo, se encuentra una regadera con pared curva de cristal, con entrada por lateral y por la derecha la entrada al jacuzzi para unas tres personas; simplemente estupendo.

Decido tomar un baño relajante.  Lleno el jacuzzi y pongo un poco de burbujas, así me quedo, como en un trance en el agua, recordando cómo regresé a México después de siete años de sólo visitar de vez en cuando.

Y es que los problemas en Coruña ya eran demasiados. Luego de dos años de independizarme por completo de mis padres y vivir sola en mi apartamento, recibí muchos insultos, amenazas e incluso agresiones de Lucía, quien fue mi novia tres años.

Seis meses después de terminada la relación por común acuerdo, seguía presionando, quería que volviera con ella, pero esto iba más allá de los límites permisibles en una ex.

Reconozco que hababía ocasiones en las que me la topaba en bares, y en lugar de irme, seguía de coña con mis amigos; bebíamos y jugábamos en medio de la pista, hasta la noche en que me arrastró del cabello hacia la puerta y para no armar tremendo escándalo, me fui con ella. Además, ambas traíamos un peazo de bolillón a cuestas.

Me subió a su auto y condujo hasta mi apartamento, en el aparcadero se subió sobre mí y me besaba con una fuerza casi feroz. Esa noche las cosas terminaron muy mal: ella aprovechó gustosa que yo estaba más que ebria y, bajo su propia borrachera intentó propasarse conmigo, por suerte se quedó dormida; alí del auto y cogí un taxi a casa de mis padres, ahí decidí que con esa mujer tenía que poner tierra de por medio.

Ella fue la que me puso los enormes cuernos a mí, ahora era más que lógico que no quisiera ni verla en sueños.

Noté que el agua ya estaba helada, así que salí y quité el tapón de la bañera para que se vaciara mientras me metí a la ducha y salí en unos minutos. En la habitación, busqué mi pequeña maleta y me puse algo de ropa: pantalón de mezclilla, botas y camisa.

Sali con tremenda hambre. Bajé un par de escaleras y en el descanso vi la hora en el reloj análogo, las 13: 50.

Fui directo al comedor, donde se encontraba mi abuela, una señora de unos 65 años, cabello cano, de estatura media y complexión delgada. Me saludó con un abrazo y un beso en la mejilla y me hizo sentarme a tomar algo como desayuno. Una mujer un poco más joven que ella, de estatura baja y cabello cano igual que mi abuela, se acercó a servirme un poco de fruta. Así que comí entre pláticas con ella, quien me decía lo emocionado que estaba mi abuelo y que la fiesta que estaba organizando era por que su nieta había llegado, y a juzgar por lo que sentía, sería por un buen tiempo.

De regreso a MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora