15. Querer

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Era un viernes por la noche, estaba empaquetando las cosas que se llevaría a la casa de sus padres. Tenía planeado pasar el fin de semana con ellos, no los había visitado en las últimas dos semanas, por lo que imaginaba que su madre se pondría furiosa si tardaba un día más sin ofrecer una disculpa, ya que había estado excusándose con sus cientos de tareas para evitar ir a visitarlos, aunque a decir verdad, todo lo que hacía era estar con Nash siempre.

El muchacho estaba sobre su cama, viendo a Taylor Swift desde sus inicios, cuando era esa niña bonita de cabello rizado.

—¿Nunca has pensado en el funcionamiento del internet? ¿Cómo es que logra estar en el aire? Me da mucha curiosidad —preguntó.

—Lo he pensado, sí. Pienso en ello solo cinco segundos cuando accidentalmente olvido mi celular estando en el baño, pero no me interesa lo suficiente para investigarlo.

—Sí, a mí tampoco, el conocimiento general es aburrido —suspiró el menor.

Cameron continuó buscando cosas dentro de su armario. Iba a deshacerse de algunas de sus porquerías, llevándolas a casa de su madre porque no quería tirar nada a la basura. Como por ejemplo, esa guitarra que según iba aprender a tocar. No la había usado durante ocho meses, así que era hora de regresarla a casa.

—¿En serio vas a abandonarme? —cuestionó el pequeño con voz lastimera, alejando su interés de la laptop mientras le veía rebuscar en el armario.

—Son solo dos días.

—Vas a dejarme solo —continuó—. Probablemente me muera de hambre mientras no estés. ¿En serio necesitas ir? No sé cómo vivir sin ti, Cameron, no te vayas —Hundió la cabeza en la almohada, soltando un gemido falso.

—Eres una reina del drama —rodó los ojos.

—Esto es abandono, ¿quién te crees que eres?

Soltó un suspiro, volteándose a mirarlo. El muchacho estaba cubierto con una de sus sábanas, tenía su laptop sobre el estómago y escondía su rostro en una de las almohadas, mientras aspiraba su olor, quería imaginar.

—Puedes ir conmigo —sugirió, sentándose en el borde.

Nash soltó un ruidoso suspiro y negó con un movimiento de cabeza.

Primeramente tomó la computadora portátil y la colocó sobre la mesa de noche, porque tenía pinta de ser muy cara y probablemente iba a estropearse si caía al suelo. Pero al parecer a Nash no le importaba tanto, porque aunque era tal vez de diseño limitado, tenía cinta adhesiva de conejos en un extremo y parecía que ya se había caído varias veces. Aun sin que se lo hubiera dicho, su familia parecía tener mucho dinero. Una vez había mirado uno de los cheques que llegaban a nombre de Matthew para pagar la renta y definitivamente, suponía que Chad Grier se bañaba en dinero.

Oh, y así aprendió su apellido: viéndolo en un papel. A veces se sentía un poco raro porque no conocía mucho de él, es decir, Cameron le relataba su vida cada vez que veía la oportunidad, pero nunca recibía lo mismo a cambio y era triste que no tuviese la confianza suficiente para decirle.

—Sabes que puedes ir conmigo, Alison te amará —repitió, colocándole una mano sobre el estómago.

—¿Cómo puedes saberlo? —rio Nash, dándole un manotazo para evitar que le acariciara.

—Porque los dos sin iguales de raros y me aman, así que no veo por qué se llevarían mal.

—Eres el hermano mayor que todo el mundo quisiera tener, ¿quién no podría amarte?

Uhh...

—¿Hermano mayor, eh? —se lamentó, incómodo.

—Sí, hermano mayor, es como si perteneciéramos a la misma fam...

SilenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora