(La vista se extiende a lo largo de la nave hasta el timón, y más allá del buque por el mar y por el horizonte. En medio del buque, en torno del palo mayor, están echados marineros que trabajan en los cables; algo más lejos, cerca de la popa, véanse, también echados, caballeros y escuderos; a cierta distancia está de pie Tristán, cruzados los brazos y pensativo, mirando al mar. A sus pies Kurwenal está echado con indolencia. De lo alto del mástil se oye de nuevo la voz del joven marinero).
ISOLDA (ve al momento a Tristán y fija en él su mirada; habla consigo misma con voz apagada).-Por mí elegido, -por mí perdido, -noble y puro, osado y cobarde: -cabeza destinada a la muerte. Corazón consagrado a la muerte. (A Bragania, con inquieta sonrisa.) -¿Qué piensas tú de ese siervo?
BRANGANIA (sigue su mirada). -¿De quién hablas?
ISOLDA.- Del héroe que allá a mi mirada oculta la suya, de vergüenza, y baja la vista temeroso. Di ¿qué te parece?
BRANGANIA.-¿Preguntas por Tristán, el varón enaltecido, admiración de todos los reinos, el héroe sin par, tesoro y asilo de la gloria?
ISOLDA (con ironía). -Temeroso ante la lucha huye adonde puede, porque ha alcanzado para su señor una novia como un cadáver.-¿Te parecen enigmáticas mis palabras? Pregúntale tú misma a Tristán, si se atreverá a acercárseme. El tímido héroe olvida el saludo de homenaje y púdicas atenciones a su señora para que su mirada no le alcance a él. ¡El atrevido sin par! ¡Oh, bien sabe por qué! Vé al orgulloso y comunícale la orden de su señora: dispuesto a servirme, debe acercárseme al momento. BRANGANIA.-¿He de pedirle, pues que te salude?
ISOLDA.-Yo Isolda, mando al vasallo que respete a la señora. (A una señal de mando de Isolda, se aleja Brangania, pasa por delante de los marineros que trabajan, y atraviesa el puente hasta la popa. Isolda la sigue con la vista fija, retrocede a su pequeño lecho, en donde permanece sentada durante el diálogo que sigue, dirigiendo la vista hacia popa).
KURWENAL (al ver llegar a Brangania, sin levantarse, tira del vestido a Tristán).- ¡Atiende, Tristán! Mensaje de Isolda.
TRISTÁN (estremeciéndose).-¿Qué es? ¿Isolda? (Se repone al momento que Brangania se acerca y le hace una reverencia.) ¿De mi señora? ¿Qué recado trae la fiel criada para mí, obediente servidor de ella?
BRANGANIA.-Señor Tristán, Isolda, mi señora, desea verte.
TRISTÁN.-Esta larga travesía, que toca ya a su término, la molesta; antes de ponerse el sol estaremos en tierra. Cúmplase puntualmente cuanto tenga a bien mandarme.
BRANGANIA.-Vaya el señor Tristán a ella; tal es la voluntad de mi señora. TRISTÁN. Allá, donde los verdes campos toman todavía un tinte azulado, mi rey espera a mi señora: para acompañarla hasta él pronto me acercaré a su persona; a nadie cedería este favor.
BRANGANIA.-Oye bien, señor Tristán; desea mi señora que la sirvas, que te acerques a ella al momento, allá donde te aguarda.
TRISTÁN.-DO quiera que me encuentre, la serviré fielmente, perfecto dechado de las mujeres. Si en este momento dejase el timón ¿cómo guiaría con seguridad el buque hacia la tierra del rey Marke?
BRANGANIA.-Tristán, ¿te burlas de mí? Si no te parecen claras las palabras de la torpe criada, escucha la orden de mi señora. Ella me hizo decir: -Yo, Isolda, mando al vasallo que respete a la señora.
KURWENAL.-¿Se me permite dar la respuesta? TRISTÁN.-¿Qué contestarías?
K~ENAL.-Que diga a la señora Isolda: Quien cede la corona de Cornualles y la herencia de Inglaterra a una hija de Irlanda, no puede ser vasallo de la misma joven que él regala a su tío. ¡Señor del mundo, Tristán el héroe! Yo lo aclamo: tú dilo, y mil señoras Isoldas me tendrán resentimiento. (En tanto que Tristán con ademanes quiere hacerle callar y Brangania se dispone a marcharse, Kurwenal canta con fuerza a la mensajera que se aleja vacilante:) «El señor Moroldo se fue por mar para cobrar el tributo en Cornualles; en el desierto mar flota una isla, allí está él sepultado, su cabeza está, pues, suspendida en la tierra de Irlanda como tributo pagado por Inglaterra. ¡Ah! ¡Tristán nuestro héroe! ¡Cómo puede pagar el tributo!» (Kurwenal, reprendido por Tristán, baja al camarote de delante. Brangania, que llena de confusión llega a Isolda, deja caer tras de sí los tapices, en tanto que afuera los de la tripulación repiten la canción de Kurwenal.)
CABALLEROS Y ESCUDEROS.-«¡Ah, Tristán, nuestro héroe! ¡Cómo puede pagar el tributo!»
ESTÁS LEYENDO
Tristán e Isolda (Ópera)
RomanceLa historia del amor "involuntario, irresistible y eterno" de Tristán e Isolda, que se prolonga durante toda la vida e incluso después de la muerte, atrajo con fuerza, ya desde sus inicios, a quienes la escucharon. El destino trágico de aquellos dos...