3.- Sola.

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Les ahorraré la lata de la visita a la asistente social y la llamada del abogado. Todas mis ilusiones, mis esperanzas de hacer una familia con el Nico, o quizás no eso, pero recuperar la persona que en algún momento fue mía, que fue parte de mí por 9 meses, todo eso se volvió un imposible. Solo una ilusión.

Todo partió cuando la asistente social nos dijo que son contadas con las manos las personas que recuperan a sus hijos una vez los dan en adopción y que para eso se debe pasar por un proceso judicial de por lo menos 1 años y una  extensa investigación de por medio. Además que el hecho de que yo la haya dado en adopción siendo menor de edad, que no esté casada y sea una simple estudiante reducen las posibilidades a 0; esto considera también al Nico, aunque él tenía 18 años cuando pasó, también es un simple estudiante soltero.

Cuando la asistente social se dio cuenta que lo único que quería era desplomarme y llorar en ese instante, nos dio la solución más absurda de la vida: hablar con los padres adoptivos para que nos presentaran a la Beatrice. Seguramente cosas así le toca tratar cuando una hermana y su pareja tiene que llevar a un niño a ver a sus padres narcos a la cárcel, pero en nuestro entorno conservador eso es casi tan imposible como ganar el juicio para recuperarla.

Con resignación nos fuimos de ahí y tomamos un uber a mi departamento, donde el único extracto de esperanza que me quedaba era la llamada del abogado diciéndonos que había un fallo en los papeles, pero esa llamada llegó, pero no diciendo que había un error, sino que diciéndonos lo contrario, estaba todo perfecto y en orden.

Todo eso pasó hace unas tres semanas atrás.

Me había sacado un 6,1 en la prueba de la universidad, por lo que había pasado todos los ramos del semestre y ahora estaba en vacaciones. Y me he pasado la primera semana en la cama llorando, viendo televisión llorando y comiendo... adivinen, sí, llorando.

-Mía- me dice el Nico acariciando mi mentón- por favor, deja de llorar.

Lo miré a los ojos y recosté mi cabeza en su hombro. Él siguió acariciando mi cabeza y yo sollozando, no podía existir una época más triste en mi vida que esta.

-La cagué, Naiko.

-No, no la cagaste. Hiciste lo que creíste correcto cuando no sabías qué hacer.

-Pero ahora estoy arrepentida y mira como estoy, no encuentro razones para olvidar que perdí a mi hija.

Me quedó mirando en silencio, limpió mis lágrimas y besó mi mejilla.

-Eres joven, preciosa y muy inteligente. Puedes comenzar de nuevo, más ahora que estás con el Nico.

Tenía razón, lo tenía más que claro, pero yo la quería a ella. Porque ella también es mi hija.

Narra Naiko.

Por primera vez en mucho tiempo, las amigas de la Mía lograron sacarla de la casa. El Nico y los chiquillos vinieron a tomarse unas chelas, para aprovechar de que estaba solo y que sus pololas no estaban.

El Jaime y el Bestia estaban jugando en la play. El Nico me pasó otra lata de cerveza y la abrí, no sabía cómo comenzar a comentarle mi problema.

-Tengo que decirte una wea- le dije y él me prestó atención.

-¿Qué pasó?

-La Mía me tiene preocupado- le confesé y el Edgar me prestó atención.

-¿Sigue mal con lo de la niña?- preguntó el barbón.

Asentí y el Edgar se quedó en silencio.

-¿Qué queri hacer?- me preguntó el Nico.

-Puta, no sé, esperar a que lo supere, pero sospecho que no va a ser pronto y yo... tengo planes de irme a vivir con la Rou, pero no la quiero dejar sola.

Mía ll [Jaidefinichon GOTH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora