Rude

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Simón nunca se había sentido tan nervioso en toda su vida, como en este momento.
Penny se encontraba a su lado, intentando darle ánimos, pero hasta ahora no estaba resultando.

-Luchaste con dragones, trolls, duendes, con la mismísima amenaza más grande del mundo magico, ¿y estas nervioso por esto?

Simón inhaló y exhaló dos veces más para luego mirar a su amiga.

-Cuando hice aquello era un hechicero, tenía magia. Ahora no soy nada más que un simple humano.

Penny suspiró y golpeó levemente a Simón en la cabeza.

-No necesitas magia para esto. Vamos, tu puedes. ¿Que es lo peor que puede pasar?

Simón se imaginó todo lo malo que podía pasar y eso empeoró aún más su estado de nerviosismo.

-¿Y si volvemos mañana?

Penny lo empujó hacia la puerta de la casa de los Pitch con un hechizo de viento.

-¡Eso dijiste ayer, Simón! No quiero que te vayas de este lugar hasta que consigas lo que quieres.

Simón asintió y bajó la cabeza, mirando hacia el suelo, para tocar la gárgola que funcionaba como timbre en la mansión de los Pitch.
Todo su cuerpo temblaba y estaba seguro de que si aún tuviera magia, de su cabeza estaría saliendo humo, como si se hubiera apagado recientemente un gran incendio.
Pero no tenía magia y lo único que su cuerpo sufría eran espasmos, además de que su estómago se encontraba completamente cerrado.

Tenía el corazón prácticamente en la garganta cuando el señor Pitch abrió la puerta.

-Jóven Snow, que sorpresa verlo por aquí, especialmente cuando Baz se encuentra de viaje en el exterior.

Simón relamió sus labios antes de contestar.

-Llámeme Simón, por favor. Y sé que Baz se encuentra en el exterior, pero no quería hablar con él, en realidad quería... Quiero hablar con usted, señor Pitch.

El señor Pitch abrió los ojos sorprendido.

-Bueno, entonces pasa y hablaremos en la sala.

Simón asintió y se adentró en la casa. El señor Pitch caminó por delante de él hacia la sala y tomó asiento en uno de los sillones. Simón imitó aquella acción y se sentó en frente del mismo.

-¿Quieres un poco de té? - preguntó, mirando fijamente hacia los ojos de Simón, como si quisiera adivinar cual era la razón de su visita solo con verlo.

-No, muchas gracias. - respondió Simón, sus manos sin dejar de moverse en su regazo y sus piernas sin parar de repiquetear en el suelo. Si aceptaba aquel té probablemente terminaría derramandolo en la alfombra.

Estaba realmente nervioso y se notaba. Pero debía hacer esto de una vez por todas, era algo trascendental para su futuro y para la vida que quería tener.

-Entonces, Simón. - dijo el señor Pitch, con su voz grave y segura - ¿cual es la razón de tu visita?

Simón dejó de moverse y se sentó erguido en el sillón, tal y como le había aconsejado Penny. Miró a los ojos del señor Pitch y dijo:

-Quiero casarme con su hijo.

Así, sin rodeos. Baz probablemente lo mataría cuando se enterara que lo había dicho de aquella manera.

El señor Pitch parpadeó sin creer lo que acababa de escuchar, realmente pensaba que había oído mal, pero Simón no parecía haberse equivocado así que estaba realmente confundido. Obviamente que él sabía que Simón y Baz eran novios desde hace un tiempo, es más, ya hasta vivían juntos.
Pero él no había dicho nada al respecto cuando Baz se lo había comentado, porque pensaba que era algo pasajero.
El señor Pitch no tenía nada en contra de que su hijo fuera homosexual - le preocupaba más que fuera un vampiro - pero habia una gran diferencia entre tener un novio y tener un esposo.

Snowbaz One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora