Alone ©

24

Aria's POV

—Aria despierta, el avión acaba de aterrizar. —escucho la voz de Steven a la lejanía.

—Diez minutos más. —susurro adormilada.

—Si quieres quedarte aquí sola... —vuelvo a escuchar y eso hace que me despierte de golpe.

—Ni loca. —exclamo, mientras le agarro fuerte el brazo.

Cuando por fin puedo situarme, echo un vistazo a mí alrededor para comprobar que solo quedamos Steven y yo en el avión, por lo que me levanto seguida de él y salimos finalmente de la cabina de pasajeros, adentrándonos en el enorme aeropuerto recubierto de grandes ventanales, el cual, está lleno de gente que habla animadamente. Steven se separa de mí por un momento, y cruzando entre la masa de gente se dirige hacia una gran cabina, en la cual, puedo ver sentada tras el mostrador a una mujer ya entrada en años, que después de un rato de conversación, le tiende unas llaves a Steven y acto seguido, vuelve junto a mí sonriente. Agarramos nuestras respectivas maletas y salimos del enorme edificio en dirección al parking, y después de caminar recorriendo casi todas las plazas de aparcamiento, justo casi al final, puedo ver solitario nada más ni nada menos que un Lamborghini de un color gris metálico.

—¿Ese es tu coche? —pregunto exhausta.

—Un Lamborghini Veneno, es puro nervio y además lo quiero como si fuera mi hijo. Aquí en el aeropuerto siempre me lo cuidan para que cuando venga aquí lo tenga a mi disposición.

No puedo decir nada ante tal comentario por lo que únicamente decido introducirme en el coche boquiabierta por todo lo que contiene, y sobretodo por su modernidad.

—Agarrate fuerte. —menciona Steven arrancando, para segundos después pisar el acelerador, haciendo que el coche salga disparado y yo rebote contra el asiento. Me giro para mirar a Steven que está aferrado al volante y sonriendo como un niño pequeño con un juguete nuevo, por lo que me recuesto en mi asiento un poco intranquila, pero intento disipar todos mis pensamientos disfrutando del paisaje que se extiende ante mis ojos por toda la larga carretera.

Después de unos veinte minutos de carretera finalmente Steven detiene el coche enfrente de una gran puerta cuadrada de madera, anclada a dos grandes muros de piedra rojiza. Saca un mando de la guantera y después de un click, la puerta comienza a abrirse despacio dejando ver un largo sendero de piedra y a lo lejos una gran finca.

Cruzamos en coche el largo sendero y Steven aparca justo delante de la casa de fachada blanca, con grandes ventanales de madera a juego con la puerta en forma de arco, recubierta por una verja metálica con dibujo de una enredadera, y encima, un pequeño balcón también hecho de madera.

—¿Te gusta? —me pregunta Steven.

—Mas que eso. —contesto recorriendo con mis ojos toda la fachada.

—Pues espera a ver el interior.

Steven abre la puerta y nada más hacerlo de dentro de la casa aparece un hombre ya mayor, trajeado, y con un semblante serio que saluda efusivamente a Steven, por lo que me presupongo que este es su abuelo.

—Aria, este es mi abuelo, Philip Stuard. —explica Steven.

—Encantada, yo soy Aria Hamilton. —me presento tendiendo mi mano pero por sorpresa él me abraza, a lo que yo le sigo.

—Bueno hijo, os dejo la finca para vosotros solos, le he dicho al servicio que intenten ser sigilosos para que parezca que estáis solos así que no creo que os molesten. Tened cuidado y sobretodo pasarlo bien. —dice finalmente y se sube a su coche.