Capítulo 16. Fin

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Busqué por todas las vías aclarar las cosas con Luna, incluso armé un escándalo fuera de su hospital. Es que ¡carajo! Ella era un ser tan racional y yo todo instinto, a veces siento que el tiempo que pasamos juntas no fue suficiente para que me amara, a veces incluso siento que solo fingió interés en mi.

Cierto, quizá ella miró el beso con Lucia, pero no supo todo detrás de ello. El día que Lucía me buscó Luna simplemente desapareció. Lucía me besó en los labios, puse resistencia pero lo que más me importaba era ay Luna no se despertara, creí poder manejar las cosas.

Lucía y yo hablamos un largo rato, por más que le explicaba que había conocido a alguien, y que si bien tuve algunas dudas, la realidad es que ya no la amaba. Con Luna las cosas eran tan simples, tan tranquilas...

Sí, amaba a Luna. Pero no de la forma desesperada que lo hice con otras personas, ella me daba paz, me dan calma, estabilidad, ella me enseñó a amar.

De ese amor verdadero, del que no te hace temblar, ni sentir mariposas. Muy por el contrario, te da calma, te propicia tranquilidad saberte al lado de alguien que comparte tu filosofía de vida.

El último día que la vi, me destrozó saber que no le importaba más, ni siquiera quería saber de mí, a mi pesar, me fui de ahí y me prometí no molestarle. Supe que viajó unos días a Cancún por la boda a la que iríamos, de corazón deseaba que la pasara bien.

Regresé a la rutina de la destiladora, volví a beber en las tardes y llorar en las madrugadas, aún cuando lo entendía, o al menos lo intentaba, no quitaba el hecho de que doliera.

Pasaron los días, se hicieron semanas y estas meses. Aunque no huí como de costumbre, trataba de evitar contacto con ella, iba poco al pueblo aunque salía de vez en cuando con Tania y Alexa.

Supongo que así es la vida.

De regreso a MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora