Escena VI - TRISTÁN, ISOLDA, BRANGANIA

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(Aparece Tristán y se detiene respetuosamente en la entrada. Isolda, presa de una violenta agitación, le mira con vista delirante. Prolongado silencio.)
TRISTÁN.-Manifestad, señora, lo que os plazca.
ISOLDA.-¿Puedes tú no saber lo que exijo, ya que el temor de cumplirlo te ha tenido apartado de mi vista?
TRISTÁN.-Un temor respetuoso me contuvo.
ISOLDA.-Poco honor me has hecho: con manifiesto desdén has rehusado obedecer mi mandato.
TRISTÁN.-únicamente la obediencia me lo impidió.
ISOLDA.-Poco agradeceré a tu señor, si su servicio te ha inducido a faltar a la costumbre contra su propia esposa.
TRISTÁN.-Donde he vivido, enseña la costumbre que
el que ha pedido una novia esté separado de ella durante el viaje.
ISOLDA.-¿Por qué esa circunspección?
TRISTÁN.-Preguntadlo a la costumbre.
ISOLDA.-Siendo tú tan comedido, señor Tristán, acuérdate también de otra costumbre: para reconciliarte con el enemigo, debe loarte como amigo.
TRISTÁN.-¿Con qué enemigo?
ISOLDA.-Pregúntalo a tu temor. Entre nosotros está pendiente una deuda de sangre.
TRISTÁN.-Ha sido satisfecha.
ISOLDA.-No entre nosotros.
TRISTÁN.-A la faz del pueblo, en campo abierto, se hizo juramento de no vengarse.
ISOLDA.-No era allí donde oculté a Tantrís; donde Tristán estuvo en mi poder. Allí estaba él altivo, majestuoso y floreciente; yo no juré lo que él juró: yo había aprendido a callar. En la silenciosa cámara yacía enfermo, ante él estaba yo de pie con la espada, calló mi boca, contuve mi mano, y lo que un día aprobé con mi mano y con mi boca, juré mantenerlo en silencio. Quiero ahora cumplir el juramento. TRISTÁN.-¿Qué jurasteis, señora?
ISOLDA.-Venganza por Moroldo.
TRISTÁN.-¿Y esto os acongoja?
ISOLDA.-¿Te atreves a burlarte de mí? El noble héroe de Irlanda era mi prometido esposo; había yo bendecido sus armas, para mí fue al combate. Al caer él, cayó mi honor; con pesadumbre del corazón juré, que si hombre alguno no exigía reparación del homicidio, yo, muchacha, me atrevería a ello. Con franqueza te diré por qué no te herí cuando débil y abatido estabas en mi poder. Curé la herida para que el vengador pudiera herir, en plena salud, a quien venció a Isolda. Tú mismo puedes decidir de tu suerte: estando todos los hombres en connivencia con él, ¿quién herirá a Tristán?
TRISTÁN.-Si Moroldo fue para ti tan digno, torna otra vez la espada y guíala con seguridad y firmeza, y no la dejes caer. (Le alarga la espada.)
ISOLDA.- ¡Cuán mal respetaría yo a tu señor! ¿Qué diría el rey Marke si yo hiriese de muerte a su mejor servidor, que le ha ganado corona y tierra, el mas fiel de todos los hombres? Si yo venciese a quien pidió mi mano, a quien le entrega lealmente la prenda del juramento de no vengarse, ¿te parece que, llevándole tú la novia irlandesa, es tan poco lo que te agradece, que no montaría en cólera? ¡Guarda tu espada! La blandí un día, cuando la venganza se retorcía en mi pecho, cuando tu escrutadora mirada se apoderó de mi imagen
para ver si era apta para esposa del señor Marke: la espada la dejo caer. Bebamos ahora la copa de reconciliación.
(Hace una seña a Brangania. Esta tiembla de miedo, se bambolea convulsivamente y se agita perpleja. Isolda la excita con un gesto más imperioso. Mientras Brangania va a preparar la bebida, óyese el grito de los marineros de afuera.) MARINEROS.-¡Hohé! ¡Hahé! ¡Al mastelero, recoged la vela! ¡Hohé! ¡Hahé!
TRISTÁN (estremecido, vuelve en sí de su sombrío delirio). -¿Dónde estamos?
ISOLDA.-Próximos al término, Tristán. ¿Obtendré reconciliación? ¿Qué tienes que decirme?
TRISTÁN.-La señora del silencio me invita a que calle: comprendo lo que ella calló, callo lo que no comprendes.
ISOLDA.-Comprendo tu silencio, tú me eludes. ¿Rehúsas reconciliarte?
(Nuevos gritos de los marineros. A un ademán de impaciencia de Isolda, Brangania le alarga la copa llena. Isolda va con la copa hacia Tristán, que fija sus ojos en los de ella.)
ISOLDA.-¿Oyes los gritos? Estamos en el término: dentro de un momento estaremos (en tono irónico) ante el rey Marke. Tú me acompañaras. ¿No te parece grato poderle decir: «¡Mi señor y tío, mírala! jamás podrás hallar una mujer más plácida. Herí de muerte un día a su novio y le envié su cabeza; me curó con cariño la herida que el arma de aquél me causó; mi vida estuvo en sus manos; la bondadosa joven me la regaló y con ella cedió la vergüenza y la humillación de su patria, para ser tu esposa. La gratitud por tan grandes beneficios me la proporcionó una dulce bebida de reconciliación, que me ofreció su clemencia para expiar todas las culpas?»
GRITOS DE MARINEROS (afuera).-¡Izad los cables! ¡Echad el ancla!
TRISTÁN (levantándose con ímpetu).-¡Levad el ancla! ¡Dejad libre el timón a la corriente! ¡Velas y mastiles a los vientos! (Arrebata con ímpetu la copa de manos de Isolda.) Conozco bien a la reina de Irlanda y el poder maravilloso de sus artes; el bálsamo que me dio me fue provechoso; tomo ahora la copa para que quede desde hoy para siempre completamente restablecido. Escucha el juramento de reconciliación que hago por gratitud. El honor de Tristán será la mayor fidelidad; el suplicio de Tristán, la mas osada audacia. Engaño del corazón; ensueño del presentimiento, único consuelo de eterna tristeza, la mejor bebida del olvido, sin temor te bebo.
ISOLDA.-¿Perfidia también aquí mismo? ¡La mitad para mí! (Le arrebata la copa.) ¡Traidor, por ti la bebo! (Bebe y arroja la copa lejos de sí. Ambos, temblando de miedo, presa de la más viva emoción interior, pero inmóviles, míranse uno al otro fijamente y la expresión de su rostro pasa en un instante del menosprecio de la muerte al juego del amor. Se les ve temblar; llevan sus manos a su corazón convulsivamente y las estrechan con fuerza; llevan sus manos a sus frentes, sus ojos se buscan de nuevo, después los bajan llenos de turbación y acaban por asirse uno al otro con pasión creciente.) ISOLDA (con voz trémula). -¡Tristán!
TRISTÁN (con efusión).-¡Isolda!
ISOLDA (cayendo sobre el héroe).-¡Desleal amigo!
TRISTÁN (abrazándola con furor).-¡Mujer celestial! (Permanecen silenciosamente enlazados. Óyense a lo lejos trompetas y clarines, y fuera de la tienda, en la cubierta del buque, gritos de hombres.)
VOCES DE HOMBRES.-¡Salve! ¡Salve! ¡Rey Marke! ¡Rey Marke, salve!
BRANGANIA (que, llena de terror y de turbación estaba apoyada en el borde del buque, al volver el rostro dirige la vista a Tristán y a Isolda, perdidos en un apasionado abrazo; después se precipita, torciendo las manos de desesperación, hacia el proscenio).¡Desdicha! ¡Desgracia! ¡Sufrimientos eternos inevitables por un breve morir! ¡La obra engañosa de una fidelidad insensata se desvanece ahora con lamentaciones! (Tristán e Isolda se estremecen, y, desatinados, se deshacen de su abrazo.)
TRISTÁN.-¿Qué soñaba del honor de Tristán?
ISOLDA.-¿Qué soñaba de la afrenta de Isolda?
TRISTÁN.-¿Tú por mí perdida?
ISOLDA-¿Tú me rechazaste?
TRISTÁN.-¡Pérfida estratagema de un hechizo mentiroso! ISOLDA.-Vana amenaza deunacólera insensata. TRISTAN.-¡Isolda!
ISOLDA.-¡Tristán, el hombre mas fiel!
TRISTÁN.-¡Dulcísima joven!
(AMBOS).-¡Cómo se elevan los corazones! ¡Cómo se estremecen de placer todos los sentidos! Eflorescencia rápida de un amor impaciente, celestial ardor de un amor lánguido. Impetuoso deseo de tumultuosa alegría en el pecho. ¡Isolda! ¡Tristán! ¡Tristán! ¡Isolda! ¡Libre del mundo, yo te poseo! Oh a supremo deseo de amor, yo te siento.

Tristán e Isolda (Ópera) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora