El Hechizo

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Simón se estaba esforzando demasiado en crear un nuevo hechizo, tarea que le había asignado la profesora de Magia Avanzada, pero simplemente nada le resultaba.

Lo peor es que la tarea no consistía en crear un simple hechizo para mover cosas o desaparecerlas, era algo mucho más complicado que eso, porque debía funcionar en las personas.

Los hechizos normales que Simón realizaba con las cosas generalmente causaban explosiones o como mínimo, algún daño. Por lo tanto Simón estaba realmente aterrado de ejercer su poder en alguna persona y hacerla explotar o partirla en dos.

-Simón, debes practicar tu hechizo. Mañana debemos mostrárselo a la profesora. Vamos, practica en mi. - dijo Penny, por doceava vez.

Ambos estaban en la habitación de Simón y Baz, pero este último no se encontraba presente.
Tal vez estaría jugando al fútbol o, según el pensamiento de Simón, confabulando en contra de su persona.

-No voy a hacerlo Penny, podría hacerte daño y eres mi única verdadera amiga en este lugar. No voy a correr el riesgo de quedarme solo con Agatha, ¿de que se supone que podría hablar con Agatha?

Penny frunció el ceño de nuevo y se levantó de la cama de Baz.
Si, él iba a enfadarse de nuevo por aquello, pero a Penny no le importaba.

-Bueno, si vas a estar dando vueltas de aquí para allá en la habitación sin practicar tu hechizo, al menos déjame practicar el mio contigo.

Simón asintió y se sentó en su cama.

-Adivina adivinador, ¿en que está pensando el ratón? - Dijo Penny, y entonces sonrió.

Simón no sintió ningún cambio, pero sabía que el hechizo había funcionado debido a la expresión en el rostro de su amiga.

-Tu hechizo no puede tratarse de convertir a las personas en bollos de cereza, Simón.

Simón se recostó en su cama y ocultó su rostro entre sus manos.

-Será mejor que mañana realices tu hechizo con otra persona que no sea yo, no quiero que leas mis pensamientos en frente de toda la clase.

Penny se sentó a su lado y tocó su cabello, tranquilizandolo.

-Seguro que si leo tu mente mañana también vas a estar pensando en bollos de cereza, Simón, pero no creo que eso impresione a nadie, eres mi mejor amigo así que creerían que esta arreglado. Lo voy a realizar con la profesora.

Simón sonrió volviendo a pensar en bollos de cereza, pero luego recordó el hechizo que debía realizar y su humor volvió a recaer.

-Mañana voy a matar a alguien y voy a ir a prisión.

Penny se levantó de la cama y se dirigió a la puerta.

-Bueno, señor optimista, Baz esta por llegar en cualquier momento, así que me voy a mi habitación. No vas a matar a nadie, a lo sumo solo vas a incinerar algunos cabellos o cejas, nada realmente importante. ¡Nos vemos mañana! - dijo, y tal como había entrado, se marchó.

Simón, aún recostado, tuvo que hacer lo que más odiaba: pensar.
Había estado postergando el tema del hechizo por semanas, pero mañana debía llevar a cabo el mismo y no tenía la más mínima idea de que hacer para que no hubieran heridos.

Entonces Baz interrumpió en la habitación y en los pensamientos de Simón. Al parecer había estado jugando al fútbol, ya que estaba envuelto en sudor y lodo, además de que llevaba el uniforme del equipo.

-¿Por que tan pensativo, Snow? Creí que tu cerebro no estaba capacitado para pensar por más de dos segundos.

Simón fulminó con la mirada a su compañero de habitación y no contestó.

Snowbaz One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora