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Mariella se acomodó junto a Cass, al tiempo que Lyra se sentaba junto a ella. No estaban para nada cómodos.

-¿Podrías no acomodarte tanto?- se quejó Anna, del otro lado de Cass.

-No es mi culpa que esta cosa sea tan pequeña- le respondió Lyra, sentándose finalmente entre Mariella y una pared.

Se encontraban en la parte trasera de uno de los vehículos, la cual era a la vez muy grande y muy pequeño. Un lanzamisiles iba en el centro ésta, las puntas de los cuatro misiles asomándose por un lado. En las paredes se encontraban unas especies de salientes, que se suponía era donde debían sentarse.

Incómodo.

Frente a ellos iban Nico, Liz, Marina y Félix, también visiblemente incómodos. El último, sentado en el extremo más alejado de la cabina, extendió su brazo y cerró las puertas traseras, dejando a los chicos vislumbrar por última vez el hangar.

Cass no sabía si se debía a su precognición, pero sentía que está era la última vez que iban a estar en una academia. Esperaba que no fuera cierto.

-¿Todo bien?- le preguntó Mariella, poniendo su mano sobre la de Cass.

-Eso creo- le respondió el chico              -Aunque uno no puede estar completamente bien cuando se está dirigiendo a un destino misterioso-

-¡Por favor!- le espetó Mariella riéndose.

-Creo que apoyo a Cass- dijo Lyra, sin poder evitar sonreírle a Mariella -No tengo idea a donde vamos-

-¿Tu también?- se quejó Mariella al verse perdiendo -Liz, di algo-

-Pos yo me siento como si volvieramos a escapar de nuestra academia- dijo ella -Aunque esa vez me sentía como una ejecutiva en comodidad-

-Dejen de quejarse del espacio- interrumpió Félix antes de que alguien pudiera continuar -Y no vamos a un desconocido. Nos dirigimos a una base abandonada de la Entente-

-Genial- dijo Nico cruzándose de brazos -Vamos a ser cazafantasmas-

-Eso me agrada- dijo Lyra sonriente.

-Cuenta conmigo- añadió inmediatamente Anna.

-No van a...- dijo Félix, sacudiendo sus manos en el aire -Olvídalo. Son imposibles-

-Yo tambié...- empezó a decir Cass, pero inmediatamente fue cortado por una sacudida.

Ya arrancaban. Iban a dejar lo que era la última academia, y posiblemente el último lugar seguro para ellos.

Aunque en si ya no habían lugares en los que estuvieran seguros.

-No hay vuelta atrás ya, ¿verdad?- preguntó Mariella, en una voz tan baja que casi no fue audible.

No hubo respuesta, pero el aire a su alrededor parecía gritarle la respuesta.

Ya no.

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La fila de camionetas blindadas dejaba una estela de humo a medida que recorrían el largo trayecto que les esperaba. El sol comenzaba a asomarse sobre las colinas y montañas que rodeaban el camino improvisado que la caravana estaba tomando. No podían arriesgarse a transitar por carreteras normales, ya que allí eran un blanco fácil y podían ser potencialmente descubiertos.
Todos dormían en la parte trasera de la segunda camioneta, salvo uno.

Félix, aún sentado en su puesto, observaba a sus aprendices mientras dormían, todos recostados unos a los otros en posiciones algo incómodas.
En su hombro descansaba la cabeza de una agotada Marina, quien había caído rendida después de diez horas de viaje. Eso le hacía recordar como eran las cosas antes, cuando él y Marina eran apenas unos alumnos de la Entente. Se parecían mucho a Cass y a Mariella en su tiempo, aunque jamás llegaron a pensar que algo así pudiera suceder.

Nightcode ~ El Código Nocturno     Donde viven las historias. Descúbrelo ahora