Capítulo 21: Sentimientos contradictorios.

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Entramos en su habitación y en cuanto cerré la puerta él se quitó su camiseta. Nunca en la vida había visto nada tan bello como lo que estaba viendo ahora mismo. Sus pectorales, sus abdominales, sus brazos…todo él era algo hipnótico para mis ojos.

- Esto…quieres…yo… - empecé a balbucear. Me detuve un momento para pensar lo que quería decir. - ¿Quieres que salga, un momento?

Mi corazón iba a mil, mi cara no podía sentirla más roja y su sonrisa no ayudaba en nada a mi estado de ánimo. Porque en estos momentos, mi nivel de autoestima estaba por los suelos. ¿Cómo era posible que alguien como él estuviera con alguien como yo? Él era todo un Dios y yo no era nada más que una simple humana.

- No seas tonta. – me dijo mientras tiraba la camiseta a la papelera.

- Podrías estar con cualquiera, cualquier modelo o actriz o alguna de esas, ¿por qué estás conmigo? – la voz me tembló en dos ocasiones debido a su maravilloso cuerpo.

- Eres la mujer más hermosa que he visto en toda mi vida. No podría desear a nadie más.

- Seguro que eso no es verdad…

- No te ves a ti misma con suficiente claridad, eres lo más hermoso del mundo.

Cogió una camiseta de color negra que le quedaba realmente bien, se podría decir incluso, que estaba sexy. ¡Dios, tenía que parar esto ya!

Busque por la habitación, algo en lo que centrar mi atención, algo que no fuera él. Miré la papelera y vi su camiseta. La verdad es que estaba para tirarla, tenía tantos rotos que no se podían arreglar y las manchas de sangre iba a ser muy difíciles de quitar.

- ¿Cómo se os ha ido tanto de las manos? – dije sin poder quitar mi vista de la camiseta.

- Solo tú has creído eso. Estaba controlado. – le mire con cara de incredulidad. – Oh venga… no sé, estábamos hablando y yo le dije algo, luego él me dijo algo y le lancé por la ventana.

- ¿Qué tú qué?

- Fue muy hábil, consiguió ponerse el glamour antes de caer al suelo. – dijo con la mirada perdida dando a entender que estaba recordando lo ocurrido.

- Oh sí, menos mal… - dije irónicamente.

Le miré con cara de pocos amigos, la rabia del bosque volvía a mí poco a poco. Estaba muy lejos de estar a ese nivel, pero ahora que había descubierto mi fuerza interior cuando estaba enfadada, no podía detenerla.

- Podíais haberos hecho daño.

- Somos más duros de lo que crees. Es muy difícil que nos hagamos daño de verdad. – me miró sonriente. – Pero mírame, - eso ya lo hacía, creedme que lo hacía… - no tengo ningún arañazo.

Y era verdad, me acerque a él y le examine detenidamente, el cuello, los brazos y como ya se había puesto la camiseta, empecé a palpar sus músculos. Esto se me estaba yendo de las manos y notaba como él sentía lo mismo que yo.

Levanté la mirada para verle el rostro, me miraba con una mirada curiosa, había una cierta necesidad, pero también había miedo y respeto. Le dí un rápido beso en los labios y me separé de él, para poder respirar con normalidad.

Necesitábamos unos segundos para volver a la normalidad, para poder pensar de forma racional o yo por lo menos los necesitaba. Mientras tanto una idea pasó por mi mente.

- ¿Estás listo para ser presentado en sociedad? – le dije con una sonrisa malévola en mi cara

- ¿Hay más amigos que me quieras presentar? – me dijo con una mirada de incredulidad.

Soledad *[En Edición]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora