La habitación.

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El monje miraba hacia atrás muy a menudo y dio varias vueltas inútiles para despistarnos, pero conseguimos seguirle la pista sin ser vistos. Se metió en un motel y nosotros nos quedamos en la cafetería de en frente.
-¿Qué pasa si tu padre sale huyendo?
-Si está aquí porque él quiere le detendremos y hablará conmigo.

Una hora y media después, el monje salió del motel y se marchó. Ni rastro de mi padre, solo se podía salir por la entrada principal. Clara y yo entramos. Le preguntamos a la recepcionista dónde había ido y nos dijo que a la habitación de uno de los clientes, al 1°D. Nos dijo que el que allí vivía había pagado todo el mes, pero que se fue tres días después dejándola vacía y en dos días más habilitarían la habitacion. Le pregunté si sabía dónde habia ido el inquilino, pero no tenía ni idea, la única razón por la que no le había dado ya la habitación a otro era porque ese monje se pasaba todos los sábados y empezaba a removerlo todo buscando cosas. La joven recepcionista tenía una expresión extrañada, nos lo contó todo con la esperanza de obtener alguna explicación a esa situacion tan extraña, aunque no pude decirle nada. Le pedí la llave de repuesto de la habitación, pero me la negó.
-Vamos a echarle un vistazo a la puerta, a lo mejor el monje nos ha dejado la llave.-dijo Clara y me arrastró escaleras arriba.
-Eso es una tontería, por qué iba él a...
Clara sacó la llave del bolsillo y me guiñó el ojo. Con sus dotes podría haber sido una gran criminal. Al abrir la habitación nos la encontramos desordenada con todos los muebles movidos de sitio y libros en el suelo.
-¿Qué buscaba el monje?-preguntó Clara.
- No lo sé, pero si volvía todos los sábados no creo que lo encontrase.
Empezamos a remover nosotros también todos los muebles del salón y a buscar entre los cajones medio vacíos, aunque aún quedaba ropa.
-Parece que se fue precipitadamente.-observó Clara.
Pasé al cuarto de mi padre, presentaba las mismas condiciones. Clara entró en el baño. Al abrir el armario vi una pequeña estantería con cuatro libros. Recordé la nota de mi padre y corrí a abrirlos. No había papeles, pero empecé a ojearlos. En el tercero, en la página trece encontré rodeada la palabra "baño". Cerré el libro y fui donde Clara; me llamó nada más llegar a la puerta. Había quitado la tapa del depósito de agua del báter y había sacado un plástico con una nota y una especie de pergamino.
-Lo vi en una peli.-dijo.
Salíamos del baño cuando escuchamos abrirse la puerta de entrada y vi a la recepcionista de pie mirándonos con algo de miedo, parecía la primera vez que entraba porque se puso a mirar los muebles y el acusado desorden de la habitación. Oculté el sobre tras mi espalda y en el momento en el que la chica dio un paso hacia nosotros, Clara soltó la llave y corrió hacia la ventana. La seguí resignado y bajamos por la escalera de incendios mientras le pedíamos disculpas y le decíamos que el desorden era cosa del monje. La recepcionista nos miraba ojiplática y prefirió no gritar ni llamar a la policía. Dio un resoplido de resignación, y se apartó de la ventana por la que nos miraba. Escondí el sobre en la chaqueta y corrimos hasta girar la esquina e incorporarnos a la tromba de turistas y paseantes de la avenida. Una hora después estábamos en el hotel, sentados en la cama abriendo el sobre. En la nota solo había una fecha "17/10/2010".
-Eso fue hace cinco años.
-El mismo año en el que nos mudamos y dejó de venir.
El pergamino era extraño, tenía pinta de ser extremadamente antiguo y no sabíamos en que idioma estaba escrito, tal vez árabe o ebreo. Clara cogió el portátil y empezó a buscar la fecha mientras yo pensaba.
"No tiene sentido que me deje pistas, ¿por qué no me lo dice y punto? Además es raro que solo venga la fecha. Está claro que no quería que el monje la encontrase, pero ¿qué pinta un monje y un pergamino antiguo en la desaparición de mi padre? No tiene sentido."
-Ya sé a qué se dedicaba tu padre y por qué buscaba eso el monje.-dijo Clara sin apartar la mirada de la pantalla.
Le quité el portátil, estaba en la página web de un periódico italiano, el titular:
"Robo de una escritura supuestamente de María Magdalena.
Uno de los pilares más importantes para la teoría de la descendencia de Jesús fue robada ayer de los Museos Vaticanos. El terrible error de seguridad que se produjo en la red de cámaras de los Museos les ha costado el robo de uno de los supuestos pergaminos del diario de María Magdalena, que no contaba con ninguna copia..."
No quise seguir leyendo. ¿Mi padre lo había robado?
-Creo que era un ladrón al servicio de la Iglesia.
-¿Cómo que al servicio? Si le robó a los Museos Vaticanos.
-Si, les robó una prueba importante sobre la descendencia de Cristo.
-Y ellos están en contra, pero no podían destruírla ellos mismos.
-Exacto.
-Eso explica por qué vino, pero no por qué ocultó el pergamino en lugar de destruírlo o por qué se fue, aparentemente, de manera precipitada y sin decir nada a los que le daban trabajo, si no, el monje hubiera sabido dónde estaba esto.
-No sabemos dónde ha ido, aquí no viene nada sobre sospechosos o sobre que le pillasen.
-Ni siquiera sé si solo ha robado esto o no. Tenemos que volver al piso. Busca más noticias sobre robos a la Iglesia sin resolver en tu portátil, yo lo haré en el móvil.
Me hubiera gustado aprovechar esa noche y haber dormido con ella en la cama de matrimonio que nos cambiarían al día siguiente, pero tenía que encontrar algo más, algo que me dijese dónde había ido y por qué trabajaba para robarle a la Iglesia. Necesitaba saber.

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