Era algo más pequeña que en mi imaginación. Estaba desordenada a causa de los registros policiales. Al entrar por la cancela había dos pequeños parterres en los laterales y dos escalones hacia la entrada principal. La puerta tenía la cerradura intacta, supuse que la abrirían con más maña que fuerza. Clara se quedó apoyada en la cancela esperando a que me diera la vuelta, pero recordé las costumbres de mi padre. Fui hasta la mata de rosal muerto de los laterales, levanté un poco la maceta que estaba en alto apoyada sobre unos ladrillos y saqué la llave. No había cambiado, y yo tampoco había olvidado. La casa era de dos plantas. Justo al lado de la entrada estaba el baño a la izquierda y la cocina a la derecha. Después del baño había unas escaleras y al fondo un salón comedor con una puerta de cristal que daba a un minusculo jardincito. Todo estaba tal y como lo dejó. Cepillo de dientes, el mantel puesto... incluso platos sin fregar. Subimos arriba, Clara me seguía en silencio mirando sin atreverse a tocar nada. Solo había tres habitaciones, un pequeño baño, su cuarto -la cama, un armario de dos puertas y una cómoda. Un cuadro de él, mi hermana y yo- y otra habitación que estaba cerrada. Entramos. Una estantería cubría las tres paredes de la habitación, quitando el trozo de la puerta y la pared donde estaba la ventana. Estaban repletas de libros. Los fui mirando todos, uno por uno. Entonces, vi una tapa verde oscuro con letras doradas asomar entre unos volúmenes de enciclopedia. Me extrañó que estuviera ahí, ese libro me sonaba de algo, lo saqué y leí el título, "Aprender a volar". Pesaba menos que el que yo tenía, su último regalo de cumpleaños, así que lo abrí. Era una tapa falsa, un libro de estos donde la gente guarda cosas, la policía no se había percatado de ello. Dentro había una carta para mí, lo único que ponía era lo siguiente:
"No puedo explicarlo, ni siquiera mandarte esta carta, lo siento, no fue mi intenciónirme, no pienses mal de mí, te quiero."
-No tiene sentido.-se la tendí a Clara.
La cogió tímidamente y la leyó, me miró un tanto consternada, pero yo no la miré, estaba pensando, pero no le encontraba sentido.
-No desapareció, se fue.-dijo Clara revelando mis pensamientos.
-Pero, ¿por qué?-hubo una larga pausa en silencio, yo estaba apoyado en la estantería- ¿Te gustan los libros de detectives?
Clara me miró extrañada.
-Sí, ¿por?
-Tenemos que investigar esto. Lo primero, ¿por qué la policía no lo insvestigó?
-Nadie lo denunció, solo lo supieron porque dejó de pagar las facturas.
-¿Ni mi madre?-resoplé y me senté en la solitaria silla que acompañaba a la pequeña mesa del centro.- ¿Podría hacerlo yo?
-Tendrías que dar muchas explicaciones poco convincentes para que no encpntrasen la carta, si lo hacen te dirán que tu padre es adulto y libre de ir donde quiera.
-Entonces, tendréque resignarme.
-O, puedo robar los últimos datos de tu padre de la base de datos de la policía, como hice con este informe.
-¿Lo robaste?
Ella me sonrió, le besé en la frente, nos abrazamos.
-Estás loca,-dije- pero gracias.

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La historia que nos une.
Tajemnica / ThrillerEl padre de Miguel desapareció cuando él tenía trece años. Con dieciocho conoce a Clara, una chica de la que se enamora gracias a su afición común por los libros. Investigarán juntos el paradero de su padre y descubrirán que también está relacionado...