New York, New York. (ed)

14.4K 432 36
                                    

Me costó despertar, sentía que había dormido una eternidad, aún no podía abrir los ojos cuando recordé donde estaba y se me abrieron de golpe. Me senté en la cama y me pasé las manos por el pelo despejandome un poco. 

-Hola – Me dijo Thomas con un cepillo de dientes en la boca y vestido solo con una toalla que colgaba de su cintura.

Mis ojos se clavaron en su pecho trabajado, era delgado pero fibroso, quería pasar mis manos por esos cuadraditos que lo adornaban. Rapidamente subí la mirada a su cara, no quería que piense mal de mi, pero al parecer no se había percatado de que lo estaba mirando. 

-Hola. - Respondí.

-¿Descansaste? Lamento haberme quedado dormido ayer, es que no dormía hace como dos días y bueno... - Se justificó. 

-No te preocupes ¿Qué hora es?

-Las 10, fui abajo y compré el desayuno, ¿quieres?

-Claro – Le sonreí.

-Bueno, espera me pondré algo de ropa. – Me dijo señalando su torso desnudo, la verdad no me molestaría que se quedara así todo el día. 

-Te traje algo de ropa de mi padre por si no pudiste agarrar nada.

-¿Enserio? Estas en todo, tonta – Me sonrió, empezaba a amar esa sonrisa – Igual tengo algo de ropa en mi mochila.

-Genial.

Se vistió con un chandal negro y una camiseta del mismo color, se vé que le gustaba el negro. Desayunamos en la cama mientras hablamos de temas sin importancia, y reíamos, por primera vez en mi vida me sentía parte de algo, él me hacía sentir así. Era gracioso y tierno, además nunca lo había visto de mal humor desde que nos conocimos.

-¿Qué quieres hacer hoy? - Me preguntó, en cuanto terminamos de desayunar.

-No lo se…

-¿Te apetece ir a Neva York?

-¿Nueva York? - Repetí incredula

-Si, solo queda a unos kilómetros, nos divertiremos. - Aseguró 

-¡COMO PUDE OLVIDARLO! – La cara se me iluminó y una sonrisa se formó automáticamente en mi cara.

-¡¿Qué?!

-Oh Dios, como pude olvidar algo tan espectacular.

-¿De que hablas? - Preguntaba Thomas algo desesperado.

Yo casi no lo escuchaba, tomé mi bolso de mano y empecé a vaciarlo sobre la cama rápidamente, revisando cada uno de los bolsillos del bolso y hurgando entre las cosas que habían caído en la cama.

 -¡Francine! ¡dime que pasa! - Rogó.

-¡Sí!, ¡sabia que las había tomado! – Encontré el tesoro que estaba buscando, un llavero de peluche con varias llaves colgando de el – ¡Si, si, si! – Daba pequeños saltitos de felicidad.

-¿Qué es eso?

-Llaves.

-Ya sé que son llaves, tonta. – Me miro fastidiado – Pero llaves de que.

-Del departamento que tenemos en Nueva York con mi papá – Le sonreí y automáticamente el hizo lo mismo.

-¿Y como tienes las llaves?

-Tengo una copia de todas nuestras casas, claro, por si hay emergencias. ¡VAMOS! – Le grité entusiasmadísima

-No lo se Francine… - El no parecía tan emocionado como yo - ¿No crees que tu padre te iría a buscar ahí?

Dulces AdiccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora