I know I'm the only one

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Para toda la gente que odió y criticó al pobre Baz en la primera parte, aqui la continuación de <I know I'm not the only one>

-¿Simon, sucede algo?

Simon no contestó a Baz en el momento. ¿Sucedia algo? No sabia que responder a eso. El no estaba enojado. Sólo estaba un poco alterado. Y tal vez, sólo tal vez, desearía tener nuevamente magia para convertir a Baz en un sapo. Uno muy feo.

Pero no era culpa de Baz, realmente. Habia tenido una horrible pesadilla hace unas noches y no había salido de su cabeza por lo real que se había sentido todo. Aquella pesadilla no dejaba su mente y por culpa de ello, había estado distante de su novio.

- No entiendo de que hablas - Mintió, mientras terminaba de lavar los platos que habían ocupado en la cena.

-Simon, mírame.

Simon se obligó a levantar la mirada hacia donde estaba el pelinegro. Adoraba mirarlo, siempre lo había hecho, incluso cuando aún no sabía que tenía sentimientos por él. Pero ahora miraba sus ojos y volvia a ver la mirada del Baz de sus sueños, diciendole bebé luego de que el viera que había estado con otra persona. Por eso rehuia de sus ojos, evitandolo notoriamente. Era estúpido pensar que Baz no iba a darse cuenta de ello.

-¿Hay algo que te tenga preocupado?

Simon miró fijamente hacia sus ojos, pensando en la hermosura de estos. No eran claros, como los suyos, pero había algo en aquella oscuridad que le transmitía seguridad. ¿Podrían aquéllos ojos haberle mentido alguna vez?
Negó con la cabeza, más para si mismo que para Baz. Confiaba en su novio, pero a Simon siempre le había faltado confianza en sí mismo. Incluso cuando era el mago más poderoso del mundo, nunca se había considerado mejor que nadie ni nada.

Baz se acercó lentamente hacia el, sus brazos rodeandolo por la cintura y acercandolo más a su cuerpo. Simon no se opuso. Se dejó hacer, mientras acomodaba su cabeza en el espacio entre su cuello y su hombro izquierdo, respirando su aroma a casa. A hogar. Sintió disolverse en sus brazos. Pero entonces, la imagen del chico en sus sueños llegó bruscamente y se vio lejos de Baz, observando como sus brazos rodeaban a alguien más.

Se alejó del pelinegro pero no pudo mirarlo a los ojos. Sabía que no podría tomar está decisión si lo hacía.

-Voy a quedarme un tiempo en casa de Penny.

Baz no dijo nada y Simon vió como este dejaba la habitación mientras la noche se sumia en el silencio.

Creyó que ese mismo silencio lo ahogaria.

-¿Quieres hablar de ello?

Penny sostenía una bolsa en sus manos, que Simon miro desinteresadamente. Hace una semana que se quedaba en su casa, desde aquella noche en la que se había dado cuenta de que Baz se merecía algo mejor. No había salido mucho de la cama desde que había llegado.

-¿Tengo opción?

Penny se sentó a su lado y le extendió la bolsa que llevaba. Se encontró pensando que sea algo de Baz, algo de Baz, algo de Baz. Simón la abrió. Eran bollos de cereza. Nunca antes los había mirado con tanta decepción. Ni siquiera sabía que era lo que estaba esperando, si el era él el que se había marchado. Aún así no podía evitarlo.

-Debe ser realmente grave si es que unos bollos de cereza no levantan tu ánimo.

Simon encogió sus hombros y dejó la bolsa en la mesa de luz que se encontraba al lado de su cama.

Snowbaz One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora