La carta

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Baz había terminado el entrenamiento de ese día sudado y algo molesto. Caminaba hacia el pabellón de los chicos cuando escuchó a alguien gritando su nombre. Quiso fingir que no lo había escuchado y siguió caminando.

-¡Baz! ¡Espera! - volvió a escuchar, pero siguió fingiendo que no lo hacía. Unos pasos después sintió una mano posarse en su brazo, reteniendolo levemente, por lo que maldijo internamente. No tuvo que mirar para saber de quién se trataba.

-¿Que deseas, Agatha?

La miró de reojo. Se encontraba ruborizada y su respiración se hallaba agitada; al parecer había corrido detrás de él demasiado tiempo. Eso casi lo hizo sonreír.

-Necesito que me hagas un favor.

Baz mordió el interior de su mejilla aún más molesto que antes. Estaba a punto de seguir caminando porque realmente no le interesaba hacerle un favor a nadie, cuando Agatha sacó una carta de su saco. No se hubiera detenido si es que no hubiera leído lo que tenía escrito por fuera.

Aquel nombre.

Simon Snow.

-Necesito que le des esta carta a Simon. Por favor.

El pelinegro frunció el ceño levemente, pasando el peso de una pierna a otra, indeciso. ¿Que tenía esa carta y que buscaba Agatha con ella? ¿Que quería de Simon?

-¿Acaso tengo cara de paloma mensajera? - respondió, su tono de voz frío y sin expresión.

Agatha miró al suelo, nerviosa. Baz le intimidaba y unas nueve respuestas de diez suyas, eran retóricas, sarcásticas y cargadas con un tinte de maldad, pero no tenía otra opción. Nadie más que conociera entraba en el pabellón de chicos a esas horas, salvo Penny, pero ella sabía que esta no iba a colaborar. Eso le reducía las opciones, dejándole una sola persona posible;  el pelinegro, que prácticamente le fulminaba con la mirada en aquel momento.
¿El mensaje era urgente? Sí, no se atrevía a decírselo cara a cara a Simon, no tenía el coraje suficiente y es por eso que había optado por una carta, aunque no había pensando en quien iba a entregar la misma. Su única solución se encontraba de pie frente a ella con el ceño fruncido.

-Por favor. Puedo darte lo que quieras a cambio.

Baz rió internamente. ¿Que podría tener ella que el quisiera? Bueno, solo podría ser el hecho de que ella era capaz de estar con la persona que el quería. Pero eso era algo que ella no podría darle de ninguna manera.

Baz no dijo nada, sólo arrancó la carta de sus manos e intentó seguir su camino, viéndose interrumpido por Agatha que lo abrazó emocionada ya que no esperaba una respuesta afirmativa. Baz la alejó rápidamente, no le gustaba el contacto físico. Mucho menos el de ella.

-Muchas gracias, realmente te debo una.

Nuevamente no respondió y rápidamente caminó a su habitación. Para ser sincero, no había aceptado aquella tarea por tener un buen corazón. Nadie podría creerse aquello y Agatha le parecía bastante ingenua por haberlo creído.

Al entrar a su habitación escuchó el sonido de la ducha. Tal y como esperaba, Simon estaba allí, duchandose. Todos los días a la misma hora en la que él llegaba del entrenamiento, lo hacía. Estaba seguro de que lo hacía para molestarlo, para hacer que espere por el baño. Por fuera, Baz se ponía hecho una furia con el rubio, pero por dentro Baz se encontraba encantado de observar las pequeñas gotas cayendo del hermoso y deslumbrante pecho de su supuesto enemigo.

Aprovechó el momento a solas en el cuarto y con un hechizo rápido de magia, abrió la carta. Su boca se secó al leer las tres simples palabras que contenía.

Snowbaz One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora