Capítulo 9. Lunada

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Entramos al bar y nos dirigimos a una pequeña mesa en un rincón, Alexa y Tania se fueron de inmediato a la pista, Luna y yo pedimos un par de cervezas, me sentía nerviosa, como esas primeras emociones en la vida, me sentía tan plena, tan viva, que tenía miedo de que aquello terminara. Después de una plática superflua de oído a oído y escasos besos en la oreja, el alcohol hizo su efecto y dado que estábamos en un antro donde había en su mayoría parejas de mujeres, le propuse a Luna irnos a bailar, aceptó de inmediato así que comenzamos a movernos al ritmo de la música electrónica, Luna me tomó por la cintura y me acercó más a ella, acto seguido solo atiné a cerrar lentamente los ojos y acercarme a su cara, sus cálidos labios me recibieron.

El tiempo se detuvo en su boca y al parecer mi vida dependía de ello, con mis brazos rodee su cuello y sin abrir los ojos continué besándola. Ella entrelazó sus manos en mi cintura, haciéndome su prisionera, sentía su cabello rozar mi pecho, descubierto gracias al vestido que llevaba. Un cambio en la música nos hizo salir del trance y nos separamos un poco, nos tomamos de la mano y nos miramos dulcemente, sonreí como una cría al ver sus hermosos ojos miel brillar con las luces del lugar.

Continuamos bailando un rato más, nos dábamos pequeños besos, Alexa y Tania se pusieron a bailar al lado de nosotras, definitivamente eso debía contármelo, me sentía alegre por ella, en el fondo ambas sabíamos que sentía algo intenso por Tania.

El show comenzó a eso de la 1 a.m. y nos fuimos a nuestra mesa, mientras Tania y Alexa se besaban descaradamente, Luna y yo nos sonreíamos, contemplaba sus ojos con fascinación, casi con devoción, acerqué mi silla lo más que pude a la suya, pasé un brazo por sus hombros y tomé su mano, me sentía extrañamente cómoda con eso, cuando el show terminó nos pusimos a bailar un rato más, algunos besos más se dieron y cerca de las 3 a.m. decidimos irnos, Alexa y Tania tenían clases al día siguiente, Luna y yo podíamos llegar un poco tarde al trabajo, pero no abusar.

Salimos del bar y Tania propuso que fuéramos a cenar, aunque Luna aclaró que sería más bien desayuno, reímos juntas, fuimos a un pequeño lugar y probamos unos tacos deliciosos, luego de eso nos fuimos al apartamento, Alexa y Tania se fueron de inmediato a dormir, dijeron que dormirían en la habitación de Tania para dejarnos la de Alexa, aunque realmente lo único que ocupaban era un pretexto para sí mismas para irse juntas a la cama, Luna y yo nos miramos con complicidad.

Nos sentamos en la sala del apartamento, luego ella se recostó acomodando la cabeza en mis piernas, acaricié levemente su rostro, con la mayor delicadeza que pude, sentía ganas de besarla, pero me era imposible romper el mágico momento a la luz de la calle, solas en la sala, pensar que tendríamos toda la noche para nosotras, la observé con detenimiento, cada rincón de su rostro fue registrado por mi mirada, coloqué una mano sobre su abdomen y otra en su cabello, enredé mis dedos en éste y le masajee la hermosa cabellera, me fascinaba su cabello suelto cayendo sobre mis piernas.

A ratos platicábamos, Luna tenía un pensamiento muy hermoso, muy puro, un alma dulce y tierna, y pese a eso, tenía la fuerza de un dragón, era una mujer determinada, firme en sus convicciones, valiente, era un manojo de emociones andando, era tan coherente en su pensar que me sorprendía su lado tierno, intentaba verle frágil pero sólo lograba darme cuenta que era una gran mujer en toda su extensión. Tan comprometida con la vida animal, tan sensible al dolor ajeno, y tan segura de sí misma, con un carácter fuerte, y un humor a veces pesado, un poco volátil.

Y qué decir de su belleza, ella sabía perfectamente lo hermosa que era y no trataba de ocultarlo, no era como las chicas que se dicen feas para que alguien les diga piropos, todo lo contrario, le sacaba partido a su belleza, me imagino que disfrutaba verse hermosa, y quién no, aún no comprendía cómo ella no estaba enamorada de sí misma, o quizá sí, por eso me tenía atada a ella como imán.

Luna cayó dormida en mis brazos a eso de las 6 a.m. la cargué con delicadeza a la habitación de Alexa y la tapé un una pequeña sábana, di un leve beso en su sien y me dispuse a dormir un poco.

Por la mañana, bueno, casi a mediodía, despertamos, me din un baño rápido, en mi celular había un mensaje de Alexa, ellas se fueron a la universidad, invité a Luna a desayunar, sólo que le pedí que ella eligiera el lugar, era quien conocía bien la ciudad. Fuimos a desayunar a un buffet y de ahí nos fuimos al pueblo, me sentía un poco cansada, quizá a mis 25 ya no estaba para esos trotes.

Pasé a dejarla a su hospital veterinario y me fui a la destiladora, quedamos formalmente para la lunada del día siguiente. Tuve el resto del día tranquilo pero con mucho trabajo, dos americanos hicieron efecto y gracias a ello no azoté en el escritorio. Por la tarde me fui a comer con mis abuelos y después de eso solo atiné a llegar a mi cama, me desplomé sobre esta y me quedé profundamente dormida.

Ya en la mañana terminé unos pendientes en la computadora en mi habitación, un poco de papeleo de la destiladora. Luego me fui a correr por los alrededores de la hacienda, me coloqué los audífonos y disfruté de toda la adrenalina que mi cuerpo produjo, cuando me sentía como pavo real en celo, con el orgullo crecido y el autoestima por los cielos. Me di una ducha rápida y me dispuse a tomar un ligero desayuno, Alexa llegó y al parecer venía muy contenttita, me saludó mientras aún comía, segundos después entendí su felicidad, no venía sola, Tania estaba saludando a Roberto y a mis abuelos, esta sería una noche interesante.

Pasaba del mediodía, Tania y Alexa tomaron el desayuno y me quedé con ellas aunque ya había terminado mi comida, conversamos un poco respecto a la noche del jueves, el tono rosado de sus mejillas me indicaba que había algo más ahí.

Por la tarde llegaron Lisa y Luna, también Roberto y sus amigos, quienes propusieron que jugáramos fútbol, pero Alexa propuso que hiciéramos carreras por la hacienda, en las cuatrimotos. Roberto y Lisa se fueron en una, los otros dos amigos de Roberto en otra, Alexa y Tania en otra, y claro, Luna y yo en otra, me coloqué un audífono y le pasé otro a Luna, estaba dispuesta a explotar de adrenalina.

Jugamos un rato, dimos vueltas por la hacienda, Alexa llevaba la delantera, me sentía en el juego de mario kart, sólo me faltaban las cáscaras de plátano.

Luna me tomaba por la cintura a ratos, colocaba su mentón en uno de mis hombros y reíamos sin parar, cuando cuando cayó la noche nos reunimos y bajamos de las motos, Roberto puso música en una bocina, enseguida comenzó a bailar con Lisa, para nuestra sorpresa, Kevin y Alex, los amigos de Roberto, eran pareja, así que comenzaron a bailar juntos, Tania y Alexa preparaban la fogata mientras Luna y yo hacíamos brochetas de bombones de distintos colores y formas.

Poco a poco fueron armando tiendas de campaña, íbamos a acampar a unos cien metros de la casa, realmente quizá no contaba como camping. Armanos las casas en parejas, de la misma forma que nos dividimos para las motos, era más que obvio, además, éramos todos adultos. La noche pasaba rápido, las horas corrían en la más hermosa compañía. A eso de media noche Roberto sacó una guitarra y comenzamos a cantar, ahora comíamos brochetas de carnes frías a la leña, bebíamos un poco de tequila y cerveza.

Poco a poco se fueron retirando a dormir, y como no queriendo me venció el sueño, me fui a la casa y tomé un lugar, Luna llegó minutos después, antes de dormir me dio un beso en los labios y habló.

-Ileana, ya no tengo miedos, si esto hermoso que estamos viviendo dura o no, ya no me importa- respiró profundamente- habrá valido la pena incluso si mañana me destrozas el alma- 

De regreso a MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora