Capitulo especial

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Capítulo especial #QuedateEnCasa
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Muchachos, por favor no salgan. Eviten ser vehículos portadores de enfermedades o virus innecesarios en sus hogares.
Sé que muchos tenemos que trabajar, en mi caso soy freelance y debo continuar buscando el sustento diario, muchos trabajan y no se les ha permitido el descanso con goce de sueldo, sé que las cosas en México están mal, hay muchos despidos injustificados, "descansos" sin goce de sueldo, ni siquiera medio sueldo, sé que es una crisis difícil, pero si nos cuidamos, si tratamos de dar el máximo, vamos a salir de esto.
Nos va a tocar reactivar la economía del país, solo me resta pedirles que no sólo ahorita, sino en el resto de nuestras vidas, apoyemos el consumo local, compremos al productor que trabaja para alimentar a su familia, sé que ir a una cadena pude ser "chido", pero en serio, no saben cuántas personas dependemos de las ventas, cuántas familias comemos de ahí.
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Narrado por Ileana

Llevábamos ya unos meses intentando el embarazo, no era sencillo pues sería mi óvulo fecundado por un esperma de un donante, gestado por mi Luna, cada vez que íbamos a la ciudad a las citas, Luna iba super emocionada, durante todo el camino no paraba de hablar de cómo llamaríamos a nuestros hijos, que les gustaba más la idea de que la niña fuese mayor que el niño, porque ambas queríamos tener dos hijos. Me dolía que se hiciera emociones porque iban tres citas un poco desalentadoras, teníamos ya dos años de casadas y era constante el deseo de ambas por tener un bebé, aunque siempre ele insiste en que no era necesario, yo era completamente feliz, y aunque sí, deseaba ser madre, no era el único objetivo de nuestra relación.

Regresamos un viernes con la mala noticia, nuevamente, era la tercera vez, por más que  insistía en animarla, era imposible, habíamos planeado quedarnos el fin de semana en la ciudad, pues vivíamos en el pueblo aún, Luna trabajaba en su clínica y yo coordinaba la empresa de mi familia; estaba ahorrando de mis ganancias propias en la empresa para abrir un negocio, pero aún no teníamos algo definido.
Luna quiso regresarse a casa, iba con los ánimos por los suelos, yo tenía ganas de llorar a gritos, pero no por lo del bebé, sino por ella, me partía el alma verle así.

—Ya por favor Luna, no soporto verte así— le dije casi llegando al pueblo, lágrimas brotaban de sus ojos y eso terminó por partirme el alma.

Me orillé para aparcar, desabroché mi cinturón y me acerqué a ella, la abracé y simplemente rompió en llanto, estuvimos así unos instantes, luego se recompuso y me pidió llevarla a la casa, sin más, lo hice. Vivíamos en la hacienda de mis abuelos, en un pequeño chalet que una amiga arquitecta construyó para nosotras.

Apagué el auto y me pidió que me fuera, que ella iba a tomar un baño y se iba a la clínica, intenté cuestionarle pero la vi muy mal, decidí darle su espacio. Realmente no pude concentrarme en trabajar, me fui a comprar sushi y regresé a casa, Luna estaba ahí, recién bañada con los ojos llorosos viendo la TV en la sala, me vio y corrió hacia mí, se aferró a mi en un fuerte abrazo y lloró con más fuerza, su cabello aún estaba húmedo, traía pijama.

—No quiero ir a trabajar— Me dijo sin soltarme.

—No vayas amor, yo tampoco, traje comida— besé su frente y me separé un poco para mostrarle la comida.

Nos sentamos frente a la pantalla, puso una serie y se recargó en mí mientras comía sus dos rollos de sushi. Cuando acabé con mi comida, me abracé a ella aspirando su increíble aroma. Luna aún comía, estaba más tranquila, su respiración ya se había regulado. Veíamos una serie de super héroes, en ese momento era preferible ver alienígenas atacando alguna ciudad ficticia, y siendo siempre salvados por una chica con capa, que ver alguna serie o película de tono romántico que nos recordara lo difícil que había sido esa mañana.

De regreso a MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora