La muchacha ordenaba sus cosas y las ponía dentro de una valija. Guardó su último pantalón nevado, era un regalo especial de su madre, junto a un CD original de sus ídolos, los wachiturros, al verlo se le cayó una lágrima de emoción ¡CUANTO LOS AMABA!
Se acercó al espejo que tenía miles de fotos de los wachiturros pegadas. Se agregó un ondulin más a su pelo. Su madre, que también era fan de los wachiturros, le había dicho que podría vender algunas y así comprar más droga ¡CUANTO AMABA LA DROGA!
Tomó de su escritorio una de sus posesiones más amadas– una tanga– también regalo especial de su madre ¡CUANTO LA AMABA! No tanto como a los wachiturros, ni la droga, ni su tanga especial.
–¡Sharon!
–¡NO MAMÁ! NO SOY SHARON, SOY “TU PEQUEÑA SHARON PARA VOS”
–Bueno, “tu pequeña Sharon para vos”, ya robé un auto y nos podemos ir al aeropuerto.
–¿Aeropuerto? ¿Te dio la plata para un pasaje de avión?
–¡NO PELOTUDA! Vamos hasta allá para comprar un poco de droga.
–¡Pero mamá!
–Yo sé cuánto la amas. –La madre entró al cuarto de la muchacha. Entonces vio las valijas.
–¿Vas a algún lado?
–Mamá, tengo que decirte la verdad ¡ME VOY A VER A LOS WACHITURROS A LA ARGENTINA!
–No, vos te tenes que quedar en tu país natal ¡URUGUAY! –La madre se acercó, a paso vacilante y le pegó una cachetada.
Sharon derramó lágrimas, como cuando se enteró que DJ Memo había violado a una niña y que no había sido ella.
–¡Vos no podes decirme que hacer! ¡Desde que papá nos dejó...!
–¡No hables de tu padre! ¡Tu padre nos dejó antes de que vos lo conocieras!
Sharon se acercó a su madre y le devolvió la cachetada.
–¡NENE MALO! –Gritó, y comenzó a bailar, como lo que era, una wachiturra.
Entonces la madre le dio vuelta la cara de otro cachetazo.
–¡Vos no vas a hacer nada para que yo conozca a los wachiturros y A MI PADRE!
–¡BUENO ANDATE! NO TE QUIERO VER MÁS EN ESTA CASA ENTONCES.
La madre tomo las valijas de su hija y las arrojó por la ventana. Se dirigió al espejo y, con una lámpara, lo rompió. Arrancó las fotos que quedaron, las tiro al suelo, las pisó, y, con un cajita de fósforos que siempre tenía a mano, las prendió fuego ¡CUANTO AMABA A SU HIJA!...Nada.
Sharon seguía llorando.
–¡MIS FOTOS! ¡VIEJA DE...!
–A tu madre no la insultes, yo te di toda la droga que necesitaste ¡TE COMPRE UNA TANGA! Y NO NOS OLVIDEMOS DE LOS PANTALONES NEVADOS ¿SABES CUANTO ME COSTÓ ROBARLOS? NO APRECIAS NADA.
Sharon se tiró por la ventana y se dio a la fuga.
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La Pequeña Sharon Y El Pantalón Nevado
MizahLa Pekeña Sharon es una wachiturra como cualquier otra que reside con su madre en Montevideo. Pero en busca de su sueño, ver a Los Wachiturros en vivo, decide iniciar una travesía hacia la ciudad de Buenos Aires. Ahora, se encuentra perdida en la gr...