Nash no quería subir al auto. Le recordó que no había salido de casa desde hace nueve mes, sin embargo, él le llevó hasta afuera arrastrando, diciendo que no fuera dramático y argumentando que le besaría si alguien comenzaba a verlos extraño (Era una prevención que valía la pena realizar...)
Así que subió después de unas pocas charlas. Parecía levemente sorprendido al verle cerrar la puerta, pues se interrumpió en medio de un comentario sobre las tiendas, diciendo que no recordaba cómo eran y preguntándole si aún existía Taco Bell.
—Es cadena a nivel mundial, no creo que vaya a extinguirse pronto. ¿Quieres que vayamos?
Nash asintió en silencio, estremeciéndose cuando escuchó el sonido del motor. Intentó ocultar su preocupación hacia algo con una sonrisa.
—Sí, estaría genial; la parte gorda en mi interior se adueñó de mis emociones, tengo ganas de hartarme de comida mexicana hasta que pese otros seis kilos más.
Cameron rio. Nash hurgó entre los cds de la guantera. No dejó de preocuparse porque allí estaba el antiguo repertorio musical de su padre, un montón de música country y temas de hace cien años. Espió entre los temas, riendo por las portadas de algunos y haciendo comentarios sobre los feos nombres que tenían. Él le explicó el motivo y en contestación obtuvo un: Tu padre tiene gustos geniales.
—¿Entonces por qué estás riéndote?
—Porque tiene mejores gustos que yo, y ésta es mi manera de envidiarle. ¿No lo entiendes? Cuando alguien es mejor que tú en algo y sientes ese sentimiento de burlarte de sus cosas para que comience a desconfiar de sí mismo y deje de hacer eso donde te supera.
—Pero mi padre no está aquí.
—Sí, ya sé. Solo es una suposición. Supongamos que tu padre está aquí, solo supongámoslo, porque es obvio que no está. Y bueno, tal vez tú intentes copiar sus gustos. Así sabrás que no quiero que lo hagas.
—No sea egoísta —murmuró sonriendo, deteniéndose en un semáforo—. Y bueno, no creo que vayas a lograr desanimarme porque jamás he sido un aficionado al country. Así que está bien.
...
—¿Por qué hay tanta gente? —preguntó abrazando sus rodillas.
Había tanto tráfico que llevaban esperando más de cinco minutos.
—No lo sé, creo que es algo llamado sobrepoblación —dijo sarcástico, haciendo que Nash rodara los ojos.
—Eso apesta, todos deberían quedarse en su casa para poder amarse entre ellos.
—Creo que pueden hacer eso por las noches, digo, el día tiene muchas horas, se puede repartir el tiempo.
—Sí... No arruines mis intentos de sonar poético.
—No suena así —sonrió.
El camino ya estaba despejado de nuevo. Todo lo que podían hacer era estar allí en silencio, mientras Nash recordaba las veces que había estado comiendo como un puerco y Cameron le decía que no era verdad. Aunque bueno, todo era como:
—Dios, no me mientas.
—No discutas conmigo. Y ya no pienses en eso, te ves bien.
—¿Bien? Estoy gordo, nadie se ve bien estando gordo.
—Juro que voy a bajarte aquí mismo si vuelves a decir eso. Dios, estás viendo que cientos de personas tienen anorexia. No puedes simplemente hacer ese tipo de comentarios.
—No sé si lo has notado, pero nadie está viéndonos —El menor le miró con el ceño fruncido—. ¿Oh sí? —observó el techo del auto. Y después cubrió su cabeza con el gorro del suéter.
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Silence
General FictionEn el mundo de Cameron, Nash es la persona más silenciosa (confusa, destructiva y preciosa) que puede existir.