Los Wachiturros

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Sharon caminó, sola, recordando, “mientras los segundos van pasando, no sé cómo te podre olvidar. Cae la lluvia en la ventana, dibujando tu mirada”... Pero entonces Sharon entendió que no era lluvia, era un viejo que estaba escupiendo sobre un escaparate. Sharon se dio vuelta y le propinó una patada.

Al rato, se encontraba en el centro, caminando sin rumbo, hasta que encontró el cartel que cambiaría su vida: un afiche que decía “LOS WACHITURROS EN VIVO. ¡HOY A LAS 17! $25 LA ENTRADA”. Wow, $25 era mucha plata, 125 pesos uruguayos para ser exacto. Sharon no sabía de donde podría conseguir tanta plata. Contó cuánta plata le había quedado. $10, había gastado mucho entre el bondi, la comida de McDonald’s y unos regalos que compró en una tienda de porquerías. Ahora se arrepentía de haber comprado tanta estupidez. Mientras caminaba con la cabeza gacha, guardando la plata en su sexy pantalón nevado, chocó contra algo. Mejor dicho, contra alguien. Cuando levanto la cabeza, Matías la miraba sonriente, con esa sonrisa resplandeciente.

–¿Dos veces eh? Comienzo a sospechar que lo haces a propósito –dijo entre risas Matías.

–Jajaja, tengo que confesártelo, te estoy siguiendo –dijo Sharon entre risas. –¿Qué hace acá?

–Ah, nada. Vine en una peligrosa búsqueda para convertirme en el hombre más poderoso de todos los tiempos.

–Suena divertido, ¿puedo ir contigo?

–Te diría que sí, pero temo que mueras en el intento –dijo Matías mientras reía levemente.

–Qué pena –dijo la Sharon haciendo pucheritos.

–Además, tú tienes tu travesía para ver a tus ídolos.

–A, claro. Cierto. Che, hablando de eso, hoy dan un show, que vale $25, yo tengo $10. ¿No me prestas $15?

–¿Quieres que te preste $15? –Dijo Matías, un poco asombrado–. Pues, claro… ¿porque no? Siempre y cuando me lo devuelvas.

–Sábelo pelo –dijo Sharon.

Matías le dio los $15, Sharon estaba que estallaba de emoción y cuando le fue a dar las gracias se llevó un pequeño susto; Matías no estaba más. Sharon rio entre dientes, los pocos que tenía, y fue hasta la primera boletería que encontró.

16:50. Cada vez faltaba menos. Sharon ya ocupaba su sitio. Estaba en primera fila. Había tenido que dar unas cuantas palizas para llegar hasta allí, pero lo había logrado. El lugar estaba que desbordaba de gente, había unas 34 personas, lo que sorprendió a Sharon. ¡CUANTO PUBLICO HABIA ATRAIDO LOS WACHITURROS, QUE ARTISTAS! Sharon no podía creer que en un lugar, entrasen 34 personas, que cantidad de gente, por dios, entradas caras, mucho público, ¡esto sí que es arte! Pasaron 10 minutos, y comenzó.

Se encendió una luz y apareció un chico joven, con una campera roja y negra. Tenía el rostro de un ángel. Luego aparecieron los demás Wachiturros, hasta que al final, estuvieron los 6 mejores artistas de la historia alineados. Comenzó la música.

“WA–CHI–TU–RROS esta noche lo cumbieros levanten los brazos, los wachiturros tiren pasos. Esta noche los cumbieros levanten los brazos, los wachiturros tiren pasos. ¿TIRATE UN QUE? TIRATE UN PASO, TIRATE LO, TIRATE UN PASO, VA PARA ADELANTE TIRATE UN PASO, WA–CHI–TU–RROS. Le dicen la wachiturra, llega a su casa cuando sale el sol, esta re linda y tiene alta burra, tirando pasos ella es la mejor, le dicen la wachi–la wachi–la wachi–la wachi–la wachi–turra”

Que felicidad, Sharon bailaba con brío, no podía creer que por fin, después de tanto tiempo (ALWAYS) estuviese ahí. Mirando a sus ídolos de toda la vida. Leito se movía con unos pasos épicos, que hacían que a Sharon le subiese la temperatura. DJ Memo mezclaba la música de una forma única, de tal manera que sus dedos bailaban suavemente entre los discos.

“Ella quiere látigo, turro dame látigo, DAME LATIGO, DAME LATIGO LATIGO LATIGO, TURRO DAME LATIGO, TURRO DAME LATIGO”

Sharon lloraba mientras cantaba. Luego grito:

–¡DJ MEMO, VIOLAME!

Mientras todos los turros bailaban y cantaban, la puerta se abrió salvajemente. Un policía entro, revolver en mano.

–¡Están todos arrestados por plagio! –Gritó el milico puto.

Entonces, Leito se levantó.

El policía, cuyas afiladas facciones denotaban repulsión y odio, le lanzo una mirada al wachiturro.

–Por favor…Milico puto…

El milico puto levanto el revólver y apunto directamente a Leito.

–¡CHUPAME LA PIJA!

Un balazo salió de la punta del revólver y golpeo al wachiturro en medio del pecho. Sharon soltó un grito de horror que no se oyó, muda e inmóvil, se vio obligada a ver como Leito saltaba por los aires. El joven quedo suspendido una milésima de segundo bajo el resplandeciente cartel de los Wachiturros, luego se precipito lentamente, como un gran muñeco de trapo, cayó al otro lado del escenario y se perdió de vista.

La Pequeña Sharon Y El Pantalón NevadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora