El interrogatorio.

9 5 3
                                    

-¿Tú teoría es que le secuestraron los nazis?- rió Clara de forma incrédula.
-Cabe la posibilidad.
Ante esta tesitura no me sabía bien el desayuno en esa cafetería, pero teníamos que aprovechar algo Roma, ya era nuestro tercer día allí.
-¿Y cómo vas a encontrarlo entonces?
-No lo sé.-me detuve un momento.- ¿Crees que ese monje también lo busca?
-Eso seguro, pero si tiene más información permíteme que dude que nos la vaya a dar.
-¿Y la caridad Cristiana?
Clara me levantó una ceja como preguntándome si yo de verdad creía en eso. A lo largo de mi vida había conocido personas malas y buenas independientemente de su religión, pero tenía que intentarlo.
-Vale, vale.- respondió Clara ya resignada.-Iremos.
Pagamos la cuenta a medias y nos levantamos para volver a aquella pequeña iglesia. Dos horas esperamos hasta que vimos al monje. En cuanto nos acercamos a él nos reconoció e intentó huir, pero lo acorralamos.
-Por favor, tened piedad de un hombre de Dios humilde como yo, no sé dónde está. Nosotros ya no lo queremos, es vuestro.-
El monje habló tan rápido que no nos dio tiempo a interrumpirle.
-¿Me puede decir de qué habla?-preguntó Clara.
-Vosotros lo buscáis ¿no? ¿No sois los nazis?
-¡Já! Te lo dije, nazis.- grité orgulloso de mi acierto. En ese momento pasó una pareja que me oyó y nos miró ciertamente extrañados. Me sonrojé y respondí al monje.-No, no somos nosotros, yo soy Miguel, su hijo, y esta es mi amiga Clara.
-Bueno, amiga...-esto fue lo único que dijo antes de continuar, en ese momento no me di cuenta, sin embargo ahora, lo recuerdo de forma vívida, como todo lo que la rodea.
El monje recuperó su altivez anterior con su flequillo plateado.
-Entonces tengo que irme.
-De eso nada,- y si lo decía Clara de ahí no se movía ni Dios.- necesitamos información, queremos encontrarle.
-Pues os deseo suerte, todo el mundo lo busca, acompañadme hijos.
Nos metimos en un confesionario doble cada uno a cada lado y el monje en el centro.
-¿Estáis dispuestos a saber la verdad? Recordad que el secreto de confesión os obliga a vosotros también, al igual que a mí a guardar silencio.
-¿Se puede considerar secreto de confesión esto?-dijo Clara con su sarcasmo habitual.
-Yo tampoco soy cura, soy monje, pero dadas las especiales circunstancias que rodean este evento, así lo consideraremos, si es que seguís queriendo mi ayuda.
-Por supuesto.-respondí rápidamente.
-No conozco los pormenores de la vida de tu padre, ni su familia ni su historia. Tampoco su trabajo, y el obispo que me lo trajo al monasterio a vivir no me quiso dar detalles. Yo lo único que sé es que llegó aquí ya con su hábito y que, sin embargo, nunca rezaba ni se le veía mucho por el monasterio. Dos semanas después, me enteré que aunque dormía aquí tenía una habitación alquilada en un motel, lo cual, si ya estaba bastante intrigado, intensificó mucho mis deseos de saber. Sin embargo, él era inquebrantable en su silencio. Cuando me decidí a preguntarle sin rodeos ya no lo encontré. Desapareció de repente y el obispo me llamó en repetidas ocasiones para preguntar por un posible retorno. Nada de eso ocurrió. Un mes después aparecieron dos chicos jóvenes con sudadera y me preguntaron dónde estaba tu padre. Tenían símbolos nazis y me dieron una paliza detrás de la iglesia dada mi ignorancia sobre su paradero. Tardé un tiempo en encontrar el motel donde se alojaba y lo alquilé justo el día antes de que se lo quitaran. Llevo yendo allí dos o tres semanas para buscar algo que me pueda indicar qué le ocurrió.-
El monje calló y se alejó de la rejilla para indicar que su testimonio ya había terminado. Nosotros no le contamos nada a pesar de que insistió en sus preguntas.
-La verdad es que no me importa, pero la vida en el monasterio es muy aburrida.- Sentenció al ver que no íbamos a cambiar de opinión.
De nuevo volvía a no tener ninguna pista de mi padre, a empezar desde cero. Estaba agotado y algo abatido ante la perspectiva de mi búsqueda infructuosa. Me dejé caer en la cama deseperado, cuando note un beso en mi frente.
-No sigas,-me dijo Clara de una manera dulce mientras me miraba de cerca.-tu padre ha huido, estará bien. Esto no tiene sentido y es peligroso.
-Lo sé, deberías irte.
-No voy a ir a ninguna parte sin ti, te quiero.
Se le pusieron los ojos como platos cuando se dio cuenta de lo que había dicho, pero ya no había vuelta atrás.
No pude soportarlo, su cercanía y mi desesperación, su dulzura y mi turbación me empujaron a besarla. La quería, ella era mi único apoyo y yo estaba enamorado y necesitándola más que nunca. Después tuve miedo, pero me duró poco cuando ella también me devolvió el beso. Y así seguimos, sin decir nada más. De todas las cosas de las que me arrepiento en ese viaje, esa noche es lo único que me salva del dolor, esa noche en la que vencí mi vergüenza y nos quisimos. Por fin me di cuenta de que ella también me quería.
Debí parar entonces y continuar con mi vida, con ella. Pero a la mañana siguiente me despertó el calor de su cuerpo desnudo con una nueva idea.

Hace ya mucho que no actualizo. Me quedé en uno de esos blancos de escritor, pero he decidido acabarla y he conseguido hilarlo hasta el final. De aquí ha dos o tres capítulos estará terminada con el final.que tenía planeado. Comentad y no olvidéis votar. Muchas gracias a todos :3

La historia que nos une.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora