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-¿Pero que…?- dijo Cass, incapaz de terminar la oración por lo asombrado que estaba.

Mariella, por su parte, se limitó a observar y analizar lo que tenía ante sus ojos.

Lo que antes había sido una pared ahora se había convertido en un amplio espacio que fácilmente triplicaba el tamaño de su salón de clases. Dos de las paredes de este nuevo cuarto,las más cercanas, eran de un blanco inmaculado, casi brillante. Las otras dos, al igual que el techo, estaban al descubierto, de manera que se podía contemplar el relieve rocoso de la cueva en la que estaban.

Habían también dos “pistas” que formaban una L al estar una sobre otra, y en la mitad del espacio restante había algún tipo de sala. El piso de cada pista era de planchas de madera clara, bordeadas por dos pequeños canales de agua que se iluminaban por alguna luz que tenían debajo.

Varias líneas de materas bordeaban la pista inferior, dividiéndola así de la sala. La pista superior, que de por si ya estaba aislada, contaba con dos escaleras que permitían llegar hasta ella, ambas de cuarzo y con barandales de madera.

-¿Y bien?- preguntó Félix con los brazos abiertos.

-¿Qué rayos es esto?- respondió inmediatamente Cass.

-El cuarto de entrenamiento, por supuesto- respondió Félix con toda naturalidad -Daremos clases de combate, uso y fabricación de armas, tácticas militares…-

-Woah. Alto ahí- dijo Mariella antes de que Félix pudiera continuar
-¿Fabricación de armas?¿Esperas que construyamos algún tipo de arma?-

-Ese es su proyecto para dentro de dos meses- respondió Félix con indiferencia -Pero por ahora iniciaremos básico. Anda, vayan por un arma que les guste!-

Cass y Mariella compartieron una mirada algo incómoda, y acto seguido se dispusieron a buscar por lo menos algún arma, ya que no habían visto ninguna al entrar. Cass se dirigió a la pista superior, mientras Mariella, al no ver nada relevante en la de abajo, se dirigió enseguida a la sala.

Cass recorrió la pista entera, pero no encontró nada que pudiera parecer un arma. Ni siquiera encontró algún tipo de dispositivo o palanca que activara algún arsenal secreto.

Mariella, por su parte, se dedicó a investigar la sala entera. Trató de mover todos los sillones del sitio, buscando alguna tabla suelta en el suelo. O una trampilla. O cualquier cosa que pudiera esconder un arma.

Tras mover el último le dio una mirada a Félix, quien miraba a los dos aprendices de manera divertida.

Como si todo fuera un simple juego.

-Estúpido- susurró ella acostándose en el suelo, cansada de mover los muebles.

Fue ahí cuando vio la razón por la cual no habían encontrado nada.

-Cass- dijo, su voz rompiéndose al final por la ira y la emoción.

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Cass se levantó del suelo cuando oyó a Mariella entonar su nombre. Había estado sentado pensando los últimos dos minutos, al no encontrar nada en la pista superior. Tampoco parecía que Mariella hubiera encontrado algo, así que decidió pensar en todos los rincones escondidos donde podría haber una puerta secreta. No había pensado en ninguno cuando ella lo llamó.

Bajó las escaleras de rapidez, saltando los escalones en su descenso. Llego enseguida a la sala, donde encontró a su compañera en la posición de búsqueda más insólita posible. Estaba acostada en el suelo, sus pies paralelos al lado del sillón que estaba junto a ella. Tenía sus brazos cruzados sobre el pecho, y su melena oscura estaba esparcida en el piso alrededor de su cabeza. Cass levantó una ceja en su dirección, en señal de duda, a lo que Mariella contesto estirando el brazo.

Apuntaba directamente hacia arriba, y Cass tuvo que acostarse junto a ella para evitar romperse el cuello. Así fue que descubrió que, a varios metros sobre sus cabezas, camufladas con los relieves de la roca, se encontraban diversos tipos de armas colgadas en el techo.

Nightcode ~ El Código Nocturno     Donde viven las historias. Descúbrelo ahora