Ximena La Latigable

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La noche avanzaba lentamente, y Sharon no quería tener que rebajarse al nivel de convertirse en una puta que cobrase. Entonces se dio cuenta de que no podía hacer ese trabajo, debía de haber alguna forma en la que lograse evitar hacer eso. Pensó en esconderse y simplemente decir que nadie quiso contratarla, pero lo cierto es que era imposible, porque las repartían en grupos de a 5. Ella se encontraba con otras cuatro jóvenes morochas, de piel parda y labios gruesos. La Jenny, La Chuchi, La Miriam y La Sofiah.

            –Bueno, así que vos sos Ximena la latigable. –Dijo la Miriam.

            –Si –Respondió Sharon –Pero prefiero que me digan Sharon.

            –Bueno mira, a mí me dicen Chuchi la castigable –dijo la Chuchi – ¿Te parece si hacemos grupejo y cobramos 2x1?

            –No, gracias –dijo Sharon. No le caía bien la Chuchi, le daba mala espina. –Pero en algún otro momento estaría genial. Es mi primera vez como puta y quiero hacerlo sola.

            –¿Primera vez? –dijo La Jenny–. Pero si vos estas más usada que un colchón de feria, dale que te hace’ la rica Ximena.

            –No sé de qué me hablas –dijo Sharon.

            Jenny adquirió un semblante siniestro, como si acabase de descubrir algo. Y a Sharon no le gustaba nada eso.

            –Veni un segundo –dijo la Jenny, y dicho esto, se la llevo a un callejón. –¿Cómo está el tío Fernandito?

            –¿El tío Fernandito? –Repitió Sharon. Entonces entendió, probablemente Jenny conociese de verdad a Ximena. –Ahh, bien, sí. Sigue haciendo…lo…de siempre.

            –¿Sigue durmiendo mucho?

            –Todo el día –dijo calmadamente Sharon.

            –Y, me imagino, porque cuando estás muerto se te hace difícil despertar. ¿Verdad…Sharon? –Sharon se vio en un momento muy incómodo. Atrapada. Capturada. Su mentira no valía nada enfrente de Jenny.

            –¿Vos conoces a Ximena? –Pregunto sombría Sharon.

            –Es mi prima. La última vez que la vi tenía 5 años, así que por un momento me trague que vos fueses de verdad la Ximena, pero entendé algo; la Jenny se mete a la boca todo, pero no se traga nada –Sharon no comprendió del todo esa expresión, pero estuvo a punto de vomitar.

            Sharon no pretendía que la descubriesen, mucho menos que le pateasen su precioso trasero por culpa de Jenny. Saco su fiel trincheta del pantalón.

            –¿Me vas a pinchar? –Dijo la Jenny.

            –Te voy a cortar a la mitad –respondió Sharon.

            Entonces, Sharon dio un mandoble con su trincheta y casi corta a Jenny, pero esta era ágil y saco otra trincheta un poco más larga. Uno, dos, tres golpes. Las trinchetas chocaban entre sí, y la furia entre ambas iba creciendo. Nadie las veía, estaban en ese callejón solas. Sharon sintió un dolor punzante repentinamente. La trincheta de Jenny había abierto un corte en la mano de Sharon, lo que hizo que esta soltase su arma. Sharon se lanzó al suelo, hizo una zancadilla y logro derribar a Jenny. Se le subió encima y le tomo el brazo fuertemente. Comenzaron una encarnizada lucha por la trincheta de Jenny, hasta que Sharon la tomo de los pelos y le golpeó la cabeza contra el piso. Lo bueno; la trincheta de Jenny se escapó de sus manos. Lo malo; fue a parar casi tres metros de Sharon. Sharon extendió su brazo hasta la trincheta suya que se encontraba más cerca, pero Jenny la tomaba del cuerpo. En un arranque de furia, Sharon dio una fuerte patada que dio de relleno en la carita de la Jenny y logro sacársela de encima. Corrió hasta su arma, la tomó, Jenny se le abalanzo encima y en una vuelta repentina, la trincheta acabo en el cuello de Jenny. La rufiana cayó de bruces al suelo y comenzó a moverse como una gelatina. Luego sus ojos se cerraron y quedo en el suelo tirada. Muerta.

            Sharon se levantó lentamente, saco la trincheta del cuello de Jenny y miró hacia arriba. Esta ciudad acababa de conocer a su nueva dueña.

La Pequeña Sharon Y El Pantalón NevadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora