Un paseo y un café. (Editado)

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El día pintaba de mal en peor, acababa de tomar un taxi después de despedir a Lance, para mi desgracia yo no lo podía acompañar ya que le había prometido a mi padre quedarme una semana completa con él, libre de trabajo y en mi pueblo, como en los viejos tiempos... y para mi sorpresa él también había cancelado todas las juntas y viajes que tenía esta semana con la compañía algo muy difícil para mi padre, ya que él está casado con sus empresas, y dedicaba su vida a ellas.

La verdad aún estaba perpleja y afligida, ¿era verdad lo que Thomas me dijo ayer? Bueno, no es tan difícil de creer que papá le haya dicho eso, pero seguía pensando que era su culpa por hacerle caso, por no seguir a su corazón, ya que él me había enseñado a hacerlo tiempo atrás. Estaba tan cambiado, tan adulto, estaba… hermoso, siempre lo había sido, pero el pasar de los años lo había puesto aún mas guapo.

Le dije al taxista que me  bajara en la librería local, no había traído ningún libro conmigo, un error fatal de mi parte por lo que decidí comprar alguno en el único pequeño distribuidor de libros que había en el pueblo. Al ingresar me sorprendí, estaba tal cual y como la recordaba, no habían cambiado nada, solo le habían agregado algunas estanterías más, yo pensé que al fallecer el señor Raikovski iban a remodelarla, pero no fue así. Empecé a recorrerlas y encontré un libro de mi autora favorita que no tenía en mi colección, lo tomé y me dirigí a pagarla. Detrás del mostrador había un muchacho guapo que me atendió muy agradablemente.

-Yo te conozco… ¿vivías aquí antes cierto? – Me dijo el hombre de cabellos castaños poniendo mi libro en una bolsa.

-Si… hasta los 17 años. –Le dije algo confundida – Yo no te recuerdo.

-Oh, si, lo imagino…no hablabas con nadie en aquella época, aunque queríamos hacerlo nadie se animaba, eras muy bonita, y nos intimidaba un poco tu personalidad – comentó riéndose.

-¿Qué, íbamos al mismo instituto? Siempre fui una inadaptada – Yo también reía - ¿Cómo es tu nombre?

-Si, éramos compañeros de salón, soy Darren Raikovski y tú… Francis… Francisca… - Decía intentando adivinar.

-Francine, Francine Grignani – Le respondí con una sonrías, era muy simpático. - Lamento no recordarme pero la verdad no fue una muy buena etapa por lo que son muy pocas las cosas que recuerdo de esa época. - Confesé.

-Oye Dars, ¿Qué tienes para comer aquí? –Salía otro chico de una puerta que estaba detrás de Darren, reconocí la voz… Thomas. Al verme ahí se sorprendió.

-Francine – Fue lo único que dijo.

-Hola Thomas – Le contesté desviando la mirada, a la mierda todo, parecía no poder librarme de él.

-¿Se conocen? – Preguntó Darren.

-Así es - Contestó Thomas sin mirarlo si quiera - oye Francine, ¿quieres ir a caminar?

-Yo… esto…

-¿Sí? – Thomas ya había salido de detrás del mostrador y me había tomado de la muñeca, arrastrándome hasta afuera – Genial

-¿Nunca perderás la costumbre de arrastrarme contigo, cierto? – Le dije enfadada una vez fuera – Ya te dije que no te quería ver y ni siquiera he tomado el libro. - Protesté.

-Anda Fran, luego lo buscas, solo un paseo, por favor – Me miró a los ojos, y y yo me perdí en los suyos. ¿Cómo podía mirarme así después de lo que le había dicho la noche anterior?

 -¿Solo un paseo y luego me dejarás de molestar?

-¿Molestar? – Parecía incrédulo – Esta bien, un paseo y un café y te dejo de “molestar” – hizo la comilla con sus dedos nuevamente, parecía un habito suyo.

Dulces AdiccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora