Capitulo 2: Mi primer contacto con el mundo real.*[Editado]*

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Capitulo 2: Mi primer contacto con el mundo real. *[Editado]*

Encontré la cafetería sin problemas, era grande, llena de mesas redondas y de alumnos de todas clases. En uno de los laterales se encontraba la zona de planchas y comidas, así que cogí una bandeja y puse una botella de agua y una ensalada encima. Hacía dos semanas que mi estomago se había cerrado a cualquier comida solida, lo más que soportaba, eran los tomates cherry.

Me encaminé entre las mesas, intentando no chocar con nadie para no llamar la atención y buscando la mesa más alejada y vacía de todo el comedor. Al fin la encontré, casi al final del todo, dejé un par de ellas vacías antes de la mía, por si llegaba más gente, que estos no decidieran hacerme compañía.

En mi plan de pasar desapercibida, había cogido una de mis sudaderas grises con capucha y me la había puesto, si no me veían la cara, no sabrían si era nueva. Al menos ese era mi plan, ya que la realidad era que la gente se me quedaba mirando, me había convertido en lo que no quería ser, la chica nueva e interesante, no tenía nada de interesante. Aunque sabía que era una situación que no duraría, que pronto me verían como la rara chica nueva, me molestaba tener que fingir que me interesaba algo, solo quería que estos dos años pasaran en la más profunda soledad.

Pero olvidaba una cosa, esto es un orfanato, al menos la mitad del centro, aquí la sociedad no es igual que en el mundo del que vengo. Si en mi instituto hubiese llegado una chica nueva con las pintas que yo tengo y se hubiese aislado del resto del mundo de la manera que yo lo había hecho, nadie se hubiese acercado a ella. Pero aquí no, claro.

- Hola – dijo la voz de una chica. Levanté la cabeza con pesadez y ahí estaba, con una sonrisa que le ocupaba todo el rostro.

La chica aparentaba ser de mi edad, aunque sus facciones parecían algo perfectas para ser una adolescente de dieciséis años, solo la delataba su manera tan estrafalaria de vestir. Tenía el pelo rojo sangre y un maquillaje algo siniestro, pero su vestimenta era de colores grises oscuros y rosas fucsias, un estilo punk que me recordaba a algún vídeo clip de Avril Lavigne.

- Hola – la contesté sin muchas ganas.

- Soy Ariana, pero todos me llaman Ari. – su tono de voz era melodiosa, si no fuera porque su excitación por conocer a alguien nuevo, la hacía casi chillar.

- Soy Diana. – dije por cordialidad, en realidad no me había preguntado.

- ¿Eres nueva? – no contesté, me quedé mirándola con una ceja levantada. – Sí ya se que eres nueva, pero me refería a si era la primera vez que venías a este centro.

- Sí – contesté al final, aunque no tenía ni idea de a qué se refería.

- Yo he entrado y salido de este centro tres veces y no soy de las peores de por aquí. – dijo como si me tuviese que impresionar, seguía sin entender mucho, quizás fuese por ser novata en esto de ser huérfana. - ¿De dónde vienes tú?

Y tras esa pregunta, se sentó en una silla e hizo un gesto a alguien que estaba detrás de mí, para que se sentara también.

Y no solo alguien, sino seis personas más se sentaron alrededor mío. Tres chicos y tres chicas. Las chicas tenían la misma pinta que Ariana, aunque sin ese color de pelo tan llamativo, lo que me hacía ver quien llevaba la voz cantante en este grupo. Aunque los chicos eran peor, parecían recién sacados de una película de raperos en la gran ciudad, todos con los pantalones tan bajados que se les veían los calzoncillos y las camisetas dos o tres tallas más que las suyas.

- Esta es Diana – dijo mi nueva pesadilla. En realidad parecía maja, pero no en estos momentos donde lo único que quería es remover mi ensalada y subir a mi cuarto. – Es nueva en el centro y estaba a punto de decirme de donde venía.

Soledad *[En Edición]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora