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Aria's POV

Me despego de la puerta y maleta en mano vuelvo donde mis padres, que están acabando de colocar todo en los pocos estantes de la cocina, al estar la sala de estar y la cocina juntas puedo ver que mi hermano sigue tumbado en el sofá, por lo que decido agarrar un cojín y con el en mano dirigirme hacia donde está.

Al llegar más o menos a una distancia en la que puedo verle la cara, levanto el brazo y le pego de lleno en la cara, a lo que gruñe, eso me hace reír. Suelto el cojín que cae a su lado, y me doy la vuelta para agarrar otra vez las dos pesadas maletas, me cuesta un poco el ponerme en pie, pero finalmente consigo mantenerme erguida y subir las escaleras de cristal que dan al segundo piso.

Un extenso pasillo aparece ante mis ojos cuando giro la esquina de la pared que hay nada más subir. En ese pasillo blanco, cuatro puertas me dan la bienvenida, todas son de madera oscura con el picaporte plateado -aquí hasta el más mínimo detalle tiene un aspecto moderno-.

Comienzo a andar pensando en cuál de aquellas puertas se encontrará mi habitación, ya que ninguno de mis padres nos han indicado cuál será la habitación de cada uno.

Abro la primera puerta pensando que tal vez la primera será la buena, pero al girar el picaporte y abrirla totalmente, un precioso baño aparece ante mis ojos.

Enfrente, puedo ver en una enorme encimera de granito blanco, dos lavabos plateados y encima, un gran espejo rectangular que me devuelve mi reflejo. Junto a los lavabos, se encuentra el inodoro de porcelana, y un poco más a la derecha una enorme bañera blanca en la que podrían coger dos o incluso tres personas.

Finalmente, en una de las esquinas, se encuentra la ducha. Toda recubierta de pequeños azulejos de color zafiro oscuro mezclado con gris satén, que le da un toque perfecto. Todo en esta casa estado orientado al más preciado lujo.

Vuelvo a cerrar la puerta y me quedo de pie en el pasillo, examino las tres puertas que me quedan intentando averiguar cual de ellas será definitivamente mi habitación.

Cuando estoy inmersa en mis pensamientos, puedo notar que al final del pasillo, no hay solo una puerta, sino dos, por lo que sé al instante, que esa es la habitación de mis padres, reduciendo así a tan sólo dos puertas mi elección, dos puertas que se encuentran justo delante de mí, enfrente del baño y junto a la habitación de mis padres -al menos una de ellas-.

Echo a suertes mi decisión, pero en el último momento, justo cuando estoy a punto de decidir, mi intuición femenina me dice que mi habitación está detrás de la segunda puerta.

Me acerco suavemente hacia la puerta y paso mis dedos sobre la fría madera, al instante una agradable sensación me invade, por lo que sé que esta es mi habitación.

Giro el picaporte muerta de miedo por saber si estoy verdaderamente en lo cierto, y cuando la puerta se abre dejando ver todo su interior, puedo ver que efectivamente, estoy en lo cierto.

En esta ocasión, las paredes son de un color lila oscuro con una franja negra que la recorre.

La cama, una cama de matrimonio para mi sola, está vestida con sábanas de color negro y cojines lilas a juego con las paredes. Los muebles sin embargo, son del mismo tono que las puertas. Pero paso por alto ese pequeño detalle ya que estoy verdaderamente encantada con mi nueva habitación.

Veo que enfrente de la cama, junto a un espejo que va desde el techo al suelo, hay dos puertas que parecen correderas. Me dirijo hacia allí intrigada y empujo suavemente, al instante las puertas se deslizan y puedo ver un gran vestidor, todo lleno de armarios blancos completamente vacíos esperando a ser llenados con mi ropa.

Creo que voy a llorar, esto ya es demasiado, no me esperaba este enorme vestidor para nada.

Agarro las dos maletas, ahora en medio de la que es mi nueva habitación, y las meto dentro del vestidor. Deslizo la cremallera con cuidado y la abro completamente.

Poco a poco voy colocando toda la ropa que hay dentro sin dejar de mirar la otra, sabiendo que aún me queda mucho trabajo por delante.

Steven's POV

Regreso a casa empapado de sudor, después de una hora y media dando vueltas por todo el barrio residencial creo que ya va siendo hora de darme una ducha, aunque sin apenas ganas porque no me apetece nada tenerle que ver la cara al desconocido que según dice Doretta, es mi padre.

Subo los escalones del porche y meto la llave dentro de la cerradura, puedo notar un click y la puerta cede. Entro en el recibidor y miro para la cocina, y para mi sorpresa, mi padre ya no está sentado en unos de los taburetes de la isla -quizás viendo mi reacción, haya decidido marcharse de una vez por todas-.

Pero el ruido del televisor me saca de mi agradable sueño, por lo que sé que ese patán que tengo como padre sigue aquí, y según parece, como bien me ha dicho, viene efectivamente para quedarse...aunque sólo sean unos días -horribles días-.

Cruzo el pasillo dirigiéndome al lugar del que proceden los ruidos, y llego hasta la puerta del salón.

La abro con cuidado, y al abrirla, puedo ver a mi padre dormido en uno de los sofás de cuero negro, con el mando del televisor encima de su pecho. Me dirijo hacia donde está y le quito el mando con cuidado para que no sé despierte. Noto que se mueve un poco, pero por suerte no abre los ojos.

Apago el enorme televisor, y la habitación adquiere un toque de penumbra. Echo andar de nuevo hacia la puerta, pero me detengo para mirar a mi padre unos instantes.

¿Podré perdonarle alguna vez lo que le hizo a mi madre?

Alone ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora