#1 Compañeros Nuevos

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Mi madre encendió la luz de mi cuarto, despertándome, abrí lentamente los ojos para ver que mi madre estaba abriendo las cortinas de mi cuarto, dejando entrar más luz.

-Arriba, Laura -me dijo-, es tu primer día de clases, ¡ya estás en quinto!

-Qué emoción -le dije con desagana y luego volví a cerrar los ojos.

-Vamos, holgazana, levántate -dijo y tiró de mis sábanas, destapándome.

-Ya voy, ya voy -le dije mientras me incorporaba.

-Tu uniforme está en la silla -dijo mi madre-, tuve que agregarle unos centímetros más a la falda porque veo que subiste de peso durante las vacaciones -hizo un gesto de desaprobación-. Ya me he cansado de decirte que no comas tanto, te estás poniendo muy gorda y eso no se ve bonito. Cuando yo era joven...

Agh. Ya iba a empezar con eso. Ya me sé de memoria la historia de que cuando ella era joven era muy guapa y esbelta, lo que atraía a todos los chicos y provocaba la envidia de las chicas. Decidí no prestarle atención, así que salí de mi cuarto y la dejé hablando sola.

Fui al baño a lavarme el rostro y cepillarme los dientes, luego miré mi reflejo, las ojeras que se habían formado durante las vacaciones debido a mis desveladas leyendo novelas online lucían horribles, pero hice caso omiso a ellas y me fui a duchar. Cuando volví a mi cuarto mi madre ya no estaba allí, así que cerré la puerta y comencé a vestirme. La falda, en efecto, me iba a quedar un tanto ajustada, porque cuando la cerré noté que me quedaba justo a la medida. En fin, mi madre tenía razón. Terminé de vestirme, salí de mi cuarto y caminé hacia la cocina (en ese momento aún no teníamos segundo piso en casa, éste se construiría un par de años más tarde), en la cual se encontraba mi madre, la cual me había preparado un té y estaba poniendo mi almuerzo en un bolsito para llevarlo a la escuela, bebí mi té mientras oía -sin prestar atención- a mi madre, cuando acabé el té fui por mi mochila, cogí el bolso del almuerzo y salí de la casa.

Acostumbraba ir a pie a mi escuela, pues ésta quedaba a 15 minutos de mi casa a paso lento, además no tenía dinero para subir a un transporte colectivo, por lo que no tenía muchas opciones tampoco. Al llegar a la escuela me dirijo de inmediato al tablón de anuncios de la entrada, en la que había hojas enganchas con todos los cursos de la escuela escritos en él. Busqué "Quinto E" entre las hojas, y cuando leí la lista fruncí el ceño: habían dividido a mi curso y lo habían repartido por las demás letras -las cuales iban de la "A" a la "E"- y habían agregado a niños y niñas de otros cursos -que no conocía- en mi clase. El papel señalaba que mi salón era el número 36, el cual se encontraba en el tercer piso. Genial. Subí lentamente las escaleras y recorrí el pasillo hasta que vislumbré la puerta que tenía un cartelito que decía: <<Sala 36 - 5°E>> y la atravesé. El salón estaba casi vacío, solo había un par de chicos en el fondo del salón y dos niñas en la parte delantera del mismo. Reconocí a una de las niñas y a los chicos, eran compañeros de mi antigua clase.

Opté por sentarme en la parte delantera del salón, en el pupitre que estaba entre las dos niñas y esperé. Unos minutos después comenzaron a llegar más personas, pero no me interesaba ver a nadie, puesto que el niño que me gustaba, Ignacio, había sido reubicado a otra clase -el 5°D- y, además, no tenía ninguna amiga en el curso pues, como ya sabrán, la única amiga que tuve falleció hace poco menos de un año y estoy sola desde entonces. Me puse triste al pensar en ella y estaba perdida en mis pensamientos y recuerdos cuando escuché mucho ruido en el salón. Volteé a ver qué sucedía... entonces lo vi. Era un chico el cual, al parecer, había llegado hace unos pocos segundos y ya estaba causando revuelos entre mis compañeros. No lo conocía, entonces lo observé: su piel era muy morena, todo lo contrario a la mía -que era muy blanca, por supuesto-, su cabello era corto y negro, tenía unos dientes muy blancos que resaltaban en su rostro, pero lo que más me llamó la atención fueron sus profundos ojos negros cual ónix, los cuales me abrumaron por un segundo, hasta que me tranquilicé y volví a mirar hacia adelante.

Por lo que pude escuchar su nombre era Chris. Tenía ganas de saludarle, pero sabía que no iba a alcanzar ni siquiera a estar a 3 metros de él, puesto que pasaba rodeado tanto de chicos como de chicas, los primeros porque de alguna u otra forma lo admiraban y lo encontraban "cool", y las chicas porque simplemente era guapo y querían verlo más de cerca. De inmediato supe que Chris era muy popular, se hizo amigo de todos los chicos al instante y todas las chicas babeaban por él, tanto de mi clase como de las otras. 

Malos Amores Y Falsas Amigas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora